Al tablero con el profe: La muerte del patrullero Palomares

Cuántos minutos de silencio la ciudadanía de Soacha está dispuesta a honrar. Esa intolerancia de los seres humanos nos lleva a terminar con la existencia de nuestros congéneres, a diario nuestros estudiantes preguntan junto a niños de Soacha, dónde quedaron sepultados los valores inculcados por nuestros padres y abuelos a punta de rejo, dónde enterraron el respeto a la diferencia, quiénes ahogamos la importancia de cumplir un mandato constitucional o jurídico como servidores públicos, en su letra, un tema popular, la vida no vale nada. Es así, hoy en el país se mata por cien pesos, por el celular, por mirar mal, por la vueltas del pasaje, por cumplir la ley, por no cumplirla, por tramposiarla, por acabarla, por enredarla, por robarla, por atacarla, por cercenarla, por chuzarla, definitivamente este es el país del Sagrado Corazón.


La vida es sagrada, derecho universal; los propios hombres silenciamos a nuestro antojo el corazón de hielo perteneciente a quienes por alguna circunstancia le quita la vida a un ser humano. Será que por un instante ese asesino no se detendrá a pensar en una familia huérfana, en unos hijos sin padres, en una familia acabada, desplazada por el olvido institucional y local?. Seguramente no, ni le importa, es la sed de venganza que tiene como resultado las noticias que a diario conocemos en Soacha.

La muerte del patrullero Palomares no tiene razón de ser, menos la de cualquier ser humano; llegó definitivamente la hora de parar la violencia en el Municipio, cuántos planes de acción hay para reducir los índices de violencia en jóvenes, qué oportunidades hay para estos muchachos que permitan institucionalmente bajar índices de criminalidad en el sector. Sinceramente en este municipio hace muchos pero muchos años no hay una política de seguridad, decía en su momento el ex secretario de gobierno, Coronel Ardila, ¨el problema de Soacha no es de seguridad, es de Convivencia¨. Que mentira, el fenómeno que vivimos en Soacha es letal, la cárcel municipal de Zaragoza debe ser reabierta urgentemente, acompañada de programas que permitan la inclusión social en los infractores, seguimiento a sus familias, mano dura, pan y rejo, de lo contrario la violencia se apodera en todos los círculos y sectores locales.

Que falta hacen las jornadas de desarme, donde se vinculaba a muchachos de colegios oficiales y privados, qué falta hacen los torneos de futsal con los muchachos de parches en Soacha, quienes entregaban a cambio de la inscripción armas blancas.
Lastimosamente el dinero sostiene otros proyectos que no hacen mella ni ayudan a la sociedad, con la plata de refrigerios comprados a dieciocho mil pesos, que es un proceso que está en investigación, haríamos un gran encuentro social con los jóvenes problema para adaptarlos a una sociedad en crecimiento. No es la solución, pero empezaríamos por reeducar; ojo estimado lector, la mayor población de Soacha es joven, así pues qué esperanzas hay, si no se actúa rápido.

Lastimosamente el patrullero Eulices Palomares, desde el día sábado 30 de Julio está en el escalafón de los héroes, mi condolencia a su familia, a sus seres queridos y a toda la institución policial. ¡Paz en su tumba!.

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