MANE, personaje 2011

Muchos coincidirán con la designación de la MANE (Mesa Amplia Nacional Estudiantil) como personaje de 2011, pero posiblemente por razones que pueden diferir. En noviembre algunos analistas elogiaron que, contrario a hace 40 años, no son “grupos juveniles de organizaciones políticas”, ni “múltiples grupúsculos y siglas”, “muy relacionados con las izquierdas”. “El actual no es el brazo de ningún partido”. Otros, plantearon que el desarrollo del movimiento mostró que “Santos tiene un talante democrático y es alguien abierto a retroceder o modificar”, o que “donde dejen meter a los políticos perderán el apoyo de la opinión”.


No creo que lo anterior sea lo relevante. Se emitieron también juicios con cierto aire de ecuanimidad como: “los jóvenes lograron una victoria, pero, igualmente, Juan Manuel Santos, al retirar el proyecto”; o que fue un típico con “cara gano yo y con sello pierde usted”. Pero en realidad lo democrático era no haber presentado el proyecto, que a todas luces es profundamente reaccionario y depositaba en manos de negociantes, preferencialmente extranjeros, el proyecto de construcción y creación de conocimiento nacional, estratégico para un país. Derrotar tan nefasto propósito fue el gran triunfo del movimiento.

En segundo término, se debe destacar el papel de liderazgo de los estamentos de las principales universidades públicas, empezando por la Nacional, pero sin omitir los aportes de las privadas, laicas y de inspiración religiosa. ¿Cómo no reconocer, verbigracia, los aportes de Francisco Piedrahíta, de ICESI? MANE cohesionó un movimiento masivo, nacionalista y civil, que trascendió el ámbito educativo, y, aunque a algunos les suene feo, anti-colonialista. Contendió contra que, en el marco del libre comercio, la educación superior se torne en nicho de lucro de grupos internacionales de capital privado. No se olvide que objetivo necesarísimo en épocas de crisis donde los inversores buscan a toda costa colocaciones para sus excedentes. ¡A qué “locomotora” le pusieron el ojo!

Finalmente, se destaca el reagrupamiento del estudiantado colombiano en tres direcciones: organización, educación y propaganda. Es necesario que se unifique como interlocutor social válido y representativo, pero, también, es trascendental que se haya planteado el debate sobre la financiación, la democracia, la autonomía, los contenidos curriculares y el papel de la universidad en la sociedad y, algo que aparece subyacente: la discusión acerca de la real situación de Colombia, del país que tenemos. Al revés de lo que piensan asépticos estudiosos, los políticos juegan en esto y desatinadas opiniones al respecto impiden, en el fondo, que se cristalice entre todos la aspiración primera de los jóvenes de esta generación: un país soberano y democrático.

Así como las castas dinásticas promueven a sus delfines, en la MANE puede estar el relevo de la otra Colombia, silenciosa, lejana y proverbial actriz de reparto, que comenzó a ponerse en pié.

Twitter: @AurelioSuarez

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