En Bogotá hay café-bar para sordos

En junio de este año se abrió el primer café-bar para sordos en Bogotá, sexto en el mundo. Un lugar de recreación para esta comunidad conformada por más de 30.000 personas, según el Instituto Nacional para Sordos.


En el piso se siente un temblor, pero no es tan fuerte como para asustarse. Son las vibraciones de música que, sin importar los decibeles, viajan a través de la plataforma por donde pasan los clientes de este lugar. La música no solo se escucha, se siente.

Todo habla, excepto las personas. Nada allí está ubicado al azar. Tras cruzar la reja verde de la pequeña puerta, los ojos se clavan en las letras de los avisos sujetos en paredes que lucen rugosas, como el cemento seco de una construcción incompleta, con manchas claras y oscuras, ladrillos atravesados e interruptores de luces sobre cada una de las 15 mesas. Esos mensajes dan la bienvenida e invitan a disfrutar cada momento: “La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz”.

Un corto camino de piedras blancas alberga un sofá hecho de guacales —como los de las frutas y verduras de las plazas de mercado— que forma una pequeña sala de estar. Hay enredaderas de hojas verdes artificiales en el techo, al fondo un tipi, esas chozas de tela que vemos en las películas de indios, pero con cojines estampados al estilo pop-art, y luces: el espacio perfecto para recostarse a leer y sentir la música del piso vibrante. Es como un jardín bajo el cemento.

Los interruptores cumplen una función: encender las bombillas cuando la persona que está sentada en la mesa quiere ordenar. Llega la idea, oprime el botón y se hace la luz.

Acción inmediata: se acerca un mesero, con una gran sonrisa. Y apenas empieza a hablar, el cliente amablemente lo detiene, señala su oído mientras que su rostro le expresa algo frunciendo los labios y levanta las cejas en señal de “no le puedo escuchar”.

En Sin Palabras, Café Sordo sobran las palabras, pero no por amor —como las del Binomio de Oro—, sino porque literalmente es un espacio donde los labios se mueven poco, los ojos escuchan y las manos son las que expresan los pensamientos y deseos. Es un espacio creado para sordos, pero que acoge también a oyentes.

Todo está pensado para la comodidad de la clientela. En la carta se encuentran fotografías de la traductora que apoyó el proyecto, con algunas indicaciones de cómo pedir la orden en lenguaje de señas. Además, el mesero también entrega a oyentes también una cartilla donde están el abecedario y los pasos para hacer las señas y aprender a comunicar lo básico, como “hola”, “por favor” y “gracias”.

Donde los oyentes se adaptan

Cristhian Peraza pronto cumplirá 19 años. Es de piel morena y estatura media. Además de trabajar en el café-bar Sin Palabras, estudia en la Universidad de la Sabana, adora el skateboarding y es ferviente hincha del Atlético Nacional. Y sí, es sordo. Aquí todos los meseros son sordos.

“La idea nació en el Sena cuando vi que dos personas se estaban comunicando a través del lenguaje de señas. Investigué sobre los lugares de esparcimiento que ellos tenían, con la sorpresa de que no existía ninguno en Colombia», menciona Christian Melo, el fundador de Sin Palabras.

Christian se informó sobre la comunidad, su comportamiento en diferentes sectores y cómo podía ofrecerle un lugar acorde con su situación. El bar rompe el esquema de la idea de inclusión, porque invierte el orden habitual: “Aquí no son los sordos los que tienen que acomodarse a los oyentes, sino los oyentes quienes deben acomodarse a la cultura sorda”.

Sin Palabras Café Sordo es el primer café-bar en Colombia para sordos y el sexto en el mundo, pero su diferencia con los otros cinco radica en la plataforma, que transmite las vibraciones de la música para que los sordos ‘escuchen’ con sus sentidos. El lugar también tiene pantallas que reproducen los videos musicales en lenguaje de señas.

Este es un espacio construido para aprender sobre la cultura de los sordos, que enseña que para ellos el lenguaje de señas es su lengua materna, y que se podría aprender antes que el inglés, asegura Christian Melo.

Cada fin de semana se realizan presentaciones musicales, de danza, teatrales e incluso se ha convertido en el centro de eventos como el Ciclo Cuir Literario, en el cual se realizaron diversas actividades en torno a la literatura, adaptadas para sordos y oyentes.

Aquí se tiene la oportunidad de abrir la mente y cerrar la boca para intentar comunicarse sin palabras necias, con otros sentidos.

Fuetne: El espectador

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