‘Fiscales y jueces tienen las herramientas para impedir el vencimiento de términos en casos de violación de derechos humanos’
Esta fue una de las frases que mencionó el candidato a la presidencia Antanas Mockus, al referirse al tema de los mal llamados ‘Falsos Positivos’. Habló también de la situación actual de la educación en Colombia, y en general expuso su propuesta de gobierno en temas de interés juvenil.
Periodismo Público:, ¿Qué análisis hace usted de la situación actual de la educación en Colombia?
Antanas Mockus: Bueno, hoy en día hay enormes avances en cobertura educativa, sin embargo estamos por detrás del promedio de América Latina y hay una desigualdad fuerte con respecto a la diferencia campo – ciudad, los jóvenes del campo tienen 2 años y medio o tres años menos de formación.
La educación en ciudadanía se ha tenido que hacer en Colombia en buena parte por fuera del sistema educativo; podría decirse que parte de los profesores no se interesan en los temas de comportamiento ciudadano y otra parte de los profesores, posiblemente desarrollan una mirada muy crítica de las instituciones vigentes y en algunos casos el sistema educativo propaga justificaciones de la violencia o de la ilegalidad. En ambos casos, el análisis crítico y el análisis de la repercusión de las justificaciones, entra en juego el rigor académico, es decir a mayor rigor académico pues hay mayor capacidad crítica fundamentada, más capacidad para discernir las tendencias buenas y malas y mayor capacidad para acercarse a la realidad que es compleja. Si los maestros estuvieran orientados más claramente a educar en ciudadanía, esto ayudaría a que esa educación fuera realmente efectiva.
P.P: ¿Podría decirse que se está dando prevalencia a la formación en destrezas técnicas y tecnológicas relegando la formación en ciudadanía?
A.M: Si y no, hay ciertas competencias o habilidades que la persona puede usar o no usar. Por ejemplo, si alguien muestra que es competente para multiplicar, pero no ‘le da la gana de multiplicar’, simplemente no multiplica.
La idea de formación era más potente en el sentido de creación de imperativos morales en las personas, uno puede ser honrado si le da la gana o uno puede ser honrado porque así se define, esa es su identidad, así se formó y así quiere ser. Llamaría la atención todo el tema de justificaciones morales y todo el tema de comportamiento, no sé si es más la familia o el sistema educativo o los medios de comunicación los que siembran justificaciones al comportamiento ilegal o violento.
P.P: Qué se debe hacer ¿enfatizar únicamente en la formación técnica y tecnológica o un equilibrio entre esta y la formación universitaria?
A.M: Ese es un viejo dilema entre vocación personal y mercado de trabajo. Uno de joven tiene de frente 5 o 6 decisiones grandes, una de ellas es si sigue estudiando y qué estudia. La tendencia es que si se siente una vocación se debe seguir, pero si se sigue muy fuerte la vocación se corre el riesgo de que eso se convierta en un ‘hobby’, pues no siempre se encuentra una armonía entre vocación y mercado laboral. La invitación es a escuchar la vocación, hay argumentos sobre mercado de trabajo, y se debe ser muy bueno o quizás excepcional en lo que se hace para terminar siendo alguien bohemio. Por ejemplo, entre los estudiantes de música, de cada 100 graduados 90 terminan tocando en bares y algunos 9 u 8 se dedican a la docencia universitaria y tan sólo uno sale a ser el músico famoso y reconocido. En Colombia hay muy pocos técnicos y tecnólogos, y mucho profesional termina trabajando en labores de técnico y tecnólogo sin prepararse para ello. Se pierden uno o dos años de formación, propiciando que la gente se sienta frustrada en sus expectativas.
Hay que matizar eso, mucha gente sale del SENA muy feliz con su cartón de técnico o tecnólogo. Inclusive muchos se salen de la modalidad de técnico y tecnólogo para acceder a la formación universitaria en universidades que gozan de mucho reconocimiento, pero logran hacer un buen postgrado en una universidad muy reconocida.
P.P: Respecto a la situación y a la problemática reciente que han enfrentado las universidades públicas, ¿De qué manera se puede buscar un equilibrio en la administración de los recursos que destina el gobierno para la educación?
A.M: Ese es un problema ‘endiablado’, el Ministerio de educación ha sido exitoso en promover el crecimiento de la cobertura en el sector público y lo ha hecho haciéndole sentir a las universidades que la tendencia es remunerarle a la universidad por cada estudiante formado. Además se compara con las mejores universidades privadas el tema de los ‘costos unitarios’, ¿por qué en la Nacional un estudiante puede costar casi el doble por un año de lo que cuesta en el Externado o los Andes?, pues digamos que al principio esto escandaliza notablemente. Para algunos resulta mucho más fácil y más barato cerrar la Universidad y becar a los estudiantes en las universidades privadas. Obviamente ese raciocinio no tiene en cuenta que uno de los productos de la universidad es la investigación, la extensión y de manera un poco más amplia, sostener la intelectualidad relativamente independiente.
P.P: ¿Cómo reorientar las políticas estatales para dar prioridad a temas como la educación y la salud?
