El Quimbo y la agonía del Magdalena

“Naturaleza nutricia, acogedora, protectora, materna. Es la bella naturaleza del esplendor de las auroras y atardecer; de los riachos de las montañas; del cantar de los ruiseñores; de la bravura de los mares; del perfume de la rosa”


La cita anterior profesa un concepto de naturaleza maternal, esa que desde tiempos inmemorables ha sido el hogar y alimento de nuestra especie así como de otros millones más, esa que nos ha permitido construir nuestros complejos y contradictorios sistemas culturales, sociales y económicos. Sin embargo, el desarrollo o progreso que ha sido concebido en esta sociedad capitalista es el que se fundamenta en los pilares de la avaricia desproporcionada, que a su vez, incentiva el individualismo y el consumo deshumanizante.

La construcción de la represa el Quimbo en el departamento del Huila, en inmediaciones de los municipios de Gigante, Garzón, Tesalia, La Plata, El Agrado y Paicol, es un caso ejemplar de lo anterior, y el asunto radica en que la construcción de este proyecto energético eliminó de manera súbita un sistema de vida del cual dependían varias especies vegetativas y de fauna, sumando las cuantiosas pérdidas de numerosas comunidades que tuvieron que ver como poco a poco sus sueños y sus proyectos de vida eran consumidos por las aguas que inundaron las más de 8mil hectáreas que actualmente abarca el embalse.

La visión del estado Colombiano se alinea por los intereses del capital extranjero, que a modo de recetario le impone una serie de condicionamientos que supuestamente harán de nuestra nación una más competitiva en términos económicos. Vender y privatizar es lo que el dictamen neoliberal promueve, y el Quimbo al igual que otra serie de proyectos en todo el país son el producto de esas “recomendaciones”.
Los resultados de ese proyecto son devastadores para el Huila, y aún faltan aspectos más complejos por venir según algunos expertos de la región y de algunas instituciones. Entre los impactos acaecidos por la construcción de la represa se ponen de relieve los más graves:

1) Medio Ambiente; la zona era un reservorio amplio en bosques y variedad de especies de plantas que quedaron inmersas bajos las aguas, las especies de fauna del lugar seguramente tuvieron que migrar del área, alterando consecuentemente el ecosistema existente. Cabe mencionar, que ha aumentado la mortandad de peces en el embalse vecino de Betania por la disminución del oxígeno en las aguas, producto del hecho que una cantidad considerable de biomasa no fue retirada al momento de la inundación, ésta al descomponerse provoca una serie de olores y coadyuva a la aceleración de la contaminación de las aguas del río Magdalena, aguas que a la vez seguirán su curso hasta llegar a Betania.

2) Socio-Cultural; agricultores y pescadores tuvieron que abandonar sus labores de subsistencia, suprimiendo prácticas y costumbres arraigadas fuertemente al río Magdalena y a las tierras que contaban con un alto potencial agrícola; cultivos de arroz y cacao desaparecieron para siempre junto con la economía y modo de vida de aquellas comunidades que dependían de estas actividades, esto tiene una implicación a nivel regional como ya se está presentando en otras zonas adyacentes al Quimbo.

3) Arqueológico; varios objetos de procedencia prehispánica fueron encontrados mientras se desarrollaba la construcción de la hidroeléctrica, sin embargo, no hubo un adecuado manejo arqueológico de todo el material hallado y menos un informe general para enterar a la comunidad sobre lo encontrado allí, elementos como piedras de moler, vasijas de barro y algunas herramientas fueron descubiertos, pero de esto no hay detalles concretos y amplios.

4) Político; personas desplazadas de los terrenos inundados no han sido del todo indemnizadas o reubicadas, además tampoco se les ha dado alguna alternativa para que puedan desarrollar una actividad económica que les permita obtener el sustento y bienestar. En ese sentido el derecho a una vida digna, al trabajo, y a la vivienda como al bienestar en general les ha sido vulnerado, por lo tanto hay una clara violación a los Derechos Humanos de estas personas. Así mismo han perdido la esperanza en un estado Colombiano que se supone les debería garantizar todos sus derechos, por el contrario, se menoscaban los intereses de comunidades enteras en favor de los beneficios de un grupo de particulares, cuyo negocio ni siquiera está dirigido al desarrollo de la región sino a la exportación de la energía producida, esto ocasiona que haya un desconsuelo general de la población, una erosión de la sociedad, y una pérdida de confianza en la institucionalidad, aquella que parece favorecer a EMGESA y no al ciudadano, junto con la protección de sus derechos fundamentales.

Es así que los habitantes cercanos al río Magdalena y que prácticamente viven de él, han tenido que ver cómo sus expectativas y sus formas de sustento se desvanecen con la presencia del embalse, comprendiendo de manera amarga que en la actualidad ellos no son dueños de su destino, sino que por el contrario son los intereses del capital y de un puñado de empresas los que determinaran su existencia y su quehacer, individuos ajenos a sus tierras deciden por ellos y alteran su orden al igual que sus vidas, tal como lo afirma Dussel “Existe una destrucción caótica del orden, sin sentido, sin futuro, como cuando ciertas hordas invaden regiones con cultura superior; devastan sin dejar nada en su lugar. Más que destrucción es aniquilación en un sentido negativo total”

Queda claro que contemplamos como la naturaleza y la cultura se subyugan al servicio del poder económico de ciertas elites, al derroche, y a un egocentrismo banal que destruye totalmente los elementos naturales y las culturas endémicas de las regiones, en el caso más puntual con el Quimbo, sin desconocer lamentablemente que este es uno de los varios proyectos energéticos que se desarrollan por toda la nación. Según esto, nos tocó seguir participando en el escenario mundial con la venta de nuestra biodiversidad como lo hemos hecho desde hace varios siglos, insertándonos supuestamente en la senda de la competitividad, sacrificando y subastando todo lo concerniente a la naturaleza, ojalá seamos consientes de los graves problemas que esto puede acarrearnos para el futuro.

Concluyo con una frase del maestro Augusto Maya Ángel para sintetizar algo de lo que intenté exponer. “El hombre no puede manejar arbitrariamente su entorno sin amenazar la subsistencia de su propia especie. Es la primera especie que tiene la posibilidad de suicidarse; pero con su suicido amenaza el sistema total de la vida

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