Conmovedora despedida del párroco de Cien Familias

El nuevo párroco de la Iglesia Jesucristo Nuestra Paz del barrio León XIII cuenta su historia luego de permanecer algo más de seis años en la parroquia de Cien Familias, un sector álgido que hoy destaca la inmensa labor que realizó el reconocido sacerdote.


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Son siete años de sacerdocio, todos ejercidos en el municipio de Soacha, que produjeron sus mejores frutos durante los seis años, un mes y 13 días que estuvo en la parroquia ‘Divino Niño Jesús’ del barrio Cien Familias, sitio al que llegó tímidamente por las complicaciones sociales propias de este sector de la comuna 6.

El padre José Eduard Piso es oriundo de la vereda San Antonio de El Pital-Huila, pero al mes de nacido pasó al cuidado de sus abuelos maternos y fue trasladado a la ‘hermosa’, como él mismo la califica, vereda el Recreo del mismo municipio.

En medio de dificultades creció como un joven normal, incluso cuando cursaba grado once tuvo una novia que posteriormente dejó por su vocación sacerdotal. Soñaba con ser médico o alcalde de su pueblo, debido a la tradición política de su familia, pero su amor por la iglesia lo llevó posteriormente al seminario de Garzón.

“Me gustaba la medicina, soñaba con ser un buen esposo, mi familia era muy política y también quería ser alcalde, lo hubiera podido lograr en mi pueblo pero un Miércoles de Ceniza, aún en bachillerato y con mi novia en la iglesia, había un curita muy joven con el que me confesé; ahí comenzó toda una historia que humanamente no entiendo, pero sé que eso viene de Dios. Lloré mucho y le dije que yo quería ser cura; él me dio como una cachetada pasito y me dijo: usted lo que tiene es fiebre, está como enfermo, luego me expresó que para ser cura tenía que tener plata y ser muy inteligente; eso me enfrió mucho porque yo vengo de una familia campesina muy pobre, formado por mis abuelitos, terminé muy triste y mi novia me manifestó que por qué lloraba tanto, que si era que le había puesto los cachos, bueno… ahí la despisté un poquito. A los 15 días en mi colegio cuando yo empezaba a tocar guitarra, vino un sacerdote psicólogo que estaba en Gigante e hizo una convivencia con todos los padres de familia. Ese curita nos contó que habiendo tenido tantas opciones de mujeres, con mucha plata, tantas opciones de riqueza, dejó todo para volverse sacerdote. Escuchando esa historia me acordé lo que me había dicho el otro cura y me puse a llorar; sin embargo me animé y le pedí que habláramos, me dijo todo lo contrario y me dio una cita en Gigante días después. Era miércoles de ceniza y me puso como reto mejorar varios aspectos de mi vida para poder ingresar; el diciembre siguiente ya había dejado más del 90% de lo que me dijo y arranqué para el seminario”, contó el padre Eduard.

16-2.jpgAún en las dificultades, hacia el año 1991 ingresó al seminario Conciliar María Inmaculada de Garzón, donde estudió Filosofía y el primer año de Teología. “Cuando yo arranqué para el seminario acababan de cambiar a mi párroco, yo no tenía para el pasaje del Pital a Garzón que valía $2.500, le dije al nuevo padre que me ayudara, me respondió que no me conocía y luego me tocó pedir limosna; me pedían que llevara un colchoncito y cobijas pero tampoco tenía, recuerdo que un tío me regaló un colchón viejo y algunas sabanitas. Posteriormente el obispo de Garzón me dio una manita en la pensión y ahí fuí saliendo hasta que mire hoy en día dónde estoy”, replicó el líder religioso.

Se ordenó sacerdote en el seminario Mayor San José y en su corta vida pastoral ha estado en varias iglesias. De seminarista pasó a la Iglesia Santa María Nazateth de Compartir, y estando allí fundó la parroquia conocida actualmente como Jesús de Nazareth en el barrio San Nicolás; posteriormente fue trasladado al seminario menor de la Arquidiócesis de Bogotá, Prado Veraniego, a trabajar con jóvenes estudiantes como centro de formación de juventud y vocacional; es éste sitio recibió el diaconado y posteriormente pasó a la parroquia Apóstol San Mateo. “Allí recibí la ordenación, fue un año de mucho trabajo y luego de la muerte del padre Hernán Bustos, rector del Colegio Bolívar, fui a parar a donde mi gran primera novia, mi gran esposa, mi gran primera parroquia, la del Divino Niño Jesús del barrio Cien Familias, a la que quiero mucho; gente muy linda pero mucha pobreza e inseguridad, habían muchas obras materiales por hacer y las logramos realizar en su mayoría. Ahora acabo de ser trasladado a la catedral Jesucristo Nuestra Paz a donde he llegado con todo el amor y ganas para seguir como párroco y rector del Colegio Benedicto XVI”, enfatizó.

En la parroquia del Divino Niño sembró una semilla que dio frutos y toda una comunidad se resistió hasta el último día a aceptar su traslado. “El día de la misa de despedida (el pasado domingo 6 de marzo) me propuse no llorar. Sin embargo a mi me parte mucho el alma ver a un niño llorando, esos niños a quien abracé, quienes compartieron conmigo, a los que les puse sanamente apodos como ‘cachetes’, esos a quienes sobre todo, respeté. Y me pasó algo muy curioso, vi a varios hombres llorando por el padre, eso me partió los sentimientos; hubo unas cuatro serenatas, fue una experiencia bonita pero dura, no aguanté, se me aflojaron las lágrimas, luego vino otra serenata y uno termina reconociendo que como humanos sentimos, nos enamorarnos en el buen sentido, nos duele, en 6 añitos el arbolito creó raíces… y luego del triste asesinato del padre Rafael, hubo movimientos en la diócesis y terminé aquí en la catedral”, enfatizó el pastor católico.

Los gustos humanos del padre Eduard

Como buen opita es hincha del Atletico Huila y ‘disfruta’ en el buen sentido de la palabra cuando pierde Millonarios, debido a que gran parte de sus amigos y de quienes le ayudaban en la parroquia son seguidores del equipo azul. En su tiempo libre le gusta salir con alguno de sus sobrinos a visitar los centros comerciales, a comprar o simplemente a pasear. De vez en cuando va a una piscina con amigos, juega rana, baloncesto y saca espacio para tocar tiple y guitarra.

En gustos gastronómicos no cambia el asado huilense, el tamal y la comida de su tierra como la papa, la yuca y el plátano, además de considerarse ‘muy carnívoro’. Es amante de las arepas de maíz pelado y como anécdota recuerda con cariño que durante los seis años que estuvo en la parroquia del Divino Niño, nunca un domingo le faltó la ‘arepita’ al desayuno que una vecina de la iglesia siempre le llevó.

De Soacha le fascina que haya gente trabajadora, honesta y con una fe impresionante. No obstante le molesta la inseguridad en el municipio, la mala planeación de la ciudad, el pésimo estado de las vías, la falta de parques y lugares de esparcimiento, la cantidad de viviendas que se están haciendo y el daño que unos pocos le hacen a los demás.

En su nueva parroquia espera corresponder a las peticiones de los feligreses. “Monseñor me envía con la misión de consentirlos, hay gente que todos los días sufre, he venido a ayudarlos desde lo espiritual y lo pastoral, se trata de servirles mientras Dios me de salud, sobre todo en el sacerdocio para impartir los sacramentos de la iglesia”.

Finalmente dijo sentirse a gusto de trabajar al lado de Monseñor Daniel Caro debido a la confianza que existe con el jerarca, “si bien la mayoría de sacerdotes no quisieran estar ahí, y lo hemos compartido en confianza porque hay un dicho que dice que ‘los obispos son como el sol: De lejitos alumbran pero muy cerca queman’; yo tengo una amistad muy linda con Monseñor porque él fue mi profesor en Zipaquirá y acá en Soacha llevamos como nueve años de amistad, por todo esto yo no tengo esos temores. Monseñor ha sido muy especial conmigo, me ha querido, me ha respetado, yo he procurado quererlo, respetarlo, corresponder a ese sano cariño; la semana santa nos toca compartirla los dos, entonces es un reto grande estar al lado de él pero a la vez una cosa bonita, es el que me pide cuentas aquí en la tierra, por esa confianza le acepto sus consejos, sus sanas reflexiones y doy gracias a Dios porque humanamente es una especie de privilegio debido a que de más de 40 ó 50 sacerdotes, monseñor me escogió para orientar a esta comunidad”.

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