¿Me sigue el cuento? El país de los malos
Están construyendo el país de los malos. Todo lo que está a nuestro alrededor está contaminado de imágenes negativas, demoledoras. Nos quieren hacer creer -y lo están logrando- que estamos metidos en una inmensa licuadora en la que nos obligan a mezclarnos con toda clase sustancias tóxicas y corrosivas para igualarnos en ese submundo envilecido, y darle vía libre a los que son realmente perversos para que puedan desarrollar su actividad delictiva con toda tranquilidad.
Cuando el mensaje es tan desalentador, realmente lo que están haciendo no es otra cosa que generar un proceso de conversión hacia lo nocivo, haciéndole creer a la gente que todo se está derrumbando y que la única salida posible es proceder perniciosamente para hacerse parte activa de semejante desbarajuste…
Es una película indefinida donde los malos siempre ganan. Por eso la respuesta de: “no hay con quien”… “pero si todo el mundo lo hace”… “hágale, no sea bobo” se han convertido en expresiones concluyentes y no en términos relativos. Los buses están llenos de rateros y depravados…las calles de asaltantes, los sacerdotes y pastores son pederastas. Desesperanza y angustia es lo que están elaborando para meterle a la gente la idea de que todo, absolutamente todo, está perdido… Ver las noticias, es la forma más sencilla de comprobar que el mensaje de vida debe ser desesperanzador. Hablar de cosas malas es más productivo que hablar de cosas buenas. Las noticias que vemos a diario lo explican por sí solo. No es sino ver que para hablar bien de algo o de alguien, tiene que ser a través de un mensaje comercial, así como se presenta uno de los noticieros nacionales “Es el momento de todos”… Banco….
Es que lo descalificador y morboso es la primicia: Los parlamentarios ladrones, los políticos corruptos, los policías delincuentes, el que atracó, el que mató… categorizándolo como regla y no como la excepción, como debiera ser, y eso justifica la indolencia por actuar correctamente, distorsionando la doctrina que recibimos en casa y escuela para proteger la moral y las buenas costumbres, y entonces más bien terminamos por acomodarnos en el lugar siniestro que destruye sin misericordia, empezando por el buen nombre de los que hacen las cosas correctamente.
Yo decidí y lo hago público en esta carta, que voy hacer mi mayor esfuerzo para hablar de la gente buena, voy a destacar aquellos individuos que luchan por encontrar caminos de prosperidad y reconciliación. Que hay políticos honestos, jueces incorruptibles que se juegan la vida por dar justicia, parlamentarios que están pensando en legislar para la gente, policías, soldados, oficiales que se la juegan con todo por dar seguridad y tranquilidad, gente de la calle que hace fila, que paga el pasaje, que cede la silla, gente linda con la que uno se cruza a cada rato que brilla por su honestidad. Profesores que enseñan con el corazón lleno de inmensa de generosidad. En fin, es hora de hablar de la gente buena que es la inmensa mayoría de nuestro país. ¿Me sigue el cuento?
Hernando Aramburo Restrepo.
Siga a Periodismo Público en Google News. Suscríbase a nuestro canal de Whatsapp