¿Y dónde está la autoridad?
A propósito de las recientes quejas sobre el desorden de vendedores ambulantes y conductores en el puente peatonal de San Mateo, vale la pena analizar qué es lo que está pasando en Soacha con la falta de autoridad. Cada quien traza sus propias reglas y hace a su antojo lo que le venga en gana.
No es aceptable desde ningún punto de vista que se presenten hechos como el que se observa por estos días en el costado occidental del puente de San Mateo. Vendedores a diestra y siniestra ofrecen golosinas, arepas, chorizos, frutas, empanadas, pinchos, flores, llamadas y hasta veladoras para ponérselas a la Santísima Virgen.
El hecho hasta aquí parece normal en Soacha porque a la fuerza nos han acostumbrado a ver vendedores en todos los puentes peatonales (incluyendo el pequeño San Victorino de ropa usada en la calle 13 con Autopista), y eso sin mencionar los sitios tradicionales como Quintanares, León XII, la calle 15, Compartir, San Mateo, centro y ahora en las nuevas urbanizaciones.
Pero me extendería mucho si abordo todos los sitios donde los vendedores se han adueñado del espacio público con la complicidad del municipio. Por esto mismo quiero referirme concretamente al tema del puente peatonal de San Mateo.
No entiendo, o soy demasiado corto de espíritu, por qué el municipio de Soacha en cabeza de la Secretaría de Salud y de la misma Inspección de Policía no hace nada para evitar que se venda toda clase de comida “chatarra” en un sitio rodeado de fétidos olores, polvo, humo y hasta en medio del aroma a bazuco, marihuana y todo este revuelto de drogas que hacen hoy en día.
En qué cabeza cabe que se venda comida al lado de una gruesa columna que sostiene el mismo puente, en donde los maleducados y cortos de cultura (muchos de los cuales pasan borrachos y drogados) se orinan y hacen sus necesidades fisiológicas, con la complicidad de algunos vendedores. Pareciera que hay autorización para hacerlo porque ninguna autoridad hace nada, y eso que en repetidas ocasiones la misma Corte Constitucional se ha pronunciado sobre el tema.
Personalmente no conozco estudio alguno realizado por la Secretaría de Salud de Soacha sobre el estado de las comidas que se venden en las calles de la ciudad, pero como ejemplo quiero referirme a un reciente análisis hecho por el Laboratorio Departamental de Antioquia sobre comidas que se venden en las calles de Medellín y municipios aledaños.
El estudio, realizado aleatoriamente en distintas poblaciones, consignó que de las 447 comidas analizadas, en 268 (60%) había agentes contaminantes.
De estas 268 muestras, 163 (61%) presentaron coliformes fecales, 109 estafilococos, 104 salmonella, 85 coliformes totales, 68 mesófilos y 42 listeria monocytogenes. El estudio reveló que los alimentos con más contaminantes fueron los quesitos, los quesos y las cuajadas, ya que de una muestra de 32, solo seis no presentaban problemas.
En ellos se encontraron coliformes fecales, salmonella, estafilococos y listeria monocytogenes. Le siguieron cárnicos como los chorizos, ya que de 148 estudiados, 133 presentaron coliformes fecales, salmonella, estafilococos y listeria monocytogenes (datos tomados de El Colombiano).
No quiero imaginarme que en Soacha la situación sea similar por negligencia de las autoridades, porque la verdad me quedan muchas preguntas que me gustaría conocer su respuesta. ¿Existe algún estudio similar que se haya hecho recientemente en el municipio sobre las comidas que se venden en la calle? ¿Qué resultados hay? ¿Quién está pendiente de la manipulación de los alimentos? ¿Por qué se permite vender comidas a escasos cinco metros de donde se orinan muchas personas? ¿Quién responde?… Y podría seguir preguntando pero lo que quiero son acciones y soluciones.
Es cierto y no puedo ser ajeno a la difícil situación económica de muchas familias de Soacha, quienes compran en esos puestos porque el dinero no les alcanza para más, pero lo que no se puede aceptar desde ningún punto de vista es que se permita la venta de toda clase de comida sin control alguno, sin constatar si esos alimentos son aptos o no para el consumo humano, y sin la garantía que en vez de calmar el hambre de algunos, más bien se convierta en agente contaminante y productor de graves enfermedades para las personas.
Me parece, sin el temor a equivocarme, que las autoridades municipales deben ser más serias, honestas y responsables en el tema, y como medio de comunicación doy la garantía de hacer el seguimiento respectivo para que se conozca a ciencia cierta cuál es el estado de los productos comestibles que se venden en las calles de Soacha.
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