Bogotá: una ciudad de afanes
Bogotá no duerme. Hay supermercados, farmacias, cafeterías y restaurantes que atienen las 24 horas del día. Sus habitantes andan de afán. El sistema Transmilenio moviliza en promedio más de 2.1 millones de pasajeros y las vías están repletas de todo tipo de automotores.
Margarita Santa, una auxiliar de servicios generales vive en la localidad de Bosa y para llegar a su trabajo debe salir a las 5 de la mañana para estar en el edifico donde trabaja, minutos antes de las siete. Por la tarde, debe salir a las 4 de la tarde para estar en su casa hacia las 7 de la noche. Son casi cinco horas de su vida diaria metida en un autobús.
Desde las siete de la mañana hay un hervidero de gente que corren tras los buses azules, rojos, naranjas o violetas para movilizarse. Si no fuera por el servicio “pirata”, Bogotá padecería aún más en temas de transporte. En Bogotá se vive para trabajar. En otras ciudades, más reposadas, se trabaja para vivir.
La ciudad ha vivido desde su nacimiento con afanes. Los historiadores alegan sobre quién fue en realidad el fundador. Unos sostienen que fue Gonzalo Jiménez de Quesada, pero también hay otros que aseguran que fue Sebastián de Belalcázar y otros más sostienen que fue el alemán Nicolás de Federmán.
El historiador colombo-polaco, Juan Friede, asegura que la ciudad fue fundada dos veces: una de facto, el 6 de agosto de 1538 y otra jurídica, el 22 de abril de 1539, en presencia de Gonzalo Jiménez de Quesada, Sebastián de Belalcázar y Nicolás de Federmán. El primer nombre de la capital fue el de Nuestra Señora de la Esperanza.
En la primera fundación, según recopilan los estudiosos, como Juan Vargas Lemes, se hizo en lo que hoy sería el parque Santander, a un lado del Museo del Oro y entre el edificio de Avianca y el Banco de la República.
Aunque Jiménez de Quesada pensó en Nuestra Señora de la Esperanza, lo cierto es que se barajaron otros apelativos como Bogotá, Facatá o Mueketá, Theusaquillo, pero fue la propia corona española la que bautizó a la ciudad como Santafé de Bogotá, el 27 de julio de 1540. Simón Bolívar quería rebautizarla como capital del Nuevo Reino de Granada con el nombre de Las Casas.
Siempre se ha vivido de afanes. Según el eximio historiador Eduardo Posada en su libro Narraciones, de 1906, cuenta: “Quesada no pensó entonces en levantar una ciudad que llegase a ser populosa, sino levantar una especie de aduar –pequeñas tiendas de campaña, al estilo beduino– para pasar las horas de la conquista, y, sobre todo, a fin de dejarles sus casas libres a los pobres indios allá en Bacatá, y poner en sitio aparte su vivac”.
Pero si algo fue rápido fue la conquista de españoles a las nativas. Recuerda el mismo Eduardo Posada aquellas escenas que ocurrieron después del 22 de abril de 1539 cuando se festejaba la fundación de la ciudad: “jefes y soldados, extranjeros y chibchas, se entregaron a festejar el bautismo de aquella ciudad. Todos se dirigieron a las orillas del río Fucha, y allá hicieron carreras de caballos, danzas y juegos de cañas, embebidos de chicha y vino». Naturalmente, unos meses después, nacieron las primeras bogotanas y bogotanos mestizos, origen de la diversa e incluyente ciudad actual.
Ciudad de cifras
Bogotá es la capital de la República de Colombia. Si bien es cierto, en el 2017 se calculaban que vivían en la ciudad 8 millones ochenta y un mil habitantes, como ciudad metropolitana sobrepasa los 10 millones. Es también un asiento de todas las regiones del país. Según las estadísticas tiene también algo más de 9 mil 500 habitantes de calle.
Se calcula también que un millón de personas viven solas. De allí el amplio comercio que hay para aparta estudios o para el comercio de pequeñas raciones.
Un incremento está en la llegada de estudiantes de diversas regiones que buscan cupos y carreras en cualquiera de las 112 instituciones de educación superior que hay en la ciudad.
Es una región con varios acentos: desde el cachaco –originario de la ciudad–, el rolo –que es una combinación—y el ñero –de los habitantes de la calle–, pero también se oye el costeño, el pacífico, el santandereano, el paisa, el llanero, el boyacense y, últimamente, venezolano.
Según el Observatorio de Desarrollo económico de Bogotá el promedio de exportaciones mensuales llega a los 160 millones de dólares y se envía al exterior flores, alimentos, productos farmacéuticos, maquinaria, equipos y productos plásticos.
El aeropuerto El Dorado, por su parte, concentra el 46,6% de los pasajeros transportados en Colombia, al alcanzar los 31 millones de pasajeros movilizado cada año. Cada minuto entra o sale un avión desde este aeródromo.
Entre 2015 y 2017, se crearon 161 establecimientos hoteleros que prestan el servicio de alojamiento en la ciudad y que hoy suman, en total, 839 hoteles, según el Instituto Distrital de Turismo.
Las cifras crecen a diario. Actualmente existen en Bogotá 2’476.647 predios que están obligados a pagar el impuesto predial.
Aunque padece todos los males de inseguridad de las principales ciudades del mundo, uno de los delitos más comunes es el robo de celulares. En sólo 2016 hubo 456.063 denuncias por el extraño extravío de estos apetecidos aparatos.
La ciudad se transforma a diario. Todos los días hay una nueva construcción y es la que más usa gigantescas grúas para llevar materiales a más de 100 metros. Hasta hace unos años los grafitis le daban un feo aspecto a sus calles, ahora la alcaldía contrató a los artistas y han dibujado verdaderas obras de arte en las calles y para este año, se entregará toda la ciudad pintada con múltiples colores.
La ciudad también vive de rumba. Hay diversos sectores donde la fiesta va hasta las horas de la madrugada y cada año se realiza el Festival de Verano que reúne a lo más excelso del talento nacional con invitados internacionales.
Bogotá seguirá creciendo a diario y recibido a todos los foráneos, porque esta es tierra de todos y amable con sus visitantes y este 6 de agosto cumple sus primeros 480 años.
Por Guillermo Romero Salamanca
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