Mis pobres angelitos públicos

Es frecuente oír en medio de nuestras tertulias y nuestros ideólogos locales la expresión, “es que el alcalde es bueno pero está muuuy mal rodeado”, “a todos esos contratistas y funcionarios los deberían sacar y meter gente que sí sepa”, “yo ya le he dicho, que el tema es sencillo, pero no hace caso”; claro, estas ilustres frases no sólo aplican aquí; un famoso alcalde del Distrito, gobernadores, e incluso presidentes, han tenido mucho que ver con estos profundos análisis.


Realmente las deficiencias de la administración pública son endilgables en un 110% a los “malos” servidores que tiene la Alcaldía, ¿Son los responsables de las carencias del municipio?

De acuerdo a la tabla salarial de la administración, un técnico (entiéndase persona con mínimo noveno de bachillerato y una formación técnica en el SENA), puede ganar alrededor de dos millones de pesos; si son profesionales, los honorarios pueden ir desde los tres millones hasta poco más de cinco millones, frente a un mínimo que ofrecen normalmente o incluso un profesional recién graduado para quien un millón de pesos es de las ofertas más tentadoras.

Hasta aquí podemos decir que “se ganan un montón y no hacen…”, pero, sigamos; el incentivo económico es un gran motivo para buscar un contrato con la alcaldía, si adicional se cuenta con un padrino, digo aliado estratégico, la cosa es más viable aunado al deseo de “servir a la comunidad”.

Algunos imaginan que mientras el contratista está feliz de vacaciones, el contrato le llega y listo. La realidad es que al finalizar los contratos en diciembre, los operarios, técnicos o profesionales se quedan sin seguridad financiera para el siguiente año, depende como esté el panorama, deben estar atentos para que en las oficinas de contratación su carpeta no se “refunda”, por algún mágico hechizo, que haga que el contrato se asigne a otra persona.

En algunos casos es necesario trabajar uno o dos meses sin pago y hasta más para obtener el anhelado contrato, teniendo que buscar otras opciones para sostener familia, compromisos con entidades y vida social con la esperanza que les renueven.

Podría decirse que duro el tema de no tener vacaciones, tampoco hasta allí, es frecuente ver a contratistas que una vez tienen su contrato fijo, salen de vacaciones con su familia y la cuenta de cobro se pasa completa, tal vez por aquello que ya se habían adelantado labores.

Una vez se tiene el contrato, continúa la travesía; empleados y contratistas se desenvuelven en un espacio físico que, debido a la falta de recursos, padecida por la administración durante años, cada vez es más precario.

Es molesto estar en una oficina pública como usuario, un lapso de tiempo, sin contar con las condiciones adecuadas. Los servidores deben estar de lunes a viernes, varias horas al día, con una luz que no es apropiada, sillas averiadas, poca ventilación, en fin, una estructura poco funcional.

Entre trabajar en una oficina precaria y tomar diariamente Transmilenio, creo que hay empate técnico y por lo tanto esto se puede denominar “gajes del oficio”. Ups, recordando, el contratista también toma transporte para llegar a Soacha, la mayoría viven fuera del territorio.

Por razones desconocidas, cosas que parecen elementales como papel para imprimir, se convierten en un gasto que debe ser asumido por el contratista: los minutos a celular para llamar a las comunidades, los elementos de cómputo, chaquetas distintivas, etc., la jugosa suma recibida poco a poco se va disminuyendo.

Lo más parecido a un proceso de bienestar, es una salida a fin de año (no todos los años) en donde se puede tomar, tomar y aventurar con aquel “compañerito” al que durante todo el contrato se le hicieron ojitos, bueno, también una estimulante conversación en donde le recuerdan al contratista que hay muchos detrás de su cargo.

Uno de los mayores motivos de “desmotivación” para servir a la comunidad, es que por cada contratista y/o empleado, hay montones de ciudadanos convencidos que podrían hacer el trabajo de ellos mucho mejor, mujeres y hombres que no han vivido la incertidumbre de no tener contrato.

Líderes que de manera auténtica van diciendo lo que piensan y llevan años en este oficio, pero que jamás han tenido que elaborar una cuenta de cobro que devuelven una y otra vez y en algunos casos acumulan más de tres pagos, es decir, pueden ser hasta tres meses que no hay ingresos y las obligaciones llegan puntuales en ciertas fechas del calendario.

Paralelo a la batalla de formatos y gestión ante el supervisor del contrato para la aprobación del pago, están las labores de gestión con la comunidad donde cada ciudadano trae una historia y una situación que busca se resuelva de manera inmediata y asume que quien lo atiende, no tiene ninguna voluntad de apoyarlo.

Cerrando la aventura, está el “aliado político” a quien se le debe el cargo que está convencido que desde el puesto debe silbar, cantar, conseguir votos, digo aliados al maravilloso proyecto político, hacerle cartas a personas que tienen todas las capacidades para realizarlas, cumplir sus funciones, estar al día de la información confidencial y conseguirles nuevos contratos, todo, absolutamente todo al mismo tiempo.

Al finalizar el contrato, los contratistas están tan agotados física y mentalmente, que para lo único que quedan fuerzas es para gestionar el siguiente contrato por temor a no encontrar un trabajo con el mismo nivel de pagos. Viendo que su vecino con honorarios más bajos ya terminó carrera, es profesional y gracias a los subsidios laborales ha logrado obtener su vivienda y posiblemente tiene mayor tranquilidad en su vida.

Más allá de cambiar funcionarios o contratistas, o seguir los sabios consejos de quienes, en el fondo de su corazón, creen que los únicos preparados para trabajar en la administración son ellos o sus hijos y que cuando tienen la oportunidad es poco lo que hacen, es necesario revisar la forma como se contrata en este país.

Tal vez, las cosas cambian si en lugar de entrar en controversias y asumir bandos, se buscan condiciones apropiadas, tanto para el servidor como para la comunidad, aunque esto no resuelva todo, podría ayudar a nuestros pobres ángeles públicos. Ahora bien, no podemos desconocer que en este grupo hay unos verdaderos DIABLOS, DIABLOS que merecen irse al…

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