¿Vale la pena votar en las próximas elecciones?

Pues antes de responder, sería bueno que todas las personas mayores de 18 años que tengan inscrita la cédula, averigüen con precisión qué hace un senador y un representante a la cámara (los dos llamados congresistas), y sus respuestas las asocien con la delicada situación de inseguridad y corrupción que vive el país. Hay que hacer memoria.


Lo primero que hay que tener en cuenta es que es en el Congreso (senado y cámara) donde se aprueban las leyes, es decir, son los señores congresistas (repito e insisto, senadores y representantes a la cámara) los encargados por Constitución de aprobar las leyes de la república. No es el presidente, ni los ministros, ni los jueces, ni la policía… son ellos exclusivamente, los señores y señoras que elegimos hace cuatro años, los mismos que el próximo 11 de marzo quieren que el pueblo los vuelva a elegir.

Así las cosas, no creen ustedes, apreciados lectores, que el país está “jodido” es por culpa de ellos? A ver, pensemos en lo siguiente: a diario conocemos que la mayor parte de delincuentes oscila entre 14 y 18 años, es decir, son menores de edad, y según la ley, tienen una protección especial y no pueden ser tratados como se merecen porque la misma ley lo prohíbe, argumentando la vulneración de sus derechos. Adivinen ustedes, ¿quiénes aprobaron el código del menor y las leyes que los protege? No fueron los señores jueces, ni la Corte, ni el presidente, ni la policía. Fueron nada menos y nada más que los señores y señoras congresistas (senadores y representantes).

Otra pregunta que vale la pena hacer es, ¿por qué la Policía captura tanto delincuente y al otro día ya está suelto? Pues aparentemente la culpa es de los jueces, porque son ellos los que deciden si encarcelarlo o dejarlo libre. Pero el vacío no es del juez, es de la ley que está hecha para proteger a los delincuentes y castigar al ciudadano de bien, entonces vuelve y juega, la responsabilidad es de los congresistas por no ser capaces de aprobar leyes justas con el pueblo y fuertes con la delincuencia.

Ahora toquemos el bolsillo. ¿Se acuerdan ustedes, queridos lectores, que hace poco nos “clavaron” la peor reforma tributaria de los últimos años, donde nos pusieron a pagar más impuestos y a declarar hasta la risa? Es decir, esa reforma, que es la que está rigiendo, busca que los pobres sólo ganen para medio comer y darle el resto al Estado, para que nuestros amigos contratistas, políticos y congresistas se roben la platica. Pero el cuento está en que, si bien dicha reforma la propuso el presidente Santos, el que la aprobó fue el Congreso, es decir, los mismos senadores y representantes que usted y yo elegimos, y que quizá estemos pensando en volver a elegir.

Y qué no decir de la corrupción. Todos hemos visto que algunos flamantes congresistas son los campeones de la corrupción, no sólo por el tema Odebrecht y de la parapolítica, sino de cientos de casos que no se divulgan. Pregunto de nuevo, ¿Vale la pena votar por ellos para que se sigan enriqueciendo a costillas de nuestro esfuerzo? Allá cada uno y su conciencia.

Y bueno, creo que también vale la pena recordar que en Colombia un congresista (senador y representante a la Cámara) gana actualmente $29 millones 814 mil al mes, como quien dice, lo que un parroquiano normalito que devengue el salario mínimo ($781.242), recibe en 38 meses y otro poquito (3 años y 2 meses).

Haciendo cuentas a hoy, los 268 congresistas (entre representantes y senadores) reciben del Estado (de lo que pagamos en impuestos) más de $800 millones cada 30 días. ¡Que barbaridad¡ Y lo peor es que somos nosotros los que los ponemos allá, y eso que no mencionamos, además del salario, todas las prebendas que reciben, como carro blindado, primas, viáticos, viajes, UTL y comisiones, por no decir, mordiditas.

Vuelvo y pregunto. ¿Creen ustedes que vale la pena votar por los señores y señoras congresistas en las próximas elecciones?

Sé perfectamente que la decisión no es fácil, que la mayor parte de los colombianos no se detiene a pensar en los temas escritos en esta columna, sino que les interesa es el día a día: que les llenen el estómago una semanita, que les lleven la volquetada de recebo a la vía, que les cubran la lista de útiles escolares, o quizá que le echen al bolsillo el billetico de 20 mil, o aún más, que los inviten a la reunión a comer lechona, jugo o sándwich, tácticas y costumbres suficientes para obtener respaldo y que la gente se volqué a votar por ellos.

También sé que hay líderes, y muchos, que viven de la política y no les importa lo que haga o deje de hacer un congresista. Sólo les importa saciar sus deseos y necesidades, “morroquiar” y conformarse con uno o dos empleos para sus hijos o familia, pero les garantizo que nunca se detienen a pensar que por culpa de esos senadores y representantes es que la delincuencia nos está ganando la batalla y los recursos públicos se desvían para el bolsillo de unos pocos.

Para terminar, sería bueno volver a reflexionar sobre la pregunta expuesta: ¿Creen ustedes que vale la pena votar por los señores y señoras congresistas en las próximas elecciones?

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