Exclusión, marginalidad y vandalismo, síntomas de la crisis neoliberal capitalista
En esta reflexión no pretendo justificar ni mucho menos legitimar las conductas de los cientos de jóvenes que estuvieron involucrados en los lamentables y preocupantes hechos del día 29 de agosto. Solo intentaré proponer para la reflexión y el debate algunos elementos de análisis desde una mirada interdisciplinaria de tales acontecimientos sociales así como intentar una aproximación para comprender de dónde procede tal comportamiento y cuál es su etiología, es decir sus causas.
¿Y quiénes son los vándalos de Soacha?, ¿De dónde llegaron?, ¿Desde cuándo están aquí en el municipio, y por qué?
El columnista Germán Cuesta en su último artículo “Ocultar lo evidente” señala que la magnitud de la violencia con la que se realizaron los actos del pasado jueves 29 de agosto “no se puede esconder bajo el eufemismo de actos vandálicos” www.periodismopublico.com
Del mimo modo, como lo anotaba Diego Landínez en su reflexión sobre “La perpetuidad de la violencia” “lo sorprendente no es que la gente robe, o que haga huelgas; lo sorprendente es que los hambrientos no roben siempre y que los explotados no estén siempre en huelga ”www.periodismopublico.com
¿A cuál violencia se refiere Germán?, A cuál violencia se refiere Diego?
¿Será a la violencia que se ejerce sistemáticamente desde diferentes poderes legales e ilegales sobre la población que ha sido histórica y continuamente desplazada de las zonas rurales, de sus tierras que permanentemente llegan a engrosar los grandes cinturones de miseria de nuestras ciudades, donde la marginalidad y la exclusión, el olvido, la falta de oportunidades, de trabajo, de educación, de salud, de condiciones dignas de vida, de territorios sin oportunidad de recibir inversión estatal por los altos niveles de informalidad de los espacios de habitación e interacción, son el pan de cada día y los hacen vulnerables y presas fáciles apetecidas por la delincuencia común, el crimen organizado, el paramilitarismo, el narcotráfico y la guerrilla?
Desde la psicología se considera el vandalismo como una conducta que busca ejecutar comportamientos destructivos sin respetar la propiedad y ocurre con la intención de expresar la insatisfacción que sienten algunos grupos sociales frente al sistema social, o lo hacen por el simple hecho de encontrase enfadados consigo mismos, sin llegar a medir las consecuencias de sus actos.
Desde la sociología el vandalismo pone en evidencia una conducta anómica que se expresa en el rechazo a las normas sociales y a la desorganización social que tiene lugar cuando esas normas sociales no satisfacen al individuo, cuando el individuo no está integrado a la sociedad, por tanto no se considera atado u obligado a las regulaciones sociales.
Dicho de otro modo, esa anomia social que presenciamos, se puede interpretar como la falta de normas y la incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos o grupos de individuos lo necesario para lograr satisfacer sus expectativas sociales.
La experta Saira Aldana en declaraciones para www.semana.com, expresaba que “algunas capas marginales de la población sienten que al destruir ese espacio (público y privado) se están vengando de un Estado opresor”
En esta compleja y dinámica red del conflicto social, los sectores excluidos y marginados durante décadas, han venido cultivando en su ser social altos niveles de resentimiento, de rabia, de odio contra los sistemas sociales en los que no han tenido acceso a derechos, en los que han sido excluidos y marginados, y sus conductas en consecuencia han mutado de expresiones de pasividad e indiferencia a la rebeldía como por ejemplo al resurgimiento del movimiento agrario, o a las expresiones delincuenciales y acciones vandálicas, como consecuencia del desarrollo capitalista y principalmente de sus crisis periódicas.
Las crisis del capitalismo financiero golpea periódicamente a la clase obrera y a todos los sectores populares que sistemáticamente se pauperizan engendrando un importante sector de la población colocada en la miseria, sin expectativas ni esperanzas de ningún tipo, que debe recurrir a toda clase de subterfugios para poder sobrevivir en condiciones lamentables.
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