Ni soy histérica, ni estoy menstruando. Alzo la voz porque nos están asesinando,golpeando y violando, y lo seguimos justificando
El caso de Eileen Moreno me despertó mucha rabia, impotencia y hasta…resignación, dado que no tengo ningún tipo de esperanzas en un país que justifica el abuso y la violencia en contra de las mujeres. Pensé en las distintas formas en que hemos sido violentadas, para desembocar en los mecanismos que utiliza el machismo con el ánimo de perpetuarse, incluso, desde otras mujeres.
Entro a las redes sociales y encuentro a un tal @hayquejoderseno, quien escribe: “Ella tiene la culpa. Tanta gente bonita en este mundo como para uno andar de amores con maniáticos. Al enfermo se le nota la enfermedad desde el primer Whatsapp”.
-¿AAhhh?
Ese es el nuevo “usted dio papaya”, “usted le dio el ladito”, “para qué se viste así”, “para qué se pone a pelar el diente y con tanta risita”, “para qué se puso a tomar así”, “es que usted se lo buscó al comportarse de esa manera”; país inviable. Pero esto no solo lo dicen algunos hombres, los casos que más me entristecen son los de las mujeres misóginas, esas que odian al resto de mujeres porque las consideran como su competencia, porque asumen que cada mujer que se destaca es una rival en el “exclusivo” mercado masculino; es así, como me encuentro con una twittera, @panelarojas, quien dice: “Eileen Moreno algo hizo para provocar, a uno no le pegan por nada”. Podría mostrar muchísimos ejemplos con este mismo “…no estoy de acuerdo…pero…” que a la larga muestran lo que ya sabemos, las mujeres siempre seremos culpables de todo lo malo que nos pasa.
Triste ¿verdad? Lo más doloroso es que este tipo de expresiones no son exclusivas de ningún estrato social, ni corresponden a un grupo específico poblacional; aunque ustedes no lo crean, he tenido que lidiar con mujeres y hombres misóginos y machistas toda la vida; sobretodo en los grupos de trabajo; incluso, en la Academia. Algunas mujeres tienen dificultad para referirse a otras congéneres sin utilizar términos como “zorras”, “lobas”, “putas” y de más… y siempre compiten, en silencio y tras bambalinas, con otras mujeres; utilizando la intriga y el chisme como estrategias de destrucción. Otras utilizan el «Yo no justifico la violencia contra la mujer, pero…» ese “pero”, damas y caballeros, es otra forma de decir que sí la justifica, pero le da pena hacerlo en público. Y así, he encontrado varias ejemplos en las redes; algunos de ellos son: @danicalderona: #EileenMoreno tampoco es que ella este [sic] muy normal!! o el siguiente caso: @FadulViviana Yo estoy de acuerdo con el no maltrato de ninguna índole a la mujer .. ¿pero soy la única que piensa que #EileenMoreno está sobreactuada? ¿Pues es actriz no?”
La verdad es que a esta altura, no sé qué es peor, si el maltrato que recibió Eileen o la complicidad de aquellas (os) que justifican el hecho; porque el patriarcado ha creado mecanismos de supervivencia; incluso, desde las voces de las mismas víctimas, es decir, desde las mujeres. Pues algunas congéneres defienden patrones de conducta que están en detrimento de nuestro propio bienestar colectivo y palabras como solidaridad, sororidad, fraternidad y empatía quedan como adornos discursivos, si no se interiorizan y se convierten en una acción cotidiana.
Comentarios como esos trinos que justifican y naturalizan la violencia de género hacen que nuestra lucha se desvirtúe; ahora, quiero dejar claro, si bien es cierto que el patriarcado crea reglas de juego inequitativas para la mujer, es preciso señalar que, el sujeto agresor no siempre es un hombre. Pocas veces se habla de esa violencia que ejerce una mujer sobre otra(s), cuando cela a una “amiga” o considera que otra mujer debe ser su compañía exclusiva, como si fuera un objeto de su propiedad privada; cuando se ejerce la burla para pordebajear los aciertos de la víctima, cuando se lanzan juicios desde una superioridad moral imaginaria, que disfraza todas las derrotas y complejos estructurales de la agresora.
Quizás por eso, después de escribir esta nota me preparo para recibir reclamos e insultos de mujeres y hombres, y me veo en la tarea de aclarar: Ni soy histérica, ni estoy menstruando. Alzo la voz porque nos están asesinando, golpeando y violando, y lo seguimos justificando; incluso, las mismas mujeres.
Gincy Zárate Mendivelso
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