Calidad educativa, un acto de corresponsabilidad

Si bien es cierto cuando hablamos de la deficiente calidad de la educación colombiana nos lanzamos el balón unos a otros, especialmente ahondamos diciendo que son las Instituciones Educativas y los docentes los responsables, es una situación que debemos desmentir tajantemente porque nos encontramos inmersos en una sociedad y como tal la responsabilidad es de todos; empezando desde el orden superior hasta el local.


No busquemos culpables, incluso argumentando políticas del Banco Mundial y organismos de toda índole, porque es una situación que no soluciona nuestra condición de estar en los últimos lugares de las pruebas internacionales.

El balón está en el terreno de juego y necesitamos ganar el partido a la mediocridad en donde lo deseado es el triunfo de la calidad; todos pateamos la esférica pero también la recibimos y cuando está en nuestras manos queremos hacer la mejor jugada para nuestro equipo. Es ahí donde la responsabilidad de cada uno se convierte en virtud para hacer la mejor jugada del mundial.

O ¿es que acaso seguimos culpando a los maestros? Absurdo fuera que una sociedad siguiera pensando en tal sentido antes de pensar en la pertinencia de los programas, en el trabajo colectivo del fortalecimiento del sentido de pertenencia local para ahondar en la nacional, buscar el respeto del bien público para que genere valor público, cambio de mentalidad en busca de educar en lo real, y fortalecimiento en la construcción de buenos ciudadanos.

Todos, la sociedad en general, debemos actuar incluso para que nuestros jóvenes no estudien solamente para conseguir trabajo, o como decía el humorista Jaime Garzón, “para ser esclavos”, sino para ser generadores de desarrollo, innovación y riqueza para nuestra patria.

Plenamente estoy de acuerdo con el artículo del diario El Espectador del 16 de Noviembre de 2014, donde al pie de la letra dice: “Lo más importante es que los colombianos tenemos que encontrar nuestra propia identidad, esa que esta oculta en nuestras selvas, en nuestros campesinos, en nuestros indígenas y en nuestros antepasados. Espero que algún día nos demos cuenta que somos hijos de una tierra fértil que aún no ha encontrado la libertad”, y agregaríamos que no ha encontrado la calidad.

Por eso, padres de familia, estudiantes, profesores, gobernantes y sociedad en general, todos a criticar menos y a construir más en pro de lo nuestro y en pro de una educación más pertinente.

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