La delincuencia controla al municipio de Soacha
No bastan los operativos de la Policía contra las bandas delincuenciales, especialmente a expendedores y distribuidores de estupefacientes, para mantener la tranquilidad y el orden en la ciudad. Si bien es cierto los golpes al microtráfico son constantes, la inseguridad en las calles crece y los hechos demuestran que los delincuentes ganan cada vez más terreno.
En cualquier esquina, calle, parque, e incluso a escasos metros de la Alcaldía o del comando de Policía se presentan atracos y robos, hecho que pareciera normal en una ciudad sin autoridad ni control.
“Hace dos días me raparon el celular en la esquina del parque, a escasos diez metros de la Alcaldía y no había ni un Policía para al menos tratar de capturar al delincuente. La verdad esto se volvió invivible”, manifestó Elkin Moreno, residente en la comuna uno.
Pero el actuar de los delincuentes en Soacha no se limita sólo a los denominados delitos menores. Más que robar o rapar el celular, la ciudad está siendo invadida por las bandas delincuenciales que, incluso, se han repartido el territorio.
Un informe de la Fiscalía señala que en Soacha operan las más peligrosas bandas que cuentan con armas y una estructura organizada, muchas de las cuales controlan el microtráfico y hasta el sicariato en la ciudad.
Las zonas más marcadas por los delincuentes están en las comunas tres, cuatro y seis, sin decir que en la uno, dos y cinco no se presente esta situación.
En la comuna cuatro operan ‘Los Llaneros’, banda conformada por unos 30 hombres y que según las autoridades, son responsables de varios asesinatos y boleteos a comerciantes.
Así mismo se tiene conocimiento de la existencia de ‘Los Embajadores’, quienes se mueven en las comuna uno y cuatro.
Si bien es cierto la Policía ha dado golpes contundentes a varios miembros de estas bandas, como el caso de ‘Los Creapi’, muchos de sus integrantes siguen operando e involucrados en el negocio del microtráfico y la extorsión.
Pero más allá de los nombres y de las bandas identificadas por las autoridades, la realidad es que nadie sabe a ciencia cierta cuántos grupos operan en la ciudad. Todos los días venden y expenden droga, roban, atracan y las muertes violentas se incrementan sin que las autoridades hagan lo suficiente para controlarlas.
Ante este oscuro panorama, las autoridades locales han tratado de implementar medidas tendientes a contrarrestar el actuar de los delincuentes, pero todas resultan insuficientes. A esto se suma los certeros golpes de la Policía para debilitar las estructuras del microtráfico, pero todo pareciera una lucha de nunca acabar.
El papel de la Alcaldía, a través de sus políticas de seguridad, también es demasiado débil, sumado al poco compromiso de algunos uniformados para atender los requerimientos ciudadanos.
Los radios de seguridad, las alarmas comunitarias, la entrega de motos y camionetas a la Policía, la red de cámaras y ahora la implementación de una estrategia, a través de Google, parecieran no bastar para atacar el delito en una ciudad que crece desaforadamente.
¿Qué hacer? Es la pregunta que los desamparados ciudadanos se hacen a diario. “La verdad yo sí creo que faltan tres cosas: primero un comandante de Policía que exija compromiso y lealtad de sus hombres, porque él puede tener muy buena voluntad, pero muchos de sus uniformados, no. Segundo, un Alcalde que tenga los pantalones bien puestos para ordenar medidas y operativos contundentes, y tercero, mayor solidaridad e interés por parte de los ciudadanos“, sostuvo Diego Molano, habitante de la comuna cinco.
Lo cierto es que de no tomarse medidas inmediatas y contundentes para atacar la delincuencia, la guerra se perderá, y más si se tiene en cuenta que en los próximos cuatro años ingresarán a la ciudad alrededor de 400 mil habitantes nuevos. Las viviendas y sus pobladores crecerán, pero las vías, los parques, los colegios, los hospitales y centros de salud, y en general todos los equipamientos serán los mismos, lo que significa que el futuro de la ciudad estará marcado por una profunda problemática social que, en las condiciones actuales, es muy difícil de superar.
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