Entre fundamentalismos y el terror

Nada más ingenuo creer que la sociedad civil, las personas del común, la gente corriente, e incluso quienes forman parte de los círculos más altos del poder, están al margen de los desastrosos y condenables efectos de la acción demencial de quienes creen que tienen la verdad revelada, y que para demostrar la fuerza de sus argumentaciones, acuden a las acciones más atroces y bárbaras para expresar e imponer equívocamente “la fuerza de sus ideas”.


Los fundamentalismos de todas las layas, sean religiosos, políticos, raciales, ideológicos, o de cualquiera otra índole, antes que dinamizar procesos hacia cambios democráticos, o cuando mucho a procesos liberales en el sentido mas general del término, solo contribuyen a que se desaten otras oscuras fuerzas como las que pretender combatir y eliminar.

No es de extrañar que los acontecimientos, lamentables por cierto, ocurridos el día martes generen como reacción el fundamentalismo de Estado, quien para garantizar su estabilidad, su orden y su conservación, se le torna imperativo recurrir también a la violencia, podría conducir al advenimiento de regímenes autoritarios, o en el peor de los casos, a verdaderos regímenes dictatoriales, peores o iguales a los gobiernos que se pretende derrocar o cuando menos desestabilizar.

Independientemente de quienes hayan sido los demenciales y bárbaros autores intelectuales y materiales del atentado del martes 15 de mayo, su objetivo es confundir a la opinión publica y sobre todo polarizar y eventualmente buscar la confrontación entre las fuerzas de la sociedad para darle paso a la imposición de medidas represivas que nos devolverían a la nefasta época del “Estatuto de Seguridad”, la “Seguridad Democrática” o incluso a medidas más extremas.

Es inadmisible que desde algunos sectores de extrema izquierda si es que están involucrados en este aleve atentado, se esté intentando realizar acciones de “justicia” frente a un ex funcionario del Estado por su presunta participación en actos ilícitos contra el Estado, ya ampliamente difundidos por la prensa nacional, o en el peor de los casos, que pretendan hacer justicia por su propia mano como consecuencia de las acciones de gobierno que ejecutó el ex ministro Fernando Londoño Hoyos durante la administración de Uribe Vélez.
Pero si tan execrable acción pudiera proceder de oscuros sectores del establecimiento o de los sectores más reaccionarios del país, solo buscarían, sacrificando a sus propios voceros, a crear un clima de confusión y caos que justificaría desafueros y medidas extraordinarias por parte de los agentes del Estado.

Estas dos hipótesis sobre las cuales se esta orientando la investigación de los organismos de inteligencia del Estado e incluso de organismos de inteligencia como el FBI, Scotland Yard y por qué no El Mossad, la agencia de inteligencia israelí, terminaran por perderse entre los oscuros laberintos del crimen y la impunidad como ha ocurrido con los asesinatos de personajes de la vida nacional sin que finalmente se sepa nunca quiénes fueron los verdaderos autores intelectuales de tan reprochable acto de barbarie.

angelhumbertotarquino@yahoo.es

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