Defensoría del Pueblo acompaña jornada de siembra por la paz en Soacha

En Soacha se adelantó una jornada comunitaria que reunió a instituciones y habitantes alrededor de una actividad simbólica enmarcada en la Semana por la Paz y el Día Nacional de los Derechos Humanos.

En el asentamiento humano Brisas de la Esperanza, ubicado en la Comuna IV de Altos de Cazucá en Soacha, se llevó a cabo una jornada simbólica que unió a la comunidad en torno a la vida, la dignidad y la defensa de los derechos fundamentales. La Defensoría del Pueblo acompañó la iniciativa, denominada “Esperanza Viva”, organizada en el marco de la Semana por la Paz y la conmemoración del Día Nacional de los Derechos Humanos 2025.

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La actividad, impulsada por el Observatorio de Paz de Cazucá, espacio de encuentro y reflexión respaldado por la Defensoría desde 2017, reunió a cerca de 100 personas, entre habitantes del sector, organizaciones sociales, liderazgos comunitarios y representantes institucionales. Todos coincidieron en un mismo propósito: sembrar futuro en un territorio marcado por las dificultades sociales, pero también por la resistencia y el anhelo de transformación.

Un territorio en búsqueda de dignidad

El asentamiento Brisas de la Esperanza nació hace apenas cinco años, en medio de las dificultades para acceder a vivienda digna en Soacha. La pandemia de COVID-19 profundizó estas necesidades y obligó a muchas familias a buscar alternativas de cobijo, seguridad y comunidad en este sector de Altos de Cazucá, donde la vulnerabilidad se convirtió en motor de organización social.

Allí, las y los líderes comunitarios han impulsado procesos de protección para niños, niñas, adolescentes, mujeres en situación de movilidad humana forzada y personas mayores. Sus esfuerzos han buscado garantizar no solo techo y alimento, sino también espacios de integración, acompañamiento psicosocial y reconocimiento de la dignidad humana.

La siembra como metáfora de vida

Uno de los momentos centrales de la jornada fue la siembra de alrededor de 50 árboles, gesto que, más allá del acto ambiental, adquirió un valor simbólico: cada plántula representa la esperanza de que los derechos humanos crezcan, se fortalezcan y echen raíces en una comunidad que ha vivido de cerca la exclusión y la marginalidad.

Los habitantes se comprometieron a cuidar y nutrir estos árboles, entendiéndolos como una extensión de su propia lucha por la vida digna y como recordatorio de que la paz se construye con acciones cotidianas.

La jornada no se limitó a la siembra. Finalizó con un compartir alrededor de una olla comunitaria, espacio que, más que un cierre protocolario, se convirtió en un ejercicio de fraternidad y confianza. Entre alimentos preparados colectivamente y conversaciones cercanas, los participantes fortalecieron sus vínculos y reafirmaron la convicción de seguir construyendo un “Buen futuro hoy”, como lo expresaron los organizadores.

La Defensoría del Pueblo resaltó la importancia de acompañar este tipo de procesos, que permiten que las comunidades se reconozcan como protagonistas de su propio desarrollo y de la defensa de sus derechos. Para la entidad, escenarios como el de Brisas de la Esperanza demuestran que la paz no es un ideal abstracto, sino una tarea diaria que se nutre de la solidaridad, la organización y la participación activa de la ciudadanía.

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Con jornadas como esta, Altos de Cazucá se consolida como un territorio que, a pesar de los retos, se abre paso en la construcción de paz desde lo local, sembrando no solo árboles, sino también confianza, dignidad y vida comunitaria.

Foto: Defensoría del Pueblo

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