Una mirada triste
El comercio informal se tomó la ciudad, ya cuelgan de las puertas de la Alcaldía, las pitas que sostienen el plástico del vendedor de turno en el sitio que le parece más visible para ofrecer su mercancía.
na mirada triste
Es preciso citar lo establecido por la LEY 9 DE 1989 “Por la cual se dictan normas sobre planes de desarrollo municipal, compraventa y expropiación de bienes y se dictan otras disposiciones. CAPÍTULO II – Del espacio Público – Artículo 5º.- Entiéndase por espacio público el conjunto de inmuebles públicos y los elementos arquitectónicos y naturales de los inmuebles privados, destinados por su naturaleza, por su uso o afectación, a la satisfacción de necesidades urbanas colectivas que transcienden, por tanto, los límites de los intereses, individuales de los habitantes».
Agrega además: «Así, constituyen el espacio público de la ciudad las áreas requeridas para la circulación, tanto peatonal como vehicular, las áreas para la recreación pública, activa o pasiva, para la seguridad y tranquilidad ciudadana, las franjas de retiro de las edificaciones sobre las vías, fuentes de agua, parques, plazas, zonas verdes y similares, las necesarias para la instalación y mantenimiento de los servicios públicos básicos, para la instalación y uso de los elementos constitutivos del amoblamiento urbano en todas sus expresiones, para la preservación de las obras de interés público y de los elementos históricos, culturales, religiosos, recreativos y artísticos, para la conservación y preservación del paisaje y los elementos naturales del entorno de la ciudad, los necesarios para la preservación y conservación de las playas marinas y fluviales, los terrenos de bajamar, así como de sus elementos vegetativos, arenas y corales y, en general , por todas las zonas existentes o debidamente proyectadas en las que el interés colectivo sea manifiesto y conveniente y que constituyan, por consiguiente, zonas para el uso o el disfrute colectivo.”
Cabe preguntar aquí si como en el famoso dicho atribuido a la cultura costeña “eche esa ley aquí no pego” y tal vez no pega, por razones de inconveniencia a causas que no me atrevo a señalar o quizás por simple desgreño administrativo.
Lo cierto es que el comercio informal se tomó la ciudad, ya cuelgan de las puertas de la Alcaldía, las pitas que sostienen el plástico del vendedor de turno en el sitio que le parece más visible para ofrecer su mercancía.
Tal parece que esta población de vendedores, percibe que el edificio donde se instala la Alcaldía y sus dependencias, el Concejo Municipal entre otras sedes institucionales, no merece respeto.
Vemos mercancías y juegos de toda índole, las grasas donde se cocina el chicharrón, salpican las paredes donde funcionan la Secretaría de Gobierno y los Juzgados Civiles, ante la mirada impávida cuando la hay, de alguna “autoridad” ocupada en otros menesteres.
Este relato escrito está documentado con los testimonios de los creyentes, que los domingos asistimos en medio de esta marea humana de vendedores a nuestro culto religioso, entre los fétidos olores dejados por quienes en las noches abusan de las paredes de los edificios públicos o privados y allí en cualquier rincón depositan sus excretas, como expeliendo el acatamiento que les merecemos.
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