Guatavita caso exitoso de gestión ambiental

La corporación AutónomaRegional de Cundinamarca tiene en su haber institucional un caso de éxito de gestión de un área protegida: la conocida laguna de Guatavita.


n efecto, hace cerca de diez años se produjo un llamado de atención por el avanzado deterioro, producto del inadecuado uso de la tierra y de las desordenas visitas al emblemático sitio. Gracias a la respuesta oportuna de la conocida entre nosotros como la CAR, hoy los colombianos y quienes nos visitan tenemos un sitio de interés nacional para visitar y aprender.

Sobresale la forma como, a través de capacitados y comprometidos guías, el visitante nacional y extranjero es introducido con sumo respeto al conocimiento del sitio. La adecuación de la infraestructura es ejemplar: se inicia con caminos duros externos rodeados de hermosos jardines seminaturales, que poco a poco se van desvaneciendo en senderos a medida que se internan en los matorrales y la vegetación silvestre, hasta alcanzar unos miradores desde donde se divisa el esplendor del sitio.

Todo un éxito de diseño. La naturaleza sigue recuperándose con hermosos bosques altoandinos y la laguna misma, que es el centro de la reserva, aparece como una joya bien protegida de la naturaleza colombiana.

Un ejemplo a seguir en otras áreas de conservación menos protegidas y sobre las cuales en ocasiones se entra en discusiones y decisiones que las apartan del fin para las cuales son constituidas. En este caso, el punto central a rescatar es el adecuado manejo del sitio, acorde con sus valores naturales e históricos.

La primera institución que debe recoger esta lección es la misma CAR, para la cual la laguna hace parte, no de un sistema de áreas protegidas como tal, sino de un conjunto de parques recreativos.

Por supuesto, parte del importante logro que con gusto reseñamos es que algunas de las tierras fueron adquiridas por la corporación, haciendo posible la administración directa con fines de conservación. Podría considerarse en el corto plazo la ampliación de la reserva, porque es muy pequeño lo que hoy está protegido y los ecosistemas en recuperación podrían ofrecer a los visitantes mayor valor ecológico.

Ojalá en el futuro pudiéramos encontrar sitios así de bien manejados en la región central del país, comenzando por el Distrito Capital, que ostenta en el papel una flamante “estructura ecológica principal”, mientras acusa un déficit notorio de gestión de áreas naturales protegidas que expresen un equilibrio entre la conservación y la recepción de los visitantes. ¿Qué tal áreas protegidas como ésta en los cerros Orientales, en el escarpe exterior de la Sabana, en algunos de los páramos vecinos o en los humedales? Ya vemos que sí se puede cuando hay claridad de propósito y compromiso institucional.

Fuente: Elespectador.com

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