Mejora de la calidad de vida
¿Cómo hago para mejorar mi calidad de vida? ¿Salir a vacaciones? ¿Garantizar el estudio a mis hijos? Estas y otras preguntas implican retos de superación personal y mejoras significativas que tienen implícita un objetivo: buscar una mejor calidad de vida, lo cual constituye nuestro debate diario.
Las sociedades y los estados responsables también se plantean estos interrogantes. Los municipios y las ciudades se preocupan por lograr la creación de plazas suficientes para cupos educativos, una cobertura adecuada de salud, una buena infraestructura vial, entre otras cosas, lo que en general muestra la preocupación constante de la administración pública.
Los estados también tienen responsabilidades. En la misma Constitución se endosan responsabilidades que tienen como objeto la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, tal vez a otro nivel, como el recaudo del tributo, la administración de justicia y el monopolio de la fuerza, en aras de construir ambientes seguros y aptos para el progreso de sus ciudadanos.
La solución a estos interrogantes no es breve como creen algunos. Mediante flujos de dinero fácil, rápido y sin ninguna educación para la construcción de proyectos de vida, dineros no trabajados y sin objetivos, se envilece el proceso y se desperdician los recursos buenos.
En un Estado que no sabe construir riqueza, los dineros de aparición súbita en sus caudales hacen que no se tomen las decisiones administrativas adecuadas y que estos fondos a la postre sean remedios peores que la misma enfermedad. Por esta razón se pierden cuantiosas sumas entre los dedos de los funcionarios, por muchos factores, por la falta de valores, conocimiento y experiencia que los lleva a adelantar procesos inacabables, costosos y nada pertinentes. Los resultados de esos proyectos son obras abandonadas, inconclusas, generando frustración y resentimiento.
A nivel personal la situación es similar. Dineros que llegan repentinamente, a los cuales no se está acostumbrado y no sabe administrar, como las loterías, en el mejor de los casos, o como consecuencia de una actividad ilegal, son dineros que no logran ningún objetivo en los proyectos de vida. La relación esfuerzo-ingreso es desproporcionada, totalmente desbalanceada; termina por no aportar al final los réditos necesarios para permitir a las personas, al cabo de tres o cuatro años, decir que pudieron construir un proyecto de vida alrededor de ese ingreso extraordinario.
La ONU, con la intención de determinar la razón de las diferencias entre los estados, mide la calidad de vida según los años de escolaridad, los ingresos promedio que se obtienen por familiar y su número de integrantes.
Los años de escolaridad en el núcleo familiar se miden por la sumatoria de los años de estudio realizados por cada uno de los integrantes, dividido por el número de ellos. En países desarrollados este indicador está alrededor de los doce años; en Colombia estamos alrededor de los siete y medio, y en el municipio de Soacha hay comunas que oscilan entre cuatro y medio y los cinco años de escolaridad.
El ingreso que delimita la pobreza con la dignidad está en mil dólares por persona, aproximadamente un millón novecientos mil pesos. Un grupo familiar de cuatro personas, compuesto por papá, mamá y dos hijos necesitarán para una vida digna siete millones seiscientos mil pesos, en Soacha tenemos familias de más de dos personas viviendo con un mínimo de seiscientos diez y seis mil pesos…
Si me preguntan cómo podría mejorar mi calidad de vida, les respondería: estudiar, ahorrar y teniendo la menor cantidad de hijos posible.
Erwin Rubiano R.
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