Bogotá: refugio inesperado para aves migratorias en medio del concreto

Entre humedales y cerros, Bogotá se convierte en refugio vital para aves migratorias y endémicas que sobreviven en medio de la ciudad.

A simple vista, Bogotá parecería un lugar improbable para que cientos de aves encuentren refugio. Sin embargo, su red de cerros, humedales y bosques la ha convertido en un oasis inesperado para más de 200 especies —algunas endémicas, otras en peligro— que siguen sobreviviendo entre el cemento y la expansión urbana.

La Secretaría Distrital de Ambiente resalta que en la ciudad se han registrado hasta 204 especies de aves, 113 de ellas nativas. Muchas son migratorias, y otras, como la tingua bogotana o la monjita de los humedales, están en alguna categoría de amenaza. Gracias a su ubicación estratégica en la cordillera oriental de los Andes, Bogotá es paso obligado para miles de aves que viajan entre continentes en busca de alimento o refugio.

Los humedales urbanos y los Cerros Orientales son pilares de conservación. En ellos no solo se encuentran algunas de las especies más representativas del altiplano cundiboyacense, sino que también prestan servicios ambientales cruciales, como la regulación hídrica, la captura de carbono y la mejora de la calidad del aire. La ciudad alberga once humedales reconocidos como sitio Ramsar, un distintivo único a nivel mundial para una gran capital.

Desde la Secretaría de Ambiente se han implementado acciones como restauración ecológica, control de amenazas ambientales y participación ciudadana. Programas como el Global Big Day, los censos de aves y las caminatas guiadas permiten que más ciudadanos se involucren activamente en la protección de estos ecosistemas. En palabras de la secretaria Adriana Soto: “Cuidar los humedales es cuidar la vida misma en Bogotá”.

Foto: Alcaldía de Bogotá

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