La pelea por la rectoría
Por: Hernán Castellanos Ramírez.
No hay recuerdo sobre hechos tan desafortunados en el nombramiento del rector en la Universidad Nacional; por lo que parece, no nacen necesariamente en la reunión del Consejo Superior Universitario (CSU) de marzo 26 del presente año, cuando se designó al profesor José Ismael Peña Reyes como rector de la misma para el periodo 2024-2027.
Lo que se puede deducir de todo lo que se ha presentado alrededor de dicho nombramiento es que al interior de la Universidad ya existía, de tiempo atrás, una pugna por el poder y el control de la misma, que fue aprovechado por el Gobierno Nacional para hacer valer sus intereses políticos en el proceso de definición de quien iba a regentar la Universidad más importante de Colombia.
No se explica de otra manera, el hecho que en el momento de decidir, quién debía remplazar a la primera mujer rectora de la UNAL, hayan personas que manifiestan la existencia de reuniones secretas por parte de miembros del CSU; como tampoco es normal que, a último momento se modifique la forma de votación para escoger al rector; así como no es usual que en el momento de la reunión para tomar la decisión, miembros del órgano superior de la Universidad alegaran amenazas a sus vidas como argumento para solicitar votación secreta.
¿Qué intereses existen?, ¿qué poderes oscuros hay detrás de este nombramiento como para qué sucedan todas estas situaciones?, hasta llegar al punto que los miembros del Consejo Superior Universitario reciban amenazas contra sus vidas por tomar una u otra decisión, eso es algo muy grave a lo que poca atención se ha puesto en medio de esta bochornosa situación. Todo lo anterior se convierte en un deprimente espectáculo que nos hace pensar qué clase de directivos hay en la Universidad Nacional y cuáles intereses los acompañan.
Es evidente que esa pugna doméstica, acusada por algunos como un golpe interno a la autonomía universitaria, fue aprovechada por el Presidente para entrar a influenciar la decisión del CSU en el nombramiento de rector de la Universidad y cuando se vio derrotado en la sesión de marzo 26, puso en dificultades a la ministra Aurora Vergara porque la obligó a entorpecer la posibilidad de posesionar al profesor Ismael Peña como rector y sabotear la continuidad del proceso alegando inconsistencias en el acta de la reunión aludida.
De ahí en adelante se salió todo de cauce, el Gobierno Nacional presionando, a través del Ministerio de Educación, para no dejar posesionar a Ismael Peña y este haciendo lo suyo para no dejar que echaran atrás su nombramiento, todo un galimatías digno de enmarcar, para no repetirlo. Aquí se perfecciono la vulneración de la autonomía de la Universidad.
Cada uno haciendo lo suyo; Peña, haciendo uso de las leyes se posesiona ante Notario frente a la negativa de la ministra y de un sector del CSU a darle continuidad a lo decidido, y el Gobierno Nacional, aprovechando el cumplimiento de periodos de algunos miembros del Consejo Superior, comienza a recomponer las mayorías perdidas; es así como cambia el delegado del Consejo Nacional de Educación Superior (CESU) nombrando al ex rector Víctor Moncayo, quien ya había aspirado a ser integrante del CSU a nombre de los ex rectores de la universidad y había sido derrotado por el ex rector Ignacio Mantilla, y a su vez ingresa la nueva delegada de los estudiantes, quien había anunciado ser aliada del gobierno.
¿Qué interés tiene?, ¿cuáles son las motivaciones del ex rector Víctor Moncayo para estar en el CSU de la Universidad?, ya que no descansó hasta convertirse en integrante del mismo, primero como delegado de los ex rectores, grupo en el que no lo logró, después como delegado del CESU donde sí pudo cristalizar su pretensión, pero además fungió todo el tiempo como jefe de debate de la aspiración de quien el Gobierno aspiraba a sentar en la rectoría.
Poca altura han demostrado tener los integrantes del CSU para tomar la decisión más importante, como es escoger el nombre de la persona que va regir los destinos del centro de educación superior oficial más importante de Colombia; parece más una pelea de comadres llena de intrigas, chismes e intereses bajo la mesa.
Finalmente, el Gobierno consiguió su propósito. La ministra decorosamente se escabulló, dejándole la decisión a su viceministro que adelantó la tarea sin sutilezas y forzando situaciones para poder sentar al nuevo rector Leopoldo Múnera que, en su primera declaración, anunció el apoyo desde la Universidad al proceso constituyente; mostrando como la politiquería se transversalizó en el nombramiento de rector de la Universidad Nacional, cuando era una decisión estrictamente académico-administrativa.
Asistimos a una función de opereta barata, que va significar muchos problemas jurídicos futuros para la Universidad y lo que aspiramos es que no vaya a tener incidencia en lo académico para bien de los 57 mil estudiantes que se educan allí.
AL MARGEN. Esperamos que la ministra Aurora Vergara no se vaya a escabullir a la defensa del proyecto de ley estatutaria de educación, después de conseguir unir al gobierno y la oposición en la comisión primera del senado y despertar la furia de Fecode y algunos integrantes del Pacto Histórico.
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