La locomotora minera arrasa el páramo

Luego de 50 años de explotación minera en las veredas Panamá, Cartagena y Fusungá en la parte media del valle del río Suacha, ubicadas al suroriente del municipio, y las de más reciente fecha como las de Tibanica y San Mateo al nororiente, presentan un desolador cuadro de destrucción de los ecosistemas en la que sus cerros tutelares se asemejan dramáticamente a un territorio después de una guerra, o en el menor de los casos, a un árido y desolado paisaje lunar.


La explotación minera en el municipio de Suacha se ha caracterizado por las tradicionales formas de explotación de minería ilegal, el empleo de mano de obra sin ninguna garantía laboral, la carencia de planes de manejo ambiental, la ausencia y falta de control de las autoridades ambientales locales o la permisividad de las mismas, en las que de la noche a la mañana aparecen como por arte de magia nuevos frentes de explotación minera, la apelación a viejos títulos mineros que riñen con la actual legislación ambiental con los que prosigue el deterioro de los frágiles ecosistemas.

Como si lo anterior fuera poco, el impacto sobre la salud de los residentes de la zona de influencia de las zonas de explotación se ha hecho sentir, reiteradas denuncias sobre afectación a la salud de la población han aparecido en los medios de comunicación locales sin que las autoridades hayan tomado cartas en el asunto sobre el incremento de enfermedades respiratorias, la contaminación por partículas en suspensión de los materiales para construcción o bien por las emanaciones de dióxido de carbono de los hornos de las ladrilleras que han funcionado y funcionan allí desde la década del 60.

Paradójicamente las ganancias de los propietarios de los títulos mineros crecen en proporción geométrica mientras los ingresos por regalías al municipio lo hacen en progresión matemática con lo cual pensar en utilizar esos ingresos para la reconstrucción ambiental solo sería un pésimo chiste.

Pero como si el daño hasta ahora causado por la minería extractiva sobre el ecosistema, la cuenca acuífera y la salud de los residentes de la zona de influencia fuera poco, en la vereda San Jorge, algunos kilómetros más arriba de los sitios mencionados y a 3.300 metros de altitud, la multinacional canadiense TRENACO adelanta un proyecto de explotación minera para la extracción de materiales de construcción sobre 63 hectáreas de páramo que afectará la producción agrícola de papa, fresa, arveja, así como la actividad ganadera de subsistencia, la afectación a los nacederos de agua y la vegetación autóctona.

Las denuncias, los derechos de petición, las tutelas interpuestas y hasta los cabildos realizados por la población en el pasado, de nada han valido para frenar la depredación de los ecosistemas, llamar la atención de las autoridades ambientales, del gobierno municipal o de las autoridades del orden nacional como el Ministerio del Medio Ambiente, Ingeominas, la CAR y demás organismos competentes responsables del daño ambiental que ha venido incubando con los proyectos de vivienda y de explotación minera sobre la despensa agrícola del municipio de Suacha y de Bogotá.

Consecuencia inmediata de la indiferencia gubernamental frente a tan delicados hechos ha sido la reacción de protesta y rechazo de los campesinos de la zona y en general de los habitantes del municipio a la puesta en marcha del proyecto, que ven cómo “la locomotora minera” del nuevo gobierno amenaza con el deterioro definitivo de este sector del páramo de Sumapaz, poniendo en riesgo el abastecimiento de agua para el municipio y su zona de influencia.

Frente a tal despropósito ninguna autoridad ambiental o gubernamental responde mientras todos juegan a tirarse la pelota para sustraerse a la responsabilidad que a cada una le compete.

El proyecto cuyo representante legal es Omar Cerón Barrera, fue reactivado mediante la resolución N° 138 de marzo de 2014 del ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, resolución que básicamente consistió en el cambio de coordenadas con lo cual la zona en mención se le reconoce como zona de explotación minera, cuando en otras disposiciones anteriores se reconocía como reserva natural.

Pero por otra parte se dice que funcionarios de la CAR local y del municipio presuntamente recibieron coimas para darle curso al proyecto de minería más grande llevado a cabo en Suacha sin ninguna objeción con relación a las implicaciones negativas sobre las actividades agrícolas y ganaderas que allí se desarrollan.

angelhumbertotarquino@yahoo.es

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