Jerusalén, la tierra prometida en Colombia

El único lugar del municipio de Jerusalén que tiene agua es la fuente que se encuentra ubicada en el centro del parque principal. Eso lo constaté el día sábado 12 de Abril, cuando permanecí unas cuantas horas hablando con los campesinos del municipio. Los gestos de estas personas transmitían la impotencia de vivir bajo la esperanza de que por fin Dios se compadezca de ellos y le ordene a San Pedro abrir las puertas del cielo para que la lluvia bañe nuevamente esas tierra áridas que no producen leche ni mucho menos miel, como lo prometió Dios a los israelitas.


Haciendo un análisis sensato, la problemática va más allá de la voluntad de Dios; el cambio climático es un factor que está impactando fuertemente el territorio Colombiano y se está viviendo más cerca de lo que nos podemos imaginar.

Es importante aclarar que el municipio de Jerusalén se encuentra en la provincia del Aalto Mmagdalena a tan solo dos horas y media de la capital. Para llegar a la cabecera municipal es necesario transitar por medio del municipio de Tocaima Cundinamarca donde se encuentra la vía que los llevará a este destino.

Cuenta con un población oficial de 2535 habitantes, distribuidos entre: la Cabecera municipal: 753; y Zona Rural: 1782, lo cual nos indica que es un municipio de vocación agropecuaria. Pero el inclemente clima al que han estado sometidos ha hecho difícil la supervivencia, temperaturas de más 35 grados, han secado quebradas de manera tal que parecen caminos de herradura.

Todos coinciden que desde hace un mes no cae una sola gota de agua en el territorio, productos como la auyama han sobrevivido gracias a que los recursivos campesinos le aplican cal para preservarla de los rayos solares.

La minería, la desforestación y la aplicación excesiva de agrotóxicos, son causantes de los resultados que actualmente se presentan en el municipio.

Como siempre, los amigos de la minería llaman “progreso” a la explotación indiscrimada de los recursos naturales engañando al pueblo con unas regalías que no compensan el impacto ambiental ni mucho menos solucionan los problemas sociales del sector, esta situación que se replica en todas partes del país donde utilizan el mismo libreto para convencer a campesinos, indígenas y habitantes del campo de que la minería les arreglará la vida.

Por otro lado, la falta de unas políticas ambientales preventivas dirigidas a los campesinos hace que la tala del paisaje de Bosque Seco, sea visiblemente afectada. La poca agua que existe en el sector, cuesta mucho trasladarla hasta las fincas pues, este líquido tiene un alto contenido de sal que carcome las tuberías, que de la misma manera hace mella en la producción agrícola. A esto se le suma la ganadería extensiva causante del deterioro y erosión de la tierra. Cada vez más me convenzo que tenemos las vacas más cómodas del mundo, donde técnicas que racionalicen los recursos no caben en la mentalidad de buena parte de los ganaderos Colombianos.

La aplicación excesiva de agrotóxicos profundiza la grave crisis ambiental, el municipio tenía como su fuerte la producción de maíz blanco, y utilizo el pasado para hacer referencia al asunto, porque actualmente los productores campesinos han tenido que reevaluar el cultivo de este cereal; primero porque la tierra actualmente tiene un desgaste inminente y los volúmenes de producción nos son los mismos; y segundo, los costos de producción no les garantizan las ganancias que años anteriores representaba, con lo cual son presa fácil de intermediarios que les compran el producto al precio que desean, mucho menor a la inversión que hacen.

La crisis de los campesinos, cada vez más se hace evidente y se agudiza debido al cambio climático y la política neoliberal implementada por los gobiernos de turno hace que estos ciudadanos vivan de milagro.

Lo paradójico del asunto es lo cercano que se encuentra este pueblo al centro de gobierno nacional y departamental y lo abandonado que este se ve. Muy seguramente ahora que lleguen las elecciones más de un politiquero llegará con promesas que no cumplirán, reunirán la gente en las veredas, regalaran tejas, cemento y materiales de construcción, repartirán lechona o mataran una novilla y brindarán trago o cerveza si es la ocasión, todo ello muchas veces con recursos del pueblo.

Conciencia, eso que se debe desarrollar en cada uno de nosotros , la indiferencia nos ha llevado a dónde estamos y no podemos continuar así, en una democracia el poder está en el pueblo y al parecer este pueblo no es consciente de eso, no hemos aprendido a elegir, elegimos a los mismos con las mismas. El modelo económico capitalista muestra sus efectivos resultados en las difíciles condiciones de los y las campesinas de nuestro país.
Gobiernos, local, regional y nacional, posen sus ojos en pueblos de Colombia como Jerusalén, pues ésta situación se traduce de la misma manera en toda nuestra nación, que urgen de soluciones inmediatas de lo contrario se convertirán en pueblos donde solo la tierra fructifique miseria.

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