Así funcionaba una escuela para entrenar jíbaros en el sur de Bogotá
Reclutando a jóvenes consumidores de estupefacientes, adultos mayores, habitantes de calle y desempleados, el clan familiar ‘Los Suancha’ montó un centro de entrenamiento para jíbaros en la localidad Rafael Uribe Uribe, en el sur de la ciudad.
Esta ‘escuela’ alcanzó a tener más de 30 expendedores que perfeccionaron técnicas de comercialización para controlar el tráfico en entornos educativos y zonas residenciales de esta localidad.
Las personas reclutadas eran entrenadas para aprender métodos de camuflaje de sustancias psicoactivas, reconocimiento de zonas de venta e identificación de potenciales clientes. Estas acciones se lograron identificar gracias al seguimiento de la Policía Judicial.
Además, dentro del centro también los entrenaban para saber cuál era la cantidad exacta de droga que podían llevar para pasar como consumidores en caso de ser sorprendidos por las autoridades. Esta táctica la utilizaban para no ser capturados.
Según la Fiscalía, los jíbaros debían superar una etapa de entrenamiento y confianza, luego de esta fase salían a invadir parques, zonas comerciales y residenciales para controlar la venta de sustancias psicoactivas. Además, también expendían en los alrededores de dos instituciones educativas públicas de la localidad.
Los traficantes estaban en constante movimiento. Las autoridades descubrieron que tomaban casas de arriendo por un mes para convertirlas en centros de acopio temporales para almacenar la droga, todo con el fin de evadir a la Policía.
La captura
La banda que era integrada en su mayoría por personas de una misma familia estuvo vigilada por varios agentes encubiertos durante dos años. Allí se identificó que la comercialización de drogas se hacía a plena luz del día, incluso en lugares de alta concurrencia.
Los investigadores revelaron que los jefes de las líneas de distribución de droga entregaban las dosis en compañía de sus hijos, estos niños tenían entre dos y nueve años de edad. Según las autoridades, los menores se comportaban bajo la idea de que era un juego.
El seguimiento evidenció que las cabecillas del Clan de los Suancha, no le pagaban a los jíbaros con dinero en efectivo sino que diariamente les entregaban cinco papeletas de bazuco a cada uno.
En los operativos fueron capturados nueve integrantes de este clan. Las detenciones se dieron en cuatro barrios del sur de la ciudad: Molinos, Marruecos, Bochica y San Agustín. Además también hubo capturas en Medellín (Antioquia).
Entre los detenidos están los cabecillas de la banda: los hermanos Luis Fernando y Jhon Alexander Muñoz Suancha y un primo de ellos, Juan Manuel Suancha Contreras. También hay una mujer y un ciudadano venezolano que eran los supuestos encargados de las líneas de distribución y del abastecimiento de los jíbaros.
A los capturados se les imputaron cargos por los delitos de concierto para delinquir y tráfico, fabricación o porte de estupefacientes. Un juez de control de garantías les dictó medida de aseguramiento en un centro carcelario.
Dentro del historial delictivo de estas personas se identificó que los hermanos Suancha suman 30 anotaciones judiciales por los delitos de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes, porte de armas y consumo de sustancias psicoactivas. Sin embargo, otro de los capturados, Fernando Rodríguez Navarro, alias Cachetes, uno de los distribuidores, registra 47 antecedentes por las mismas acciones delictivas.
Fuente: El tiempo
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