Los niños que pedalean por la protección del páramo Romeral de Sibaté

Cuando se avanza en carro, moto o en alguna de las busetas desde el casco urbano de Sibaté hasta esta zona de páramo, la vista, el entorno, el clima y la distancia cambia. Para los citadinos, el frío en este sitio es tal vez una prueba difícil de superar, pero no imposible.


niños-bicicleta-Sibaté
niños-bicicleta-Sibaté

Así, a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, se llega 20 minutos después de estar en la parte baja del pueblo, a la escuelita Romeral, donde el páramo del mismo nombre es la gran atracción para los amantes de esta clase de ecosistema, y donde la sensación de paz y pureza que se respira es única.

Hasta aquí y beneficiando veredas y habitantes aún más arriba de la montaña, llegó BiciCAR; una estrategia apoyada por la alcaldía municipal, y a donde llegaron pedagogos de la entidad ambiental, dejando una huella con sus capacitaciones acerca del cuidado de este importante ecosistema con el uso diario de la bicicleta.

Además del respeto por las señales de cuidado vial y personal, los habitantes de esta zona aprendieron a tener como incentivo el deporte y el uso del tiempo libre; pues grandes y chicos agendan actividades de limpieza a fuentes hídricas, reciclaje y siembra de árboles que se van sumando a los pedalazos que con fuerza dan los niños de la institución educativa Romeral, para recorrer con un propósito ambiental de punta a punta su vereda.

Para jóvenes como John Gutiérrez, de grado noveno, BiciCAR es todo un reto, y asegura: “Lo primero que aprendimos fue a armar la bicicleta, a conocerla, a saber cómo funciona para que así la podamos cuidar y mantener bien. Para mí lo más difícil fueron las llantas, pero el profe David nos explicó y lo logré. Yo la voy a usar como medio de transporte desde mi casa, para no usar los carros que a veces pasan y que botan mucho humo. Tardaré solo media hora, y antes hasta 1 hora o más caminando”.

Pero el trabajo de BiciCAR también ha involucrado a los padres, maestros y líderes de la comunidad del Romeral, pues en las capacitaciones ellos y sus hijos aprendieron todo sobre la bicicleta. Las armaron juntos, se equivocaron y aprobaron con nervios, sorpresa y expectativa cada uno de los retos en este proceso.

Padres como Pedro Roberto también quisieron hablar de esta experiencia nueva para su comunidad, que les ha dado una nueva razón para estar contentos, no solo porque sus hijos son felices participando en el programa y pedaleando en sus bicicletas, sino porque a él particularmente le trae gratos recuerdos: “Para mí la bicicleta siempre será una forma de cuidarse uno y cuidar lo que nos rodea, me sorprendió que son buenas bicicletas, modernas y bonitas. Cuando fui ciclista más joven, aprendí a armarlas y a montar por toda la vereda, y en las competencias que se hacían, por eso creo que es una actividad que me llena de alegría y de buenos recuerdos”.

Los niños del Romeral se forman en fila con ansias y alegría para recibir sus nuevas compañeras de acero. A cada uno se le prestará durante su tiempo en la escuela estas bicicletas, para que cumplan todas las misiones que sobre ellas juraron, van a realizar. Con el casco puesto, las rodillas listas y la energía que su juventud les da, arrancan su recorrido los más de 60 niños que hoy, ya montados en los caballitos de acero, serán pedal a pedal, los bici-guardianes del páramo el Romeral.

Siga a Periodismo Público en Google News. Suscríbase a nuestro canal de Whatsapp