Dígame licenciado
Así, tal como leen, queridos lectores, algunos directores, secretarios, incluso funcionarios X, del querido municipio de Soacha, tienen el carácter, descaro, atrevimiento, arrogancia o simplemente insensatez, o tal vez todo juntico, de solicitar y exigir «respeto», por cuanto los llaman por su nombre y no les dicen como debe ser: «Doctor(a)».
Cuando, en ese marco de irrespeto, les recuerdan que no tienen estudios de doctorado como Peñalosa, de manera ingeniosa y cual miembros de la realeza, ya tienen otros títulos nobiliarios alternativos por los cuales pueden ser nombrados: jefe(a), director(a), don(ña).
Jamás se les debe llamar por sus nombres, será por lo de Harry Potter: el innombrable, seguramente creen que al «inspirar» cierto miedo frente a su nombre lograrán el famoso temor reverencial.
Puede ser que en el fondo de su corazón tengan algo de conciencia y vergüenza, al llevar el nombre con el cual sus progenitores los denominaron y como su desempeño no es digno de orgullo prefieren no deshonrarlos y en consecuencia buscan ser reconocidos por el mote, alias, seudónimo o apodo de «doctor».
Imagino que están pensando, ¿Cómo se le ocurre generalizar?, no todos son así, pues sí, son así, todos aquellos que se atreven a tomarse el tiempo de exigir el “dígame doctor”, en lugar de trabajar, representan un irrespeto para sus ascendientes, una familia, que seguramente se quebró el lomo para formar profesionales a los que por el camino se les olvido ser personas.
La cosa no termina ahí, los honorables «doctores» con orgullo reclaman que están cansados de tener que gritar y pelear con los subalternos que no entienden, que no hacen caso, ¿quién les dijo que tienen derecho a gritar?, los gritos son una forma de maltrato y ningún cargo da el derecho de alzar la voz.
De vez en cuando una discusión se torna acalorada y la voz se sale del marco, puede pasar, aquí tampoco se trata de ser inmaculados, pero que se convierta en rutina, no queridos(as) doctor(as), el que alguien trabaje en la Alcaldía y tengan algún tipo de relación con ustedes, no les da el derecho a pasar por encima de la dignidad de nadie, para su información «no tienen esclavos».
Como si fuera poco cuando pegan el grito ni siquiera se toman la molestia de darse cuenta cuántos ojos los están observando, una comunidad usuaria de la administración pública que ve cómo los recursos que pagan, se van en madrazos.
Ahora que les pidieron la renuncia protocolaria, todos ustedes que exigen los llamen como «doctores», y andan gritando, mejor quédense por fuera de la administración pública y hagan la tarea de formase en doctorados que aporten al territorio.
Si creen que esto es grave, la ñapa, cuando por protocolos de seguridad se exige de algún funcionario que se identifique, con toda su calidad humana dicen «¿Usted no sabe quién soy yo?», y toca responderles «sí, doctor, pero igual identifíquese».
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