La odisea de los usuarios de Transmilenio en Soacha

Todos los días los miles de usuarios que se movilizan en Transmilenio deben enfrentar una situación “de novela”. La salida de sus casas para llegar hasta la estación San Mateo es el primer obstáculo debido a la falta de buses alimentadores, luego la inmensa y larga fila para ingresar o comprar el tiquete, enseguida el ingreso como tal y por último el abordo al articulado.


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Un usuario que viva en la comuna uno puede gastarse hasta 50 minutos para llegar a la estación San Mateo, mientras sale de su casa, espera en el paradero y se traslada a coger el articulado.

Al estar en la estación requiere entre 20 y 30 minutos para ingresar, dependiendo de la hora, aunque generalmente desde las 5:15 hasta las 6:30 a.m. la situación es similar. “Yo salgo de mi casa, en Quintas de Santa Ana, sobre las 4:30 de la mañana y mientras llego al paradero, espero y el colectivo se desplaza, llego a San Mateo sobre las 5:15 a.m., y ahí viene la otra demora porque la fila a esa hora ya llega a la mitad del puente”, narra Nidya Sarmiento, usuaria del sistema.

Ya en el puente, listos para ingresar a la estación, viene el otro dilema: “En mi caso todos los días llego a las 5:30 a.m. y generalmente me gasto entre 20 y 30 minutos para poder entrar. La fortuna mía es que siempre tengo cargada la tarjeta, de lo contrario sería más tiempo”, describe Antonio Peña, residente en la comuna cinco de Soacha.

Pero al estar dentro de la estación sigue la demora e incomodidad para los usuarios. “Las filas son demasiado largas y se hace mucha montonera porque no despachan buses. Hay veces son 10 ó 15 minutos entre un bus y el otro. Además la gente es muy imprudente, empuja y atropella sin importar si son viejitos o mujeres embarazadas; falta mucha cultura”, añadió Efigenia Guerrero, usuaria del sistema.

Para quienes abordan el G43 o G44 y su destino se encuentra cerca de una de las estaciones de la Autopista o la NQS, ahí termina la odisea, pero para aquellos que deben hacer transbordo su calvario aumenta porque donde se bajen tienen que volver a hacer fila para abordar, aguantar demoras en las frecuencias, empujones, malas palabras y hasta asedio y acoso.

Muchos usuarios están esperanzados en las fases II y III para que en la estación San Mateo no haya tanta concentración de público y sea más fácil abordar, aunque algunos consideran que eso no mejorará la situación porque lo que se necesita en Soacha es un sistema como el tren o el metro.

“Tanto cosa con fases II y III pero a nosotros nos va a pasar lo mismo que viven los que llegan a las estaciones León XIII, Terreros y Despensa, es decir, que los articulados ya llegan llenos, entonces va a ser peor el remedio que la enfermedad”, aseguró Liga Arévalo, usuaria del sistema.

Lo cierto es que el panorama para los usuarios de Soacha es complejo y no se vislumbra una solución a corto o mediano plazo para evitar tanta demora en el desplazamiento hacia Bogotá.

Las autoridades siguen dilatando el tema de los alimentadores y lo condicionan a que se concluyan fases II y III, aunque ya la anterior gerente de Transmilenio dejó ver su interés por suspender el servicio de alimentación a todo el sistema y sólo dejar los buses azules del SITP.

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