¿Falta lo peor?

Triste sería pensar que vamos en reversa. Sí, así es. Cuando buena parte de los habitantes de Soacha están pensando en salir a trabajar, caminar, divertirse y hasta creer que todo se va reabrir,  estadísticas y cifras indican que lo peor está por venir, a propósito de la pandemia.

Si miramos los dos referentes principales del país, la Alcaldía de Bogotá y el Gobierno Nacional, se evidencia que es real la amenaza de volver a una cuarentena estricta. Claro, hay una serie de factores que  juegan alrededor de la crisis, entre ellas el mal comportamiento de los ciudadanos, la incapacidad de un sistema de salud como esencia del problema y la equivocación en las medidas implementadas para enfrentar la amenaza del Covid.

Cuando el gobernador Nicolás García y la alcaldesa de Bogotá Claudia López anunciaron el dichoso simulacro vital y luego el presidente Iván Duque decretó  la primera cuarentena total en todo el territorio nacional como justificación para detener el virus, que apenas llegaba al país, un reconocido médico soachuno dijo que no compartía la medida porque el efecto  de encerrar a la gente sin necesidad  se reflejaría en poco tiempo  y el cansancio llegaría más temprano que tarde.

Dijo en su momento el Galeno que médicamente lo que había que hacer era salir a hacer pruebas a la calle para detectar personas contagiadas y aplicar la cuarentena sólo a quienes arrojaran positivo, pero no a todos. Y ¿por qué? Sencillo. Si aquel miércoles 25 de marzo se hubiera comenzado por confinar sólo a los contagiados, sería otra la historia. A estas alturas del tiempo no habría cansancio de encierro y quizá la cifra de contagios sería menor.  

A algunos les parecerá predicción, pero para otros simplemente el médico habló desde su experiencia y conocimiento. “Se hubiera detenido más fácil el virus encerrando a los contagiados y dejando trabajar a los sanos, así no se hubiera paralizado el transporte, el comercio, la  industria y en general ningún renglón de la economía. Pero a estas alturas de la vida, casi tres meses y medio después, nadie va a obedecer y justo sale todo el mundo a la calle cuando estamos en el pico de la pandemia”.

Y tal cual es lo que se ve hoy. En pleno pico, aun cuando la curva sigue ascendiendo, cuando la capacidad de camas UCI ya casi llega al límite, es cuando al Gobierno Nacional le da por autorizar la reactivación de los diferentes sectores de la economía.

En el caso de Soacha, una ciudad inundada de pobreza en todos los aspectos, las cifras no mienten: 1.258 contagios y 23 muertes a causa del Covid, son números que alarman. Y sí, ya sabemos, las autoridades dicen que si se comparan estos datos con ciudades similares en número de habitantes, la situación no es tan crítica.

Lo cierto es que si buena parte de la población de Soacha no hizo caso al comienzo de la cuarentena, mucho menos ahorita que ya hay agotamiento y se requiere como sea salir a buscar el sustento.

Según los expertos del Instituto Nacional de Salud y del Ministerio, el pico de la pandemia va variar de acuerdo a la ciudad o municipio. En el caso de Bogotá, Soacha y sus alrededores, aseguran que ese techo se va presentar  después del 15 de julio, incluso se puede extender hasta agosto, lo que indica que lo peor está por venir.

Si lo que aseguran  los expertos se da tal cual como lo han dicho, en el siguiente mes se van a aumentar aceleradamente los contagios y las muertes, mientras la gente sale desaforadamente a las calles a pesar de las medidas que se implementen desde la alcaldía municipal y la advertencia de las autoridades sanitarias.

Sonará feo, pero debido a  las equivocaciones del comienzo, ahora hay que escoger entre  la reactivación económica y la vida de los seres humanos. Y hablamos de equivocaciones porque esa dinámica  se evidencia a diario: la falta de coordinación y diálogo entre las autoridades nacionales y locales no hacen más que generar desinformación, miedo  y  zozobra entre la población.

Ahora muchos entendemos por qué por allá en marzo y al comienzo de abril empezaron a hablar de importar ventiladores para recibirlos en julio y agosto. Ellos (los integrantes del Gobierno) sabían que lo peor de la pandemia estaría justo para esta época.

Lo delicado es que ya es una realidad que difícilmente se puede cambiar, que estamos entrando al pico de la pandemia justo en el momento donde la mayoría  ya no aguanta más el encierro y las finanzas  de muchos hogares están por el piso, el hambre crece, las personas no tienen  trabajo y el virus  ronda por todo lado.

Hoy, más que nunca,  revivimos las palabras del médico porque al estilo de la mejor predicción, lo peor está por venir.

EDITORIAL

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