Al tablero con el profe: Las nuevas generaciones no creen en la Semana Santa

Recuerdo con nostalgia la importancia de la semana santa para los que somos católicos, dos décadas hacia atrás, nuestros padres comprometidos con la fe nos enseñaron a guardar un profundo respeto por los días santos; en las zonas rurales se alistaba la leña, se arreglaba la casa, se trabajaba en los cultivos y labores del campo hasta el miércoles. Jueves y viernes santos eran demasiado sagrados, sus mejores trajes para las procesiones, sombreros bien cepillados, los niños con sus padres de la mano acompañaban en largas caminatas que organizaba el párroco del pueblo.


Escuchar el sermón de las siete palabras alrededor de un radio, en medio de un silencio sepulcral no tenia vuelta de hoja, quienes por picardía de niños jugaban, recibían los más fuertes azotes. Mientras tanto en las ciudades los mas encopetados, ricos o pobres, participaban de las procesiones, el lavatorio de pies y el sermón de las siete palabras, luego la compañía al santo sepulcro, se escuchaba música religiosa, o moderada, el pescado seco toda una tradición era sagrado, una realidad de a puño, es la fe consagrada por el amor hacia ese ser infinito llamado Jesús, Jesucristo, Yhave, Jehová o chuchito bendito.

Tristemente en el año 2011, la semana santa perdió su poder de convocatoria hacia sus fieles, la fe desapareció como por encanto al peregrinar de nuevos significados religiosos, jueves o viernes, santos, dejaron ser días especiales de la semana santa.

Los católicos estamos alimentando la ignorancia, cuando en la semana sagrada, usted perfectamente encuentra las canchas de tejo llenas, las tiendas venden más cerveza que comida, para los dueños de las tabernas son días que perfectamente se convierten en su apogeo, son los jóvenes, adolescentes quienes al ritmo del reggaetón, hip – hop, rap, perreo y choque, con sus movimientos sensuales como eróticos, se confiesan amor eterno, mientras en la iglesia del lado , las abuelitas con sus rodillas peladas, han rezado un buen numero de rosarios.

Los parques son la atracción del juego; mientras están en el derroche de energía pasa una procesión, jóvenes en chancletas, otros en pantaloneta, o vestidos con colores pastel, cortes de cabello raros, son fáciles de distinguir, en medio de cuanto abuelo o abuela acompaña al párroco del sector. En las casas ya no hay cantos gregorianos, se escuchan ladridos de rock industrial, don Omar, los ídolos del pueblo, o como diría mi abuela, música diabólica.

Pero, quienes podemos recomponer esta desidia?

• La iglesia católica, como institución debe ser más abierta y democrática, sus misas ser mas consecuentes con la actualidad para que los jóvenes se acerquen a compartir la fe, dejando de lado la cruz de la pedofilia, sexo y corrupción que algunos sacerdotes guardan bajo el clériman; algunos de ellos han sido los responsables de la decidía por parte de los jóvenes con la iglesia al no sentirse representados por verdaderos sacerdotes.

• Son los sacerdotes quienes con su compromiso cristiano están pendiente de sus fieles, ellos desde el miércoles de ceniza deben estar con el ciudadano, colocando la ceniza y no dejar este oficio a cualquier borracho que colabora, deslegitimando su oficio.

• Cuántas iglesias católicas han ayudado en esta emergencia invernal, la iglesia como institución recibe su diezmo, pero parte debe regresar a los más pobres y desvalidos, así lo afirmó el Documento de Puebla, cuando un centenar de sacerdotes pertenecientes a América Latina se rebelaron contra la posición de la Iglesia, por ello crearon la teología de la liberación, incluso ante la injusticia de la curia, varios sacerdotes crearon grupos insurgentes.

• La Familia, como célula social, olvidó la responsabilidad moral que le asiste en mantener vivo los valores cristianos de generación en generación, convirtiéndose en el detonante primario contra la iglesia.

• Los medios de comunicación, quienes olvidaron su verdadero objeto social para someterse al imperio del dinero y acabar con su programación llena de valores cristianos.

• El Estado colombiano, quien a través de la libertad de cultos, abrió la brecha, que zanjó diferencia entre los creyentes.

• La educación colombiana, ya que olvidó la importancia de la formación en valores, cambiándolos por la tecnología; la empresa y otras arandelas traídas de otros países quienes la desecharon por malas pero que en Colombia las ven como lo último en guaracha.

Quienes mantienen viva esa fe católica, los felicito, tenemos que continuar evocando la tradición de nuestros abuelos, mientras tanto reflexionaré con mis muchachos en el colegio, como maestro, también tengo la culpa.

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