Animales recién nacidos recuperan su instinto natural gracias a una técnica de camuflaje innovadora en Cundinamarca
Aunque pueda parecer curioso, estas crías necesitan más que alimento y abrigo: requieren sentir la presencia materna, esa figura que suele perderse poco después del nacimiento.
El regreso de una cría silvestre a su hábitat no solo depende de su salud. También necesita recordar quién es. Para lograrlo, un grupo de profesionales ha encontrado una forma inusual pero efectiva: ocultarse tras máscaras, plumas y trajes que imitan a su propia especie.
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En el Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre (CAV) de la CAR Cundinamarca y en la Unidad de Rescate y Rehabilitación de Animales Silvestres – URRAS de la Universidad Nacional de Colombia, esta práctica se ha convertido en una herramienta esencial dentro de los procesos de rehabilitación. Su objetivo es simple y a la vez complejo: permitir que las crías mantengan su identidad silvestre y no establezcan vínculos con los humanos.
Cada año, cientos de animales llegan a estos centros tras haber perdido a sus madres o haber sufrido lesiones que comprometen su supervivencia. Muchos de ellos son neonatos (recién nacidos) que dependen por completo de la atención humana para sobrevivir. Sin embargo, ese contacto directo puede alterar su comportamiento y generar dependencia. Un ave que busca la mano que la alimentó, o un mamífero que no teme acercarse a las personas, difícilmente podrá ser liberado.
Por eso, los especialistas recurren a esta técnica de camuflaje. Se cubren con trajes de piel, guantes forrados con plumas o máscaras que simulan picos, de manera que las crías no asocien el alimento con una figura humana. De esta forma, los animales conservan los hábitos propios de su especie, como la huida ante la presencia de personas o la búsqueda autónoma de alimento.
La rehabilitación de neonatos es uno de los mayores desafíos. Requiere una alimentación frecuente, un entorno cálido y vigilancia constante durante semanas o incluso meses. Cada especie demanda cuidados distintos: no es lo mismo atender a un ave que perdió sus plumas que a un mamífero con fracturas o a un primate rescatado tras la extracción de sus colmillos.
El director de la CAR Cundinamarca, Alfred Ignacio Ballesteros, explica que no todos los animales pueden regresar a su entorno natural. “Para que un ejemplar sea liberado, debe demostrar que recuperó su salud y que puede valerse por sí mismo. También necesita conservar su instinto de huir del ser humano. Aquellos que presentan lesiones permanentes permanecen en el centro bajo cuidado veterinario”, señala.
La alianza entre la CAR y la Universidad Nacional, a través de URRAS, ha permitido perfeccionar este método que combina ciencia y creatividad. No se trata solo de usar disfraces, sino de aplicar una estrategia integral que incluye diagnóstico, tratamiento médico y seguimiento hasta el momento de la liberación.
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Cada caso es distinto, pero la meta siempre es la misma: devolver a los animales su libertad. Lograr que vuelvan a su hábitat representa más que un acto de conservación; es una señal de respeto hacia la naturaleza y una invitación a la ciudadanía para evitar el tráfico y la tenencia ilegal de fauna silvestre.
Foto: CAR