¿Cómo sería Soacha sin vendedores ambulantes?

Cada mañana, antes de las 6:30 a.m., cualquiera de nosotros puede bajarse en el puente peatonal de la calle 13 y caminar hacia el parque principal sin tener que lidiar con el desorden, el caos y el tumulto de personas que genera la invasión de vendedores a esta céntrica vía de la ciudad. Y justo a esa hora, los que soñamos y pensamos en la estética del municipio, nos imaginamos una Soacha sin ventas en las calles.


Soñar no cuesta nada, dicen por ahí, pero muchas realidades comienzan con grandes sueños.

La invasión al espacio público en Soacha tiene que ver con varios factores, pero no hay duda que el principal se relaciona con la incapacidad de las autoridades administrativas de enfrentar un tema que ya se salió de las manos.

Ninguno de los últimos seis alcaldes ha querido “meterle mano” al asunto y el problema ha crecido tanto que ya es casi imposible solucionarlo. Si bien es cierto la necesidad de muchas personas de buscar un sustento las ha llevado a vender mercancía en las calles, sumado a factores como la llegada masiva de venezolanos, el desempleo y la presencia de mafias, elementos claves para agudizar el tema, también hay que decir que el miedo, falta de compromiso y complicidad de las diferentes administraciones, han sido elementos claves para que las vías se invadan cada día más.

Los vendedores informales se adueñaron de cuanto espacio libre hay en Soacha. En todas las comunas hay ventas ambulantes en calles, parques, puentes, ciclorutas y hasta en los andenes; es increíble que unos pocos se adueñaron de lo que nos pertenece a todos.

Pero la culpa sin duda es de las autoridades porque los vendedores ensayan y miden con un termómetro muy preciso hasta dónde los dejan llegar y eso es lo que han hecho. Es increíble que teniendo las herramientas para actuar, no lo hagan. Ni Darío Cabra, Jorge Ramírez, Carlos Bello, Jesús Ochoa, Ernesto Martínez, Juan Carlos Nemocón ni el actual, el “Profe” Eleázar, se atrevieron a enfrentar un problema que hoy parece imposible de solucionar.

Se entiende que sacar a los vendedores de las calles no es fácil y que se requiere cumplir la normativa, pero es cuestión de querer hacerlo, de entender que es un problema que no se puede dejar seguir creciendo y que se debe actuar ya.

La invasión al espacio público es responsabilidad de cada administración, aunque también hay que decir que el hecho de comprar en la calle mantiene a quienes salen a ofrecer sus mercancías.

¿Qué pasará entonces? Depende de las políticas que trace la presente administración y del apoyo decidido de la policía. Ojalá, algún día, eso que soñamos los que queremos a Soacha, se haga realidad y veamos en el mediano plazo un municipio libre de vendedores ambulantes para que todos salgamos a caminar sin tropiezos, disfrutar de los espacios y poder ver una ciudad ordenada, limpia y segura. ¡Hay que soñar!

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