Al oído del presidente
Por: Hernán Castellanos Ramírez
Llevamos poco más de veinte días desde que pasó la marcha sindical en conmemoración del Día Internacional del Trabajo, en la cual el presidente Petro se apropió de las mismas y a cambio de cumplir el mandato constitucional según el cual “simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos” (1). A lo único que se ha dedicado es a robustecer y profundizar su discurso ideologizado que agudiza la división entre los colombianos.
Una semana entera la dedicó a recorrer parte del país con la gira que denomino “el gobierno con los barrios populares”, visitando varias capitales de departamento, incluidas Bogotá y Soacha como inicio de la misma, durante todo el recorrido lo único que hizo fue lanzar diatribas contra todo aquel que no esté de acuerdo o haya expresado insatisfacción con su propuesta de gobierno, y digo propuesta porque de obras y realizaciones el gobierno del cambio muy poco ha mostrado.
Eso es lo que definitivamente tiene a todos pensando, propios y extraños, a esta altura consideran que es muy poco, por no decir nada, lo que hay para mostrar; se han pasado 22 meses, prácticamente la mitad del periodo presidencial sin que a hoy exista algo concreto para mostrar por parte del primer gobierno de izquierda en Colombia.
La totalidad de los esfuerzos del gobierno han estado centrados en cultivar un discurso ideológico, dividiendo a los colombianos; sin mirar en su interior todo lo que tiene por realizar para avanzar en propuestas concretas que redunden en el cambio anhelado por sus seguidores y propuesto por ellos de tiempo atrás. Sin embargo, para eso es necesario contar con una buena dosis de practicidad, porque gobernar es eso, encontrar soluciones prácticas y que se puedan llevar a cabo para entregar resultados a la totalidad de los gobernados, no solo a un sector de la población.
Aunque no se debe desconocer la necesidad de priorizar a los más necesitados. En esto el gobierno del cambio ha sido bastante acertado porque en el discurso para avivar las diferencias y los odios, sí que ha tenido en cuenta y de manera prioritaria a los más necesitados del País, pero en los resultados eso no se ve reflejado, no quieren darse cuenta que el tiempo corre y están perdiendo una oportunidad histórica que difícilmente se va a repetir.
Los gobiernos que tenían el control total desde el Estado desaparecieron hace mucho tiempo y Petro, junto con sus amigos, no se dieron cuenta de esto. Hoy quieren traer una fórmula anacrónica para implementarla en Colombia a sabiendas que no fue eso lo que votaron los colombianos, además patina entre una cosa y otra, el permanente cambio de discurso demuestra que no tiene un norte claro y su horizonte lo limita el Estado Social de Derecho que juró respetar y del que pareciera querer distanciarse para imponer un régimen propio, de su autoría, al mejor estilo del magistralmente descrito en “El Otoño del Patriarca” por Gabriel García Márquez.
La preocupación generalizada por las constantes declaraciones del presidente Petro atacando el sector empresarial, los permanentes anuncios de tomar medidas que amordacen las posibilidades de desarrollo de los privados, así como la forma en que, traspasando las facultades legales, han pretendido y pretenden modificar el sistema de salud ante la caída de la reforma que nunca tuvo posibilidades de consenso, las amenazas de desconocer los pactos realizados alrededor de la reforma pensional, el intentar imponer la discusión de los proyectos de ley sin el debido estudio de impacto fiscal, lo cual es una obligación legal.
Todo lo anterior y tantos otros temas que muestran una intención, ya no velada sino perfectamente tangible, de imposición por parte del gobierno, propician un ambiente tenso de profunda desconfianza y dan señales de querer traspasar los límites constitucionales que juró defender al posesionarse.
Las declaraciones del presidente alegando la existencia de un golpe blando porque hay expresiones contrarias y de oposición al gobierno que él representa; es desconocer las libertades consagradas en la Constitución Nacional, las mismas que en el pasado le permitieron al propio presidente ejercer su derecho a oponerse a todos aquellos que hoy sigue criticando cuando su función real debe ser la de gobernar para todos, incluidos esos sectores que tan poco quiere, pero que siguen siendo parte importante de la sociedad colombiana.
No presidente, esa no es la fórmula, ese no es el camino, no hay gobierno ni presidente que no reciba ni haya recibido críticas por sus acciones o inacciones, pero eso no significa que la intención sea separarlo del poder, es sencillamente el ejercicio de los derechos constitucionales de libertad de expresión y de pensamiento consagrados en nuestra Carta Magna; tal como los ejercía usted cuando hacía uso de su derecho a la oposición también plasmado en nuestra Constitución y nadie lo acusó de querer dar un golpe blando o un golpe de estado, sencillamente se le respetó. Eso es lo que debe hacer, gobernar más y deliberar menos.
Presidente, revise la historia reciente, el accionar de gobernantes de izquierda como Françoise Mitterrand y Felipe González, que dieron resultados, gobernaron para todos sus nacionales y pasaron a la historia, no propiamente por intentar imponer una ideología, sino todo lo contrario, por adaptarse a las realidades del momento que vivieron y tomar decisiones prácticas que llevaran resultados a sus gobernados.
Cuando el político no se adapta al momento que vive, con sus circunstancias y realidades, le puede suceder lo del General de “El Otoño del Patriarca”, que en su final “ajeno para siempre jamás a las músicas de liberación y los cohetes de gozo y las campanas de gloria que anunciaron al mundo la buena nueva de que el tiempo incontable de la eternidad había por fin terminado” (2), es decir que todos celebraron cuando se fue.
(1) Articulo 188 CN.
(2) García Márquez, Gabriel “El otoño del patriarca” ed. Plaza y Janes 1a Edición, marzo 1975.
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