Marchas y Contramarchas

Por: Hernán Castellanos Ramírez

 La conclusión después del 21/04 y 1/05 es que tenemos un país dividido en dos, nuestra sociedad sigue viendo el panorama blanco o negro, según la orilla desde donde lo observe y ninguno de los dos sectores tiene la mínima intención de ceder para buscar puntos de encuentro entre uno y otro. Siguen convencidos cada uno, que su visión de sociedad es única e ideal y no están dispuestos a cambiar.

Siguen las declaraciones de llamado a “acuerdos nacionales”, pero tan solo son de dientes para afuera, no hay verdadero interés en realizarlo; son manifestaciones que hacen para que los escuderos puedan salir a defender una y otra posición, expresando la voluntad de buscar la “unidad nacional”, pero a su vez seguir agitando las banderas de cada uno de los extremos que representan.

 Era indiscutible que el presidente se iba a tomar las marchas del día del trabajador, no hay razón para que los sindicatos no se lo permitieran, ellos ayudaron a financiar la campaña, hoy tienen a varios de sus directivos o exdirectivos en posiciones de vanguardia; han sido escuchados en sus aspiraciones, sobre todo en la reforma laboral, pero además cuando las aspiraciones de los sindicatos han sido superiores a sus deseos de mejorar solo su propia condición personal.

 Estaba cantado que lo iban a recibir como su representante, para permitirle demostrar que todavía hay un país que lo sigue, para entregarle su megáfono y pregonar un “acuerdo nacional”, pero acto seguido deslegitimar todo lo que representan los sectores que no son afines al gobierno y dejar claro que el “acuerdo nacional” se realiza bajos sus planteamientos y principios, y no a través de la construcción de consensos, escuchando al otro.

Después de escuchar al presidente Petro, queda claro que no estaba preparado para gobernar, para asumir la majestad de la primera magistratura, pero sí es evidente que es un experto agitador de masas y que está dispuesto a adelantar las acciones necesarias para mantener sus seguidores en permanente éxtasis.

Quedan dos años largos de mandato en donde el discurso de diferencias y odios de clase va estar de primero en la agenda gubernamental y si las reformas no pasan en el Congreso por la incapacidad del gobierno de construir consensos y mayorías, los culpables van a ser aquellos que obstruyeron el “cambio” propuesto por Petro, ese va a ser el argumento principal.

No hubo reflexión ni autocrítica por parte del gobierno, como lo pidió la jefe de gabinete, ese espacio no existe en la mente del presidente y mucho menos en sus ministros, que solo pueden ser fieles seguidores de su mentor y si no les toca dar “un paso al costado”.

Hay quienes sostienen que la campaña presidencial se adelantó o el presidente busca adelantarla, mantener agitadas las banderas y en éxtasis la galería, esto le permite sostener un discurso desgastado; que no fue capaz de ejecutar por su dogmatismo, por su incapacidad de escuchar y por no entender que su mandato no fue tan contundente como lo cree y piensa.

Van a ser dos años de mucho debate, desafortunadamente estéril, sin definiciones y muy pocos resultados en beneficio de la gente; entre tanto el país se descuaderna y los grupos al margen de la ley siguen su labor de expansión, fortaleciendo su presencia y afianzando sus negocios ilícitos.

Es desafortunado decirlo, pero la experiencia y la historia han demostrado que el gobierno moderno ya no es de ideologías, es de praxis; Petro y sus amigos deberían revisar lo hecho por Françoise Mitterrand y Felipe González, cuando tuvieron la oportunidad de gobernar Francia y España. Son experiencias de gobiernos de izquierda que dejaron a un lado la ideología, el dogmatismo, y decidieron gobernar de cara a las realidades del momento, buscando dar resultados a la problemática que aquejaba sus sociedades en el periodo correspondiente.

Si nos atenemos a que vienen dos años de marchas y contra marchas, el ejercicio de gobernar y la gobernabilidad los prevemos nulos, por lo tanto, la izquierda en Colombia va a desaprovechar su momento histórico y no puede salir a echar culpas a diestra y siniestra.

Ahora el hecho que la izquierda no haya sabido entender el momento para el cual debía gobernar, no significa que los sectores políticos tradicionales crean que todo estaba bien antes de asumir Petro el poder. El solo hecho que hace dos años hubieran llegado Gustavo Petro y Rodolfo Hernández a la definición presidencial, es el mejor síntoma de que son muchas las cosas por corregir para minimizar y eliminar la creciente desigualdad de nuestra sociedad.

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