De la alternancia a las alternativas: ¿Qué se juega en las próximas elecciones en Suacha?
El momento político en el municipio no ocurre en una urna de cristal o libre de las determinaciones provenientes del contexto nacional, muchas de las cuales entran en juego en las próximas elecciones regionales, que serán un buen termómetro de la manera como se expresan localmente cuatro tendencias nacionales.
Primero la fractura regional de los partidos de la Unidad Nacional (Cambio Radical, el Partido de la U y el Partido Liberal) que siguen proyectando liderazgos nacionales pero en los municipios y departamentos se disputan consejos, asambleas, alcaldías y gobernaciones de cara a las presidenciales de 2018 y en medio de un momento clave del proceso de paz, cuando se discuten los escenarios del posconflicto y se negocia el torrente de recursos económicos e institucionales que por este concepto recibirán las regiones.
Solo en ese escenario puede tener sentido que la candidatura de Eleázar González haya sido avalada por Cambio Radical y los liberales y que, al mismo tiempo, Jorge Rey, el alfil de Vargas Lleras para la gobernación de Cundinamarca, haya mostrado su apoyo público a Juan Carlos Saldarriaga, candidato del Partido de la U.
Segundo, sin una maquinaria local directamente vinculada a la administración municipal el Centro Democrático sigue articulando sus acumulados políticos en medio de condiciones sociales que favorecen la consolidación de un proyecto autoritario en el municipio y que, paradójicamente, está recogiendo el voto de opinión que le permite llenar el vacío político dejado por la ausencia de un proyecto alternativo para el municipio orgánicamente articulado por una fuerza política de izquierda, que solo hasta ahora comienza a recuperarse de la arremetida paramilitar que azotó a Suacha a comienzos del 2000. Al analizar los resultados electorales del 2014 –a Congreso y Presidencia- la tendencia local es a respaldar la figura nacional de Álvaro Uribe, que logró jalonar votos para el senado ocupando el primer lugar –con el 18.8% de los votos- y cuyo candidato presidencial obtuvo una abultada victoria en Suacha en la primera vuelta –con el 24,5% de los votos-.
Sin embargo los matices regionales, que podrían ser decisivos para la campaña de Andrés Jaramillo, son más complejos y trazan dos tendencias: para cargos de representación vinculados directamente a la circunscripción territorial las maquinarias electorales siguen teniendo más peso que el voto de opinión, de allí que Cambio Radical obtuviera más votos para Cámara de Representantes que el Centro Democrático en todas las comunas, incluyendo la Comuna 4 y 6, que abrieron el margen de victoria para el partido de Uribe en las elecciones del senado y en las presidenciales, factor relevante si se tiene en cuenta que son esas comunas las que han experimentado cambios más drásticos en los últimos 10 años. Por otra parte, aun sin maquinaria electoral, y sin haber podido capitalizar el voto de opinión en el municipio, las fuerzas de izquierda –el Polo y la Unión Patriótica- fueron decisivas para la derrota del Centro Democrático en la segunda vuelta presidencial, habiendo ocupado ya el segundo lugar en la primera vuelta, un fenómeno bien interesante que señala los límites de las prácticas políticas tradicionales en el municipio, y puede abrir espacios para la disputa de opinión pública y la movilización social entre un amplio sector popular que salió a votar para castigar al uribismo y que se sigue resistiendo a los jefes políticos locales.
Cuadro No. 1. Conteo de votos para Cámara de Representantes por Comuna – 2014
La tercera tendencia que quisiéramos resaltar es el enrarecimiento paulatino del espectro político por cuenta de asociaciones perversas entre partidos políticos de distintas procedencias sociales e ideológicas: a parte de sus aliados de la Unidad Nacional, la candidatura política local de Cambio Radical ha sido rodeada por la Alianza Social Independiente, MAIS, un sector importante de la Alianza Verde y Opción Ciudadana, mientras AICO se recoge en la candidatura de Juan Carlos Saldarriaga. ¿Qué hace un movimiento como MAIS, articulado en torno a la Organización Nacional Indígena de Colombia y un sector del Consejo Regional Indígena del Cauca, pactando políticamente con Cambio Radