De Medellín a Soacha

En días pasados la ciudad de Medellín fue reconocida y galardonada por tres prestigiosas instituciones norteamericanas como la ciudad más innovadora del mundo; del mismo modo ha sido objeto de numerosos artículos de prensa donde se destaca tan importante logro, incluso por encima de ciudades como Nueva York, Londres o Tokio. Y eso está bien para sus habitantes en particular y para el pueblo antioqueño en general, quienes son, al fin y al cabo, los destinatarios de los frutos que la acción del Estado y el sector privado pueden alcanzar cuando concertan propósitos comunes en busca del bien común.


Y si bien es cierto que los cambios que se han producido en Medellín no han atenuado significativamente las grandes diferencias sociales, y sobre todo económicas, como era de esperarse, de todos modos tales hechos no le restan importancia al merecido reconocimiento recibido ni mucho menos niegan los avances que en materia de desarrollo urbano y ambiental han logrado los antioqueños.

Pero mientras esa imagen positiva tiene lugar en ese escenario del país, en el municipio de Suacha ocurre todo lo contrario. Totalmente lo contrario. Hasta las licitaciones quedan vacías y parece que nadie quiere saber de Soacha, ni el sector privado ni mucho menos el Estado central o el Distrital, así hayan pretensiones de crear el área metropolitana. Soacha parece ser un lastre para el gobierno nacional, departamental y distrital, Soacha parece ser un municipio fallido.

Al recorrer sus calles, barrios, parques y zonas rurales, parece como si el tiempo de verdad se hubiera detenido. Y lo peor, parece que hubiéramos regresado a las épocas más oscuras del atraso, la postración, el olvido y el abandono por parte del Estado.

Nos acercamos ya a la tercera parte del periodo del actual gobierno, y como dijo un concejal en la instalación de las recientes sesiones ordinarias, “el gobierno nada que arranca”.

La pésima movilidad tanto en la mal llamada “Autopista Sur como en el perímetro urbano del municipio, junto a la casi total destrucción de la malla vial, han tornado en una verdadero castigo la salida de los ciudadanos a cualquier diligencia local o en Bogotá.

El lento avance de las obras de construcción de los colectores tiene prácticamente infartado el tráfico vehicular, mientras las estaciones de TM muestran un grave deterioro, no solo físico sino patrimonial y un total abandono. Así se diga con elocuentes declaraciones que el TM comenzará operaciones en diciembre, la marcha y estado de las obras permiten vaticinar lo contrario.

Los serios problemas existentes en el sector de la educación continúan sin ser resueltos y producto de ello han derivado en el malestar, la indignación, la inconformidad y la protesta, afortunadamente razonable de los estudiantes.

La dirección de Cultura para la realización del Festival de Sol y Luna despilfarró cerca de 350 millones de pesos sin que hasta la fecha se sepa quiénes son los responsables, y como si fuera poco, la entidad navegó a la deriva y sin rumbo ni propósito durante cerca de tres meses.

Bajo esta suerte de dificultades, más de uno podríamos pensar que no existen autoridades educativas, y que la improvisación y la falta de planeación en el sector son la característica más notable de la gestión que hasta la fecha ha realizado su actual secretario de educación.

Pero la falta de autoridad y liderazgo no son solo patrimonio exclusivo del sector de la educación.

La falta de autoridad en Soacha es cada vez más generalizada y protuberante en la mayoría de las diferentes dependencias del gobierno, al constatar que el espacio público por ejemplo no se ha recuperado en forma definitiva, y que los esporádicos operativos de restitución realizados, al contrario de lo que se pudiera pensar, lo que han provocado es la llegada de nuevos vendedores, a los cuales no se les debe llamar ambulantes sino permanentes, a un municipio sin leyes ni autoridades, en el que han instalado toda suerte de ventas sin que autoridad alguna tome la iniciativa para su recuperación definitiva.

Y si no hay soluciones al problema de la recuperación del espacio público, menos las hay para la reubicación de los ‘vendedores ambulantes’ que además se rehúsan a encontrar de manera concertada con el gobierno municipal alternativas para desarrollar su trabajo en condiciones dignas y sobre todo legales.

Y así como los vendedores “ambulantes” proliferan en todos los sectores del municipio, la delincuencia y la inseguridad local crecen como espuma, sumiendo a los ciudadanos en la zozobra y el terror.

En lo que al medio ambiente concierne, solo hace falta alzar la vista para observar con preocupación el grave estado de deterior de nuestros cerros tutelares como consecuencia de la explotación anti técnica e indiscriminada y el permanente incumplimiento de los programas de recuperación morfológica y vegetal por parte de empresarios mineros en las zonas de actual explotación, amparados en viejos y cuestionables títulos mineros expedidos por el mismo Estado.

Sin embargo, lo más grave, lo mas preocupante, lo verdaderamente sorprendente es el deterioro y ausencia del sentido de la apropiación del territorio por los ciudadanos, así como la indiferencia, el sentido de identidad y pertenencia de la gran mayoría de los ciudadanos, volviéndose esta actitud en el caldo de cultivo para que prosperen y pululen libremente todas las formas imaginables de ilegalidad en un territorio de todos y de nadie.

angelhumbertotarquino@yahoo.es

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