“Esa no es mi responsabilidad”

Son las palabras recibidas por un patrullero del CAI del barrio Chicó, ubicado en la comuna seis del municipio de Soacha, tras las 22 horas que demoró la institución mencionada en brindar la atención necesaria y prioritaria a un hombre de avanzada edad que se encontraba desorientado.


abuelo-abandonado-en-soacha
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Me he estado preguntando, ¿qué está sucediendo con la seguridad que se presta en el municipio de Soacha? ¿de qué manera podemos garantizar y salvaguardar la vida de cada uno de los soachunos, niños, jóvenes, adultos y adultos mayores?, si en el momento de enfrentar algunas situaciones de riesgo que atenten contra la vida de la ciudadanía, las autoridades competentes no actúan con la mayor responsabilidad y por el contrario accionan bajo procedimientos erróneos que carecen de toda lógica para cumplir su deber y conservar el orden que establece el código de policía.

El pasado 23 de septiembre, siendo las siete de la noche, una habitante del barrio Cagua en la comuna seis, informó a través de sus redes sociales que un adulto mayor que se hace llamar Humberto Ramírez Osorio, se encontraba desorientado y sin saber más que su nombre.

“Este es uno de los objetivos de usar las redes sociales”, concluyó la habitante mientras me contaba la historia de este adulto mayor que llegó a las seis de la tarde pidiendo ayuda para que algún familiar fuera a recogerlo mientras hacía descripción de cómo había sido robado y auxiliado durante el transcurso del día. La reacción inmediata de cualquier ciudadano es desconfiar, este tipo de reacciones son naturales en nuestra sociedad actual, aun así, esta familia decide llamar a la única entidad que puede salvaguardar la vida de aquellos quienes están desprotegidos, ya que cuentan con la experiencia, el entrenamiento y la capacidad para cumplir el gran deber de proteger a los ciudadanos: la Policía Nacional de Colombia.

El señor Humberto es trasladado al Centro de Atención Inmediata – CAI – de la Policía del barrio Chicó, quienes atendieron el caso y da inicio a esta desalentadora historia.

24 de Septiembre
8:30 a.m.

Habiendo pasado aproximadamente 12 horas del suceso, se realizó una llamada nuevamente al CAI del Chicó para conocer si el señor que estaba desorientado ya había sido atendido e identificado por algún familiar o amigo. Sorprendentemente el señor Humberto ya no se encontraba allí, pero tampoco existía registro alguno que identificara su salida, lo que prácticamente incidía en que la persona que contestó el teléfono, (un oficial de la policía de este CAI) desconociera el asunto. No obstante el agente me refirió inmediatamente a quien hizo guardia la noche anterior y estuvo al tanto de la situación.

Inmediatamente procedí a realizar esta llamada; quien respondió, confirmó que sobre las diez de la noche había dejado su turno y por lo tanto el señor Humberto había quedado en el CAI esperando por su oportuna y prioritaria atención. Yo supuse que el cuadrante del CAI de la Policía del barrio Chicó estaría pendiente del respectivo procedimiento de traslado al hospital más cercano o a algún centro de apoyo donde pudiera recibir la ayuda oportuna que merecía por su condición, mientras las mismas autoridades intentarían contactar a la familia o a las personas que estuvieran en su búsqueda. Es sorprendente saber que, sin querer buscar ni identificar con hechos, cómo la Policía arremete negativa y violentamente contra la ciudadanía y sus derechos civiles.

Terminé encontrándome con un claro exceso de irresponsabilidad, mala actuación e irrespeto por parte de la Policía Nacional de Soacha; una situación que diariamente denuncian los colombianos en redes sociales y que parece ser una mala práctica que se lleva en nuestro municipio desde la cabeza de la administración municipal.

8:40 a.m.

Volví a llamar, esta vez lo hice al teléfono fijo del CAI del barrio Chicó. Allí me sorprendí aún más con la respuesta, pues, no esperaba encontrar un oficial que desconocía los procedimientos policivos, emprendiendo una actitud negativa en su falta de ofrecimiento para dar solución con la situación en la que se encontraba este adulto mayor y que en su estado de desorientación se desconocía su paradero; una actitud que confirma el día a día que caracteriza el mal comportamiento de algunos miembros de la institución asignada para proteger y conservar el orden. A este oficial le dije en repetidas ocasiones que 12 horas después, debíamos (Policía Nacional y ciudadanía) saber dónde lo habían dejado y que esto era un sentido de responsabilidad, tanto para quienes querían anunciar o brindar la información pertinente en la búsqueda de la solución al problema.

En realidad, nosotros como ciudadanos o periodistas debemos comprender que tenemos unos derechos civiles que nos permiten convivir entre la ciudadanía que acompaña el municipio.

