Años ha

Para traer a cuento los recuerdos de mi tierra, encontré en mis “archivos” una vieja cuartilla que no deben olvidar mis viejos lectores de hace años y que dice lo siguiente:


«Recibimos de nuestra generosa tierra “Soachuna” una especial dosis de la añorada “pasiada”. De esa “pasiada”que en su viaje a España se convirtió en internacional porque pasó “El charco”. Y que banquete nos hemos dado en nuestra casa, gracias a la existencia en la tierra que hace algún tiempo dejamos de herederos a la madre María Helena Escobar, como cariñosamente la llamábamos en nuestra ya lejana niñez. Y como se portó de bien su hija Clemencia que nos recomendó ser prácticos y nos hizo recordar la vieja cocina criolla de las mejores épocas.

Habrá algo mejor a 13.000 kilómetros de la tierra que nos vio nacer que un relleno o una garulla de las que tanto nombre le proporcionaron a Soacha pasadas con chocolate, unas veces, y otras con los dioses del Olimpo.

¿Cómo no hemos de recordar a quienes se pintaron, como dicen las señoras, en la elaboración del llamado “e l producto” que sigilosamente se llevaba a Bogotá en aquellas cajas de cartón en las que venía el complemento para su elaboración y se conocía como Vitina?

¿Cuántas veces, en épocas difíciles, vimos a muchos amigos que esperaban el bus para la Capital “vitiniándose,” que era la expresión empleada para indicar que una determinada persona llevaba las almojábanas y las garullas para el Aeropuerto o las principales Cafeterías de Bogotá? Vaya el Colegio para ellos que sirvieron de eficaz publicidad para tan familiar producto, ampliado con las famosas brevas con arequipe las panuchas de Mimí.

Digamos que quienes fueron los fundadores, si se nos permite la expresión, de esta industria familiar, ya fallecieron y , entonces, agregamos el nombre de María Elena Escobar, María Elena Rodriguez, Toya Monroy, María Josefa Escobar, María de Prieto y la María Rusia, como cariñosamente se le conoció y no dejan en paz los deseos de sus productos, pan y almojábanas.

Y hubo uno muy especial que se dedicó a los dulces, almojábanas y golosinas y triunfó en todo lo que hizo: Gerardo Rodríguez más conocido como Pelente y quien no fué a la GATA GOLOSA no tiene perdón de Dios y tampoco puede estar en el Infierno. Y si alguien duda de esta afirmación, pregúntele al primer soachuno, quien le contará lo que hizo durante, por lo menos un mes sin dormir ni comer.

Siga a Periodismo Público en Google News. Suscríbase a nuestro canal de Whatsapp