A.M: Evidentemente el camino más corto y más fácil sería que los propios grupos armados se desmovilizaran proponiendo exactamente esa ecuación. Supongamos que en un ataque de sensatez las FARC dicen: ‘ya entendimos que el secuestro no es el camino, ya entendimos que para llegar al poder se puede acceder democráticamente’, así como nos gusta en nuestro caso, aquí en el partido. Que las FARC depongan las armas el próximo 7 de agosto y propongan que todos esos recursos que se canalizan para la guerra, se destinen para la salud y la educación. Vendría una discusión sobre otros actores armados y la necesidad de aumentar el pie de fuerza del ejército, la policía y también de jueces, esa es mi posición actual. En un Estado de derecho no basta que exista un monopolio de la fuerza, también se necesita que haya un monopolio de la justicia. No se puede reducir el gasto en seguridad, hay que aumentar los impuestos un poco y con parte en ese aumento, financiar el fortalecimiento de la justicia. Los grupos armados al margen de la ley son el principal disparador del gasto militar, uno mira el histórico y encuentra que Colombia se demoró en reaccionar a la violencia con más inversión militar. De algún modo se subestimaba el poder desestabilizador de los grupos armados ilegales. Si además se mira la lucha antinarcóticos, eso es algo que también le cuesta mucho al país y en esto si viene un proceso pedagógico que nos desmonta del narcotráfico y nos llena de razones para no incurrir en él, que corrige a las familias y produce un abandono masivo de dicha actividad, ahí pueden parecer recursos importantes para la educación.
P.P: ¿El servicio militar obligatorio puede ser una forma de reclutamiento forzoso?
A.M: Si lo es con menores de edad, sí; pero si es con mayores de edad técnicamente no es reclutamiento forzoso. Es un tema interesante, en Francia hay objeción de conciencia, pero la ley que permita la objeción de conciencia no puede ser divulgada y cada rato se ven jóvenes apresados por haber divulgado dicha ley. El joven debe sustentar las razones por las cuales no quiere prestar el servicio militar, sólo valen razones filosóficas y religiosas, no valen razones políticas y más de una vez hay discusión por que se presentan argumentos políticos. Quien hace objeción de conciencia, hace servicio militar por el doble de tiempo, es una solución que ha encontrado la sociedad para mantener el servicio militar obligatorio. Hay que explorar qué han hecho otras sociedades al respecto, en Colombia generalmente la gente de clase media y alta compra la libreta militar y así las cosas se conforma un ejército de sólo jóvenes pobres.
P.P: ¿Sería viable para el país eliminar el servicio militar obligatorio, a fin de beneficiar a muchos jóvenes, liberándolos de lo que para ellos puede ser un yugo?
A.M: Volvemos al tema de impuestos, cantidad de decisiones políticamente atractivas dependen de acopiar los recursos, pues si se sube demasiado los impuestos, se puede poner en peligro la inversión o podría no haber inversión. Sólo soldados profesionales es posible, pero es más costoso; entonces se debe indagar sobre si la gente del común estaría dispuesta a pagar 50.000 pesos más de impuestos para cubrir la diferencia entre soldado raso y soldado profesional.
P.P: Con los nuevos casos de ‘Falsos positivos’ que se han presentado en Antioquia y los recordados casos de Soacha, sumado al reciente vencimiento de términos por el cual varios militares implicados en este caso quedaron en libertad, ¿Cómo evitar la impunidad?
A.M: Los fiscales y los jueces tienen las herramientas suficientes para tratar de impedir el vencimiento de términos, algo ayuda la presión internacional, pero es desagradable, pues varios organismos internacionales literalmente se nos han ‘metido al rancho’ a juzgar nuestros adelantos o nuestros retrasos. A veces creemos que podemos manejarlo solos, pero la gravedad de esas violaciones a los derechos humanos es todavía tan alta que uno entiende que los organismos internacionales intervengan. Si no intervinieran la impunidad sería aún más alta, esa justicia internacional ha llegado a concretar sanciones contra el Estado colombiano como en el caso de la masacre de Trujillo y otros casos en los que se nota que la intervención internacional corrige errores de la justicia colombiana. Me alegra que los derechos de estas personas sean respetados, lamento que la justicia en Colombia no actúe con rigor y no es que la justicia colombiana esté colapsada, sino que existen casos que como mínimo tiene falta de diligencia. Los mecanismos judiciales nuestros deberían ser suficientes para asegurar el cumplimiento de nuestra constitución, la paradoja es que a veces no cumplimos nuestra constitución y se hace necesario que actores externos nos presionen para que la cumplamos.
P.P: Ya para terminar, doctor Mockus. Una de las razones que motivó la ejecución de los ‘Falsos positivos’ fue la presunta vinculación de algunas de las víctimas a actividades ilícitas, ¿Cómo evitar que los jóvenes sigan siendo víctimas de este fenómeno?
A.M: Bueno, lo macabro de los mal llamados ‘Falsos Positivos’, porque son crímenes de Estado, es que se presenta a un inocente como un guerrillero muerto en combate. Tal vez algunos jóvenes eran consumidores de droga y obviamente esta fue la iniciativa para el terror, como una operación de limpieza que acompañe el uso de los cadáveres para reclamar recompensas agrava severamente el hecho de sembrar terror en la comunidad o en los jóvenes con ciertas condiciones y viceversa. Que las víctimas de los ‘Falsos Positivos’ tengan antecedentes o comportamientos malos agrava a mi juicio la desaparición y asesinato de estos. Es como una forma de terror contra la ciudadanía agravada por el hecho de conceder incentivos o permisos, ascensos, bonificaciones. Que alguien cometa crímenes atroces y que además lo estimulen por eso… lo segundo agrava lo primero.
Samuel Augusto Gallego Suárez
Periodismopublico.com
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