9:29 a.m. Teniente Lizeth

Tenía una última llamada que hacer, parecía un número importante el cual resolvería la prioridad del momento: conocer la ubicación exacta del Señor Humberto Ramírez Osorio, después de haberlo entregado a la Policía de Soacha, para que hicieran un correcto procedimiento 13 horas atrás. La teniente informó que desconocía el problema, pero que durante los próximos 20 minutos, ella sumaría su esfuerzo para darle fin a la mala situación y así tener el lugar exacto para decir con total tranquilidad a quien pidiera su ubicación “El señor Humberto se encuentra sano y salvo en…”

La teniente Lizeth nunca devolvió la llamada, nunca respondió el mensaje y por lo tanto no ayudó en este importante propósito.

Artículo 10, Código Nacional de Policía y Convivencia

El resultado final, un cuerpo de Policía que no realizó adecuadamente el procedimiento de reacción para personas desaparecidas o desorientadas, incumpliendo sus funciones de protección inmediata y seguimiento de los casos especiales, sobre todo a los adultos mayores, quienes pocas veces son tenidos en cuenta dentro de los derechos de los ciudadanos. Y es que el señor Humberto aparentemente debe estar superando los 80 años de edad, por lo que es inadmisible e incumple con el ejercicio de sus deberes.

Definitivamente, esto se concluyó sin un mutuo acuerdo y con la negación absoluta de responder las llamadas siguientes que se realizaron durante los siguientes 25 minutos.

1:20 p.m.

Bajo un sentimiento de consternación y de saber que Humberto Ramírez Osorio se encontraba nuevamente desaparecido, desde la Secretaría de Desarrollo Social de la Alcaldía informaron que el señor se encontraba allí, producto de un abandono que hizo una patrulla de la Policía con placas FHU040, la cual no realizó el procedimiento adecuado, en donde debían hacer la anotación respectiva del caso en la minuta de ingreso de esta Secretaría, aludiendo a la persona de seguridad que en los minutos siguientes, el señor Ramírez sería trasladado por otros uniformados para continuar el proceso. Para ese momento el señor Humberto ya llevaba más de 18 horas con la misma vestimenta, desorientado, temeroso y sin haber probado alimento alguno, reflejando en su rostro la zozobra de su precaria situación y la tristeza de contar con la inhumanidad de quienes solo quieren “darle manejo” a los temas y responsabilidades del orden público.

Son los contratistas de la Secretaría de Desarrollo Social quienes acogen a este ciudadano soachuno, que ante la indiferencia de la Policía Nacional, le brindan la protección y atención posible, mientras en su afán por resolver de manera efectiva esta incómoda odisea, tratan de comunicarse de manera insistente con las autoridades para buscar solución efectiva a su compleja historia. Las innumerables llamadas telefónicas a la estación del barrio Chicó, comandantes y al Coronel Lara, no fueron suficientes para que la autoridad retomara la situación que debieron continuar desde el principio.

Las redes se sumaron en apoyo, cada persona compartía las fotos, esperando ansiosamente encontrar a los familiares del señor Humberto, quien se encontraba sentado en frente a la recepción de la Secretaría, mientras el tiempo transcurría.

5:20 p.m.

Habían pasado 13 minutos desde la última vez que hablé con la Teniente Lizeth, esta vez ella sabía que esta historia había sido mal manejada, que era prioritario hacer lo correcto después de las 22 horas transcurridas en donde un hombre, adulto mayor, desorientado y en condiciones de vulnerabilidad, había pedido ayuda para que su familia pudiera encontrarlo; tan solo era necesario ubicarlo en un lugar seguro y sumar esfuerzos para que alguien en Soacha pudiera decirnos donde vive o pudiera tan solo contarle a la familia de el señor Humberto, que estaba bien y que solo debían ir por él.

El procedimiento por fin se estaba haciendo, la Teniente Lizeth aprovechó la oportunidad para justificar “la importancia” que ellos habían asumido en el caso, ella dijo que la noche anterior el señor Humberto fue remitido al Hospital Mario Gaitán Yanguas, pero que lo dejaron allí, sin acta, sin un documento que lo soporte y que el Hospital de una forma irresponsable decidió dejarlo escapar. Tendríamos que corroborar la responsabilidad del Hospital frente a estos casos, tanto de recibir a una persona sin identificación y sin los procedimiento adecuados que puedan ayudarnos a conocer la ruta de atención ante situaciones similares, así como la responsabilidad de dejar salir a una persona desorientada, perdida y sin la capacidad de reconocer donde está o con quien vive.

Ya todo estaba hecho, el señor Humberto Ramírez Osorio se dirigía a un lugar seguro, donde recibiría atención, alimentación y dormiría en una cama.

Despedida

El Señor Humberto se despedía de quienes intentamos establecer la indignación frente a un mal procedimiento de la Policía Nacional en Soacha y mientras se iba nos repetimos constantemente, ¿y si ese abuelito, fuera nuestro padre o nuestro abuelo?, ¿por qué la Policía lo trataría de esa forma?, ¿quién es el responsable en esta historia?.

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