Petro: desconectado

Por: Hernán Castellanos Ramírez

Las manifestaciones sociales y las expresiones de la ciudadanía que se apreciaron en las marchas del 21 de abril, el Gobierno no puede desestimarlas; difícilmente podrá desconocer que algo anda mal en sus planteamientos, en sus posturas y particularmente en sus formas de gobernar, a través de mensajes en la red de X, sin ningún norte y manteniendo su tono pendenciero de manera permanente.

Aquí no hay una expresión clasista, de un poco de ricos que se oponen a las reformas que van a “beneficiar al pueblo”; no señor, lo que hubo fue una manifestación ciudadana de gente de todas las condiciones sociales, económicas y políticas que siente al gobierno distante y lejano de las decisiones que realmente buscan el beneficio general.

A cada expresión de la ciudadanía manifestando su inconformidad frente a lo que dice, plantea y realiza el gobierno, este se reafirma en sus posturas y las impulsa con mayor vehemencia, queriendo demostrar que tiene el poder y está para ejercerlo aun en contra de los deseos ciudadanos.

El tono democrático que se esperaría de un gobierno que dice ser progresista, desapareció. Cuando el Congreso o la opinión pública no están de acuerdo con sus planteamientos, la presión y la búsqueda de alternativas, no institucionales, para conseguir su propósito son evidentes, dejando a las claras un dejo de autoritarismo que no le sirve al gobierno, pero que afecta la institucionalidad y maltrata la democracia.

El presidente debe entender que las manifestaciones son contra el gobierno, contra su proceder, no puede ni debe intentar desconocer el clamor de la ciudadanía, no solo de un sector de la sociedad, como quiere hacerlo ver, y no puede ni debe incentivar una pelea de clases sociales para alimentar su discurso.

Fue evidente que el domingo marcharon y se expresaron los colombianos al unísono de todas partes y de todos los sectores, diciéndole claramente al presidente: esa no es la forma de gobernar.

Algunos querrán la salida de Petro, otros no porque lo quieren ver más en la Casa de Nariño, pero nadie ha expresado que la salida sea un golpe de estado; básicamente son sectores políticos, sociales y económicos de la sociedad manifestando su descontento a través de la expresión popular, de la cual no es dueño Petro, haciendo uso de las libertades que otorga la Constitución Nacional para decirle y demostrarle al Gobierno que no lo está haciendo bien.

Mal hace el presidente cuando lanza un mensaje en la red X, desconociendo la realidad en cuanto a lugares y cantidades de ciudadanos que se expresaron en su contra el domingo, desestimando las cantidades; en solo Bogotá hubo más de 250 mil ciudadanos, y en lugares como Cali y Barranquilla también salieron a marchar en su contra, como en casi la totalidad de las capitales de departamento que tuvieron su expresión ciudadana en contra del gobierno.

Actúa en su defensa, pero olvida su investidura de Jefe de Estado, cuando acusa a los manifestantes de querer “derrocar al gobierno del cambio” o que “añoran es la represión abierta, las masacres paramilitares y los asesinatos de jóvenes”. Nadie en Colombia quiere volver a vivir los momentos oscuros de la historia en donde la vida no era valorada y las instituciones eran tan débiles que el poder de las armas se impuso por encima de las instituciones, doblegando las libertades ciudadanas y los derechos fundamentales.

Petro tiene tan poco claro su condición de estadista que, a cambio de unir a los colombianos, como lo ordena la Constitución, patrocina lo contrario cuando dice “las fuerzas populares deben responder este 1 de Mayo”, estimulando la lucha entre ciudadanos, rompiendo las posibilidades de concertación y diálogo entre pares, buscando una guerra de manifestaciones sociales para mostrar fuerzas contrarias a cambio de construir consensos.

El presidente y el gobierno deben tener en cuenta y no olvidar que la diferencia en junio del 2022 no superó el 3%, es decir que recibió un país prácticamente dividido en dos y que su obligación es trabajar por la unidad. Su triunfo no fue contundente, pero además debe analizar que un alto porcentaje de sus 11 millones de votos se dieron porque no había alternativa distinta.

Los colombianos votaron por Petro porque consideraron menos riesgoso, para las instituciones y para la Democracia, la presencia en la jefatura del Estado de un hombre como él y no la del impredecible e inestable Rodolfo Hernández.

Eso quiere decir que no votaron convencidos de encontrar la solución en sus planteamientos, Petro nunca recibió un cheque en blanco para imponer una visión de sociedad, recibió una posibilidad de construir un país y una sociedad diferente con fundamento en el diálogo y la concertación, jamás a través de la imposición y menos del autoritarismo.

Regularmente nos recomiendan contar hasta cien para recuperar la calma, yo le diría al presidente que se tome la pausa y cuente hasta mil, lea el mensaje de su jefe de gabinete en la cuenta de X, y aplique lo dicho por Laura Sarabia, “Esta es una semana que como gobierno debemos afrontar en reflexión y autocrítica”. Si acata el consejo, de seguro tendrá que reorientar muchas cosas en el Gobierno.

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