Algunos apuntes sobre historia y medio ambiente en Suacha

Suacha en los últimos años ha padecido los fuertes estragos de la actividad minera que se representan en la contaminación del aire, la explotación de sus montañas y la contaminación de su principal fuente hídrica como lo es el río Suacha, debido a que las canteras y ladrilleras se ubican cerca de este cause. Sin embargo, este apenas es uno de los diversos problemas ambientales, pues el municipio siempre ha estado en la lógica extractivista de los recursos naturales que posee.


Para empezar, el Charquito, una zona histórica para la región y el país fue un importante productor de carbón a nivel regional, este combustible mineral se llevaba a la capital en la línea férrea que comunicaba a la población con Bogotá, paralelo a ello en 1899 se inicia la construcción de la hidroeléctrica que lleva el mismo nombre de la zona, en ese sentido se adecuarían parte de las aguas del río Bogotá para la producción de energía eléctrica que iluminaría las calles y las casas de la ciudad de Bogotá a principios del siglo XX. Entonces la naturaleza fue adaptada a las necesidades de la capital, tanto con el tema hídrico cómo en la explotación de las minas de carbón que seguramente propiciaron alguna transformación del entorno.

En la primera mitad del siglo XX Suacha no pasaría de ser un poblado típico de la sabana de Bogotá, que apenas subsistía de su producción agrícola y ganadera, teniendo en cuenta que estas actividades económicas en su implementación condicionan y transforman el espacio, es probable que algunas zonas de humedales hayan sido desecadas para la implantación de la ganadería o de algunos cultivos necesarios en la dieta de los habitantes de la región. Aunque no serían estas dos actividades las principales destructoras del medio ambiente en Suacha, sino el proceso de expansión urbana que llegaría más tarde.

Desde la década de los 70 el municipio comienza a experimentar un crecimiento demográfico que por consiguiente produciría un incremento en su casco urbano, este proceso denominado desde la geografía urbana conurbación, es el que probablemente generó más problemas ambientales, esto debido a que la construcción de viviendas en la zona plana de Suacha sacrificó grandes áreas de humedales. Los barrios de origen formal e informal se constituyeron sobre importantes ecosistemas de humedales, asimismo el crecimiento de Suacha y Bogotá implicó también la extracción de materiales de construcción que saldrían de las montañas que circundan ambas ciudades, es así que se puede argumentar que desde estas épocas el territorio municipal evidencia un constante deterioro en sus recursos naturales, en especial de sus montañas y humedales.

Antes del ya mencionado crecimiento urbano varias zonas de la parte plana y montañosa de Suacha se dedicaban a la agricultura, especialmente en el cultivo de trigo, cebada, tubérculos y hortalizas, pero con el proceso de conurbación todo esto se perdería, entonces la soberanía alimentaria del territorio también se vio fuertemente comprometida. Aunque no es de pensar que este fenómeno fue único y exclusivo de nuestra ciudad, sino también de toda la región. Otro último caso para observar es el del embalse del Muña; este se creó a mediados del siglo pasado, y aparte de generar energía también era un espacio para el ocio y el divertimento de los capitalinos y de los mismos habitantes de los municipios aledaños por la limpieza de sus aguas, sin embargo, al disminuir la capacidad de carga del embalse fue necesario usar las aguas del ya contaminadísimo río Bogotá garantizando el abastecimiento del servicio, en ese sentido fue otro impacto ambiental grave el que se produjo en el territorio, porque aparte de haber inundado ésta zona con una importante vocación agrícola ahora se concentraba una gran cantidad de aguas contaminadas siendo foco de enfermedades y degradación del entorno.

Es necesario pensar que nuestra población se ha visto vulnerada desde el siglo pasado por la dinámicas de industrialización y urbanización que han dado como resultado el grave impacto sobre el medio ambiente local, nuestro municipio ha pagado un alto precio por el crecimiento y desarrollo de la capital y del mismo territorio municipal, pero parece que este sacrificio no ha sido tenido en cuenta por las políticas de desarrollo de los gobiernos tanto local, departamental y nacional. Suacha aparte de haber sacrificado sus ríos, sus montañas y sus humedales, lamentablemente también ha dejado perder su memoria y su historia, pues en esas montañas desbastadas está la impronta indígena que seguramente dice mucho del pasado de estas tierras, además las haciendas coloniales que ahora se ubican al respaldo de los proyectos urbanísticos se están cayendo por la desidia de las mismas constructoras, quienes únicamente concentran sus esfuerzos en el incremento de sus capitales, pero no de conservar todo ese pasado plasmado en aquellas casonas, que es lo mínimo que podrían hacer.

Un último aspecto a considerar y a mi juicio el más grave, es que la población se ve profundamente agraviada en su bienestar, pues la salud de los habitantes de Suacha se ve seriamente afectada por estas actividades que se podría decir han ocasionado el completo debacle del territorio. Para tratar de parar esto, es vital participar en los espacios y grupos locales que están pensándose el tema ambiental en nuestro terruño, es de suma importancia entender que somos víctimas de un fuerte problema, pero que cómo ciudadanos activos es necesario desarrollar acciones desde los diferentes procesos organizativos que detengan el oscuro panorama que afronta Suacha, todavía hay tiempo de hacer algo por salvar nuestro medio ambiente.

Julio César Guasca

Suacha, Memoria, Identidad y Territorio.

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