“Un pueblo que elige a corruptos, no es víctima, es cómplice”.

A tan solo algunos días de las elecciones parlamentarias, los colombianos se disponen a renovar el congreso o a reelegir a los mismos con las mismas. No hay más opciones.


Los colombianos no deben olvidar al momento de sufragar que el actual congreso, próximo a finalizar su periodo legislativo, un considerable número de sus integrantes que aspiran a la reelección, y otros que lo hacen por primera vez, no brillan por la calidad y trascendencia de sus proyectos, ni por la trasparencia de sus actuaciones en función del mejoramiento del bienestar de los colombianos.

Al contrario de lo que ocurre en otros países del mundo donde la política todavía es una actividad decente, el congreso colombiano con honrosas y contadas excepciones en sus dos cámaras, presenta un balance francamente desalentador para los electores en particular y para el país en general.

Los ciudadanos no deben olvidar que entre las nauseabundas aguas de la corrupción en las que han navegado un alto número de congresistas durante los últimos cuatro periodos presidenciales, una buena cantidad de ellos aspiran a congraciarse nuevamente con los electores el 11 de marzo razón más que suficiente para que los ciudadanos decentes y honrados de este país piensen seria y responsablemente que el 11 de marzo, tienen la mejor oportunidad de su vida y de la historia nacional para cambiar de raíz uno de los poderes públicos más controvertidos y cuestionados de que se tenga noticia en 200 años de vida independiente de la nación colombiana.

Los ciudadanos no deben olvidar antes de votar que durante el año 2013 fueron condenados 60 congresistas por sus vínculos con grupos armados ilegales durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, mientras otros tantos han sido condenados por corrupción y otros delitos en el gobierno de Juan Manuel Santos.

Como lo reveló el investigador Ariel Ávila a Noticas UNO “para las elecciones del próximo 11 de marzo “440 candidatos en cuerpo ajeno aspiran a llegar al congreso: básicamente son hijos, sobrinos, ahijados de políticos corruptos y criminales que están en la cárcel o que ya pagaron condena”.

Del mismo modo, los ciudadanos honrados y decentes de Colombia no deben pasar por alto antes de votar, que aquí no solo se alude únicamente a los congresistas ya condenados, investigados, procesados y condenados por una interminable lista de delitos, sino que tras de ellos, y a su sombra, un verdadera horda de aspirantes a funcionarios, acechan a la espera del triunfo de sus “padrinos políticos” para asaltar con la voracidad de los animales carroñeros los cargos del Estado.

Los ciudadanos de Colombia no deben olvidar que cientos de funcionarios de todos los niveles territoriales e instituciones del Estado que han sido cuotas burocráticas de congresistas y hoy llenan las cárceles de nuestro país luego de haber defraudado el tesoro público se aprestan a salir a disfrutar como premio sus fortunas mal habidas, o en el menor de los casos, a recibir casa por cárcel.

Los ciudadanos decentes y honrados de Colombia no deben olvidar que presidentes, expresidentes, ministros, gobernadores, magistrados, alcaldes, integrantes de las fuerzas militares de todos los rangos, poderosos empresarios, familiares de los clanes y poderes políticos regionales entre otros, componen el selecto grupo de prohombres de la delincuencia de cuello blanco que depusieron el interés general en el ejercicio de sus cargos para crecentar su fortunas en contra del interés general.

Finalmente, los ciudadanos decentes y honestos de nuestro país, no pueden olvidar que la mayoría de los partidos políticos que forman la coalición del gobierno (U, CR, OC, PL, PC) como el que en apariencia les hace oposición, (Centro Democrático), han sido instituciones proclives y promotoras de la corrupción y el desgobierno, prohijando el respaldo a candidatos de la más controvertida reputación ética y moral.

ahtarquinog@gmail.com

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