¿Humedales de todos o de unos?
El municipio de Soacha, lejos de ser una urbe poblacional,
debe ser visto como como un territorio de gran proyección rural y ambiental, es
por eso que consolidar y ejecutar políticas medioambientales que respalden el
bienestar ecológico del municipio en pro del mejoramiento de la calidad de vida
de los soachunos, debe ser prioridad para el gobierno municipal. Por esta razón
hoy le seguimos las huellas a los humedales Tierra Blanca y Neuta.
Estas zonas de alto impacto ambiental están ubicadas sobre la muy conocida vía Indumil. El humedal del Neuta se sitúa entre las unidades de vivienda Quintas de la Laguna y Parque Campestre, y muy cerca de este, entre lo que hoy se conoce como Compartir, allí se puede encontrar el humedal de Tierra Blanca.
En Soacha existe una ausencia de políticas ambientales claras, pensadas para concientizar a la ciudadanía sobre el cuidado de dichos espacios, pues estos son parte vital para el desarrollo y la construcción de una Soacha de cara al futuro. Es preocupante el estado de abandono en el que se sumergen hoy el humedal de Tierra Blanca, pues las acciones y estrategias planteadas por el gobierno municipal carecen de la eficiencia necesaria para generar un impacto positivo en la ciudadanía y el medio ambiente.
Al analizar el contexto demográfico del humedal (Tierra Blanca) se perciben algunas
inconsistencias e irregularidades; en tal virtud, comencemos por analizar la
responsabilidad del municipio en cuanto al control que este debe hacer sobre la
expansión de las unidades de vivienda circundantes en la zona. En febrero 1 de 2006, el Ministerio de Ambiente,
Vivienda y Desarrollo Territorial, consignó los parámetros para la
delimitación de los humedales. En concordancia con esto, el decreto antes
mencionado, en el Método de campo, paso número 5, estipula lo siguiente:
“Una vez determinado el límite del humedal objeto de estudio, se
procederá a establecer una franja paralela de protección, a que aluden los
artículos 83 literal d), y 14 del Decreto 1541 de 1978, constituida por una
franja paralela a la línea de mareas máximas o a la del cauce permanente, hasta
de 30 metros de ancho, que involucra
las áreas inundables para el paso de las crecientes no ordinarias y las
necesarias para la amortiguación, protección y equilibrio ecológico del humedal
y el mantenimiento permanente de su zona de transición”.
Pero la realidad que enfrenta el humedal de Tierra Blanca, no es tan favorable como
se aprecia en el papel. Al recorrer el perímetro del humedal se observa que no
se han establecido claramente los límites de la marea máxima, como tampoco los
de su cauce permanente; la prueba de esto es que muy cerca de este cuerpo de
agua podemos observar edificaciones, una de ellas el recién inaugurado Megacolegio Paz y Esperanza, el cual se
encuentra a no menos de los 30 metros antes mencionados; allí se evidencia la
falta de gestión frente al desarrollo óptimo del brazo hidráulico e hídrico de
los humedales.
Pero la presencia de dicha institución educativa no es el
único enemigo que enfrenta el humedal de Tierra
Blanca, las construcciones de vivienda asentadas cerca de este ecosistema
son la principal fuente de contaminación, debido a que el humedal recibe las
descargas residuales provenientes de estas unidades de vivienda, lo que denota
que el municipio ha sido permisivo con la entrega de licencias de construcción,
sin antes hacer un estudio serio del conjunto de humedales donde hoy pulula la
conurbación.
Es obligación del municipio brindar protección a estas
zonas hídricas que albergan una gran diversidad de especies, que al día de hoy
están registradas en eBird, base de
datos en línea donde se ha registrado la biodiversidad circundante a los humedales de Tierra Blanca y Neuta, (https://ebird.org/home). Más de 24 especies de aves cohabitan con los
soachunos en esta zona como lo son: el
Tirano Melancólico, la Golondrina Ventriparda, el Chochín Criollo, el
Cucarachero de Apolinar, el Jilguero
Andino, entre muchas otras. Además
en este ecosistema también se pueden encontrar
roedores, insectos, víboras, etc. Creemos que es de vital importancia
considerar este ecosistema como parte integrante del municipio, evidentemente
no se está garantizando la preservación del espacio, y esto puede desembocar en
la desaparición del ecosistema.
La situación antes descrita podría interpretarse como una
falta de control por parte de la Alcaldía
de Soacha, que ha entregado los recursos naturales del municipio al olvido
y por ende a su desaparición, dando prioridad a una intención urbanística que
no contempla la conservación del medio ambiente, ni el mejoramiento de la
calidad de vida de los ciudadanos.
Todo este conjunto de dificultades, por llamarlo de alguna manera, es la suma de un sinnúmero de irregularidades que han llevado a la situación hoy mencionada. Ahora, aunque tarde, es necesario que la administración municipal ejecute un plan de contingencia asignando responsabilidades participativas que involucre activamente a toda la comunidad soachuna. Creemos firmemente que las instituciones educativas y la administración municipal deben trabajar en una propuesta pedagógica que permita crear conciencia en las comunidades que habitan y conviven con los humedales, y por qué no, construir una identidad soachuna real, dada por el conocimiento y la apropiación de su propio entorno, la conservación y la defensa del medio ambiente, para realmente llegar a esa Soacha distante para vivir mejor.
Autores: Jeisson Fonseca, veedor ciudadano y analista financiero – José David Ramírez, docente de lenguas castellanas – Breidy Rivas, técnico ambiental e historiador soachuno.
Siga a Periodismo Público en Google News. Suscríbase a nuestro canal de Whatsapp