Tras las pistas de vestigios arqueológicos en Facatativá

Un piso de piedra acomodado intencionalmente por cazadores recolectores, los más antiguos pobladores de la sabana cundiboyacense, es la primera de muchas pistas que hoy dan luces sobre la que pudo ser un importante centro de reuniones de grupos humanos anteriores a los muiscas.


Estas son las primeras hipótesis que el grupo de arqueología de la Universidad Nacional (Unal) tiene sobre los hallazgos de un piso de piedras de la época precerámica (alrededor de los 1.000 años a. C.) y de la época Herrera (800 años a. c.), en el parque arqueológico de las Piedras de Tunjo en Facatativá, a cuarenta kilómetros de Bogotá.

“Encontramos la periferia de algo mucho más grande, que nos permitirá comprender cómo era la vida hace 3.000 años”, asegura Amparo Ariza, arqueóloga del equipo que practicó más de mil sondeos (pequeños pozos de 40 x 40 x 100 cm) en las 27 hectáreas que comprende el parque.

La expectativa es alta, porque a diferencia de los tantos sitios muiscas excavados en la región, de las épocas que los antecedieron, como la Herrera, solo se han estudiado unos pocos lugares, e incluso de la secuencia Precerámico-Herrera, este sería el primer lugar en ser analizado.

Antes de la llegada del grupo indígena recordado por la gran leyenda de El Dorado, grupos de cazadores y recolectores, que vivían del consumo de raíces, habitaban la zona.

Fragmentos de las cerámicas que utilizaban y de las piedras que pulían para cocinar y cortar materiales fueron encontrados en la excavación, que a pesar de ser pequeña (20 metros cúbicos) mostró la forma de la que podría ser una plaza más extensa donde se reunían para celebrar rituales religiosos.

“Creemos que es un lugar sagrado, por los pictogramas simbólicos que están pintados en las grandes piedras y porque desde donde hallamos el piso, se ve arriba en la piedra una pequeña ventana, donde suponemos que el ‘sabedor’ de las tribus hacía sus rezos”, explica José Vicente Rodríguez, director técnico del proyecto y profesor de arqueología de la Unal.

Otra de las evidencias que confirman las hipótesis es que en un estudio de suelos se encontró una alta concentración de fósforo, que implica, según el experto en suelos Pedro Botero, que allí se concentró tanta gente como la que hoy visita al parque. El dato es aún más revelador si se tiene en cuenta que en esas épocas los grupos humanos eran de 25 a 30 personas. Esto significaría que de varias regiones aledañas se congregaban en lo que hoy es esta área de Facatativá.

Además de los hallazgos de estos pisos de piedra, el equipo de investigadores también hizo una restauración de más de mil metros cuadrados de roca, donde lograron limpiarlas a tal punto que hallaron pictogramas indígenas nunca antes conocidos por alguien que hablara español.

Estas imágenes simbólicas estaban escondidas tras los grafitis, que ilegalmente pintaron ciudadanos en las rocas, y debajo de las manchas oscuras que la salinización dejó con el paso de los siglos sobre las piedras.

Un grupo de ocho restauradoras ha pasado el último año limpiando las rocas, a través de un aparato que arroja arena muy fina a alta presión. Desde los años setenta no se hacía un estudio arqueológico en la zona, y nunca antes se había hecho una investigación sistemática de pictogramas en el país, aseguran los académicos.

Esta pesquisa, contratada por la Corporación Autónoma Regional por cerca de 1.300 millones de pesos, se realizó en cumplimiento de un fallo a una acción popular de ciudadanos de Facatativá que exigían la recuperación del patrimonio arqueológico del municipio, afectado por los grafitis ilegales y por la poca seguridad en el lugar. El grupo de investigadores envió a laboratorios de Estados Unidos muestras de carbono halladas en el lugar para precisar las fechas de estos caminos. Con esta información podrían continuar explicando el origen milenario de los pictogramas. También están a la espera de financiación para seguir con las excavaciones y conocer más detalles de este importante hallazgo.

Piden museo arqueológico

El parque de las Piedras del Tunjo en Facatativá es el único de carácter arqueológico que se encuentra en una área urbana y el más cercano a Bogotá (cerca de una hora y media de camino), por lo que es el más visitado de toda la red de museos de este tipo en el país.

Sin embargo, para que se conserven los pictogramas y se pueda generar más sentido de pertenencia, para el grupo de investigadores de la Unal es clave que se cree un museo arqueológico en el parque, se invierta en la formación de guías turísticos y se mejoren la señalización y los senderos, que hoy se encuentran en un grave deterioro.

Fuente: eltiempo.com

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