Que los dioses te permitan vivir tiempos interesantes

El título de este breve escrito hace alusión a un adagio popular chino el cual fue mencionado por Walter Martínez (a criterio propio uno de los mejores periodistas a nivel mundial), en su ya tradicional programa Dossier. Este adagio sintetiza lo que está ocurriendo a nivel mundial; los acontecimientos que han venido surgiendo en los últimos años están dando lugar a que el planeta presente un dinamismo constante en términos geopolíticos, que denotan serias desestabilidades en algunas regiones del mundo. Dichas desestabilidades en el momento actual tienen su epicentro más neurálgico en Medio Oriente y de algún modo en Europa.


Medio oriente en la actualidad despliega serios problemas que tienen como uno de sus orígenes el control de los recursos minero-energéticos, en especial el petróleo. Países como Siria, Irak y todo lo que otrora era circunscripción de las antiguas civilizaciones Mesopotámica y Persa, se han visto inmersos en una serie de conflictos que también tienen tintes religiosos y nacionalistas (combinación peligrosa), no obstante, todo esto ha sido aliciente para fomentar guerras que sirven a intereses particulares para impulsar un control estratégico en aquella zona, que representa amplias ganancias a quien logre hacerse con el control total de ella.

El problema más acuciante de todo esto es el sufrimiento y vejámenes a los que se han visto sometidos los pueblos de esas naciones (históricas para la humanidad). Es sumamente complejo ver cómo miles de desplazados parten de Siria e Irak rumbo a Europa para salvaguardar sus vidas de los horrores que deben padecer a diario producto de la confrontación entre los gobiernos de la zona y los grupos rebeldes, los bombardeos de las potencias occidentales, y el régimen del terror perpetrado por el Estado Islámico. No hay que dejar de mencionar que el surgimiento de este último tiene orígenes dudosos dado que en pocos años este grupo fundamentalista: acaparó grandes recursos, incrementó el número de militantes de manera rápida y desproporcional, y se hizo con un poderoso arsenal fabricado por industrias militares de origen occidental; acciones que entre otras cosas han posibilitado que este agrupación haya expandido su control sobre otros territorios nacionales, además de perpetrar una serie de atentados que están encendiendo las alarmas a nivel internacional sobre los posibles alcances del EI.

Es lamentable ver las imágenes de las ciudades de Siria e Irak totalmente derruidas, miles de personas huyendo del fuego cruzado, y cuerpos de mujeres y niños víctimas fatales de los cientos de misiles y bombas que llueven del cielo a diario en esa desangrada región. Pero también es lamentable que los supuestos escenarios políticos decisivos a nivel internacional como la ONU y su consejo de seguridad no tengan la voluntad de afrontar esta situación planteando una solución eficaz contra el flagelo del terrorismo. Igualmente es perturbador ver como algunas ciudades y monumentos que son patrimonio cultural de la humanidad están siendo destruidos por el conflicto armado y el EI. Una de las memorias de la humanidad está siendo borrada de la faz de la tierra por la implacabilidad de la guerra y la ignominia de los fundamentalistas.

Pero otro de los fenómenos que producen estos hechos es la desinformación mediática generalizada por los medios masivos de comunicación. En nuestro país, por ejemplo, se ventilaron los atentados de París cómo acto atroz y verdaderamente lamentable a nivel mundial, pero a diario nuestras cadenas informativas desconocen las víctimas sirias, iraquíes, afganas, libanesas y palestinas que producen los constantes bombardeos de las naciones occidentales, por si no han bastado todas las víctimas que ha generado nuestro conflicto interno, que entre otras cosas es el conflicto de más larga duración del hemisferio occidental, pero que tampoco produce solidaridad o apoyo respecto a las víctimas. Con esta observación no deseo justificar unos hechos por medio de otros, no pretendo reivindicar ánimos revanchistas, pero si es importante decir que la vida debería tener el mismo valor en París y en todos los rincones del mundo sin distinción alguna, y que las víctimas de cualquier guerra o atentado son lamentables sea cual fuere su origen.

Sin embargo, sólo hay solidaridad con unos y no con los otros, probablemente por desconocimiento total de lo que acontece a diario en nuestro planeta. Lo anterior evidencia que hay una ausencia de moral y de conciencia sobre los fenómenos de la actualidad, problemas que han sido agudizados por la falta de información verosímil, o en la mayoría de los casos parcializada por la mayoría de los medios de comunicación. Los ciudadanos incautos creen sin mayor reflexión lo que a diario las cadenas informativas emiten, pero desconocen otros hechos igual de complejos en otras latitudes.

La guerra se está intensificando cada vez más a nivel mundial y en diferentes matices, pues hay intereses que se sirven de la misma para poder incrementar sus propósitos, pero el costo es inconmensurable, teniendo en cuenta el alto número de vidas humanas que se han perdido en los últimos meses. El mundo está en una etapa donde la violencia impera cómo mecanismo para la resolución de las divergencias, como también hay una alta indiferencia que se refleja en las redes sociales, por ejemplo, con los miles de usuarios que se conduelen de unos hechos con los cuales supuestamente se “solidarizan”, pero que seguramente se presentan más por un sensacionalismo que por un verdadero sentido de humanidad, provocados en gran medida por la desinformación.

Por lo anterior el título de este texto: “Que los dioses te permitan vivir tiempos interesantes” evoca una contradicción; porque no se sabe si sería más positivo no vivirlos que vivir tiempos neurálgicos, totalmente conflictivos, cómo los que actualmente presenciamos, esos que hacen de la vida del planeta un total frenesí. Parece que se ha perdido la razón.

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