Las controversias por la percepción de inseguridad en Soacha

Para las autoridades, los índices de inseguridad han bajado en el municipio y lo tratan de demostrar con cifras de capturas, delincuentes detenidos y bandas de microtráfico desmanteladas. Pero para los ciudadanos de a pie, la inseguridad campea en las calles debido a la cantidad de atracos, robos y asaltos a buses de transporte público que se presentan constantemente en la ciudad, o en el corredor hacia Bogotá.


No es fácil determinar si Soacha es una ciudad más segura o insegura que hace uno, dos o tres años. La Policía y la misma alcaldía municipal dicen que sí porque se basan en cifras que salen de los resultados de operativos que a diario hacen en los diferentes barrios y comunas de la ciudad. Y es cierto porque a los medios nos consta las diferentes capturas y el desmantelamiento de bandas dedicadas al hurto, al atraco callejero, al secuestro, a la venta y distribución de estupefacientes y hasta al asesinato selectivo de personas; lo que uno no sabe es qué pasa después de las detenciones, porque no es secreto decir que mientras los uniformados y agentes del CTI y de la Sijin se desgastan haciendo seguimiento y recolectando pruebas, los señores jueces dejan libres a los delincuentes.

Por otro lado está la mirada y el sentir del ciudadano de a pie, de aquellos que recorren las calles de la ciudad o de quienes utilizan el transporte público para desplazarse dentro del casco urbano, a Bogotá o a otros municipios de Cundinamarca. Ellos diariamente son víctimas de los delincuentes, de aquellos que se levantan a planear cómo hacerle daño al otro. Y claro, tienen razón también porque los hechos delictivos en contra de los habitantes del municipio son múltiples, incluso en algunos casos los malhechores hieren o asesinan por robar celulares o cualquier pertenencia.

También tenemos que afirmar que en Soacha todos los días roban y atracan a los ciudadanos. Quitan celulares, cadenas, anillos, portátiles y dinero, y eso por no mencionar el enorme daño que las bandas de microtráfico le hace a la juventud, especialmente a estudiantes de colegios.

De poco sirve que las autoridades muestren cifras de capturas, cuando en las calles la situación de inseguridad es bien compleja. Y no estamos subestimando el compromiso de las autoridades para combatir el delito, pero es que mientras se presentan estadísticas e imágenes de bandas desmanteladas y delincuentes detenidos, otros están haciendo daño en las vías de la ciudad.

Entendemos que el problema es bien complejo porque, muchas veces, mientras la inteligencia policial y de la Fiscalía se desgasta haciendo seguimiento a los delincuentes, recolectando pruebas y tratando de llegar a los cabecillas de las organizaciones, los jueces de la república echan todo al piso al dejar sueltos a los delincuentes, así estos sean reincidentes. Eso desmotiva a cualquiera.

Entonces en últimas la culpa es más del sistema de justicia que de la policía. No quiero defender a la institución, pero si de justicia hablamos, hay que decir las cosas como son.

Y el problema de todo este vacío que tiene la ley en Colombia es que el que termina perdiendo, como siempre, es el ciudadano de a pie, el mismo que todos los días debe recorrer las calles, subir a los buses de transporte público, montarse en un bicitaxi o hasta salir en su bicicleta a arriesgarse a que se la roben.

Mirando así las cosas que corresponden a nuestra triste realidad, ¿cómo no va a ver percepción de inseguridad?

Entendemos el esfuerzo y compromiso de algunos policías (no de todos), de agentes del CTI y de la Sijin, pero entendemos también a los ciudadanos víctimas de los delincuentes, porque son ellos los que ponen el pecho, son quienes deben arriesgar su pellejo en una ciudad insegura, caótica y llena de delincuentes.

Así las cosas, hay que llamar la atención de forma vehemente al sistema de justicia para que no tenga compasión con los delincuentes, para que los encierre en las cárceles y los castigue severamente. Sólo así podríamos promover insistentemente el eslogan que utiliza el presidente Duque y que le transmitió a la Policía y demás autoridades: “El que la hace la paga”. La verdad y mirando la realidad del país, falta mucho para que esta frase se cumpla, ahí está el reto.

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