A los productores de mango del Tequendama les falta gobernanza

Los miembros de las organizaciones de productores de este territorio no tienen claridad sobre sus funciones y obligaciones, lo que limita su participación solo a buscar beneficios materiales enfocados en la productividad de sus cultivos, sin influir en las decisiones sobre políticas públicas.

Estos fueron los hallazgos de Ingrit Carolina Castiblanco Soriano, candidata a magíster en Gestión y Desarrollo Rural de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien investigó cómo las asociaciones de productores de mango –una de las actividades agrarias más relevantes en esta región– han desarrollado mecanismos de coordinación, y qué tan efectivos resultan para generar “sinergias” que les permitan influir en la gobernanza.

Según explica, este concepto se entiende como las acciones emprendidas por una comunidad para intervenir en la construcción de políticas que la beneficien. Pueden ser cosas tan sencillas como conseguir un espacio en una plaza, hasta influir en la permanencia o no de un alcalde en el cargo.

La magíster partió del “marco analítico de gobernanza”, una metodología desde la cual se analiza cómo se están dando las acciones generadas por la comunidad, considerando aspectos como los actores que participan, las problemáticas que enfrentan y los espacios en que interactúan, entre otros.

Además recurrió al “análisis de funcionalidad” de las organizaciones para determinar cómo estaban conformadas y qué necesitan para ser realmente funcionales, además de un análisis de redes sociales para profundizar en la manera como establecen relaciones entre ellas y con otros actores del territorio de mayor poder –como la Gobernación de Cundinamarca o la Asociación Hortofrutícola de Colombia (Asohofrucol)– usando variables como confianza, cooperación, proximidades geográficas y organizativas, entre otras.

Dicho proceso se complementó con un análisis documental de las normas y los proyectos que se han desarrollado para las organizaciones de productores de mango en la región.

Esto evidenció que aunque las organizaciones de productores son un actor estratégico –porque desarrollan estrategias y movilizan recursos para transformar los territorios–, su actividad se limita a ser instrumento para ejecutar los proyectos establecidos desde el gobierno departamental y gremial, enfocadas en el fortalecimiento técnico y con poca incidencia en el desarrollo de las capacidades organizativas para la acción colectiva.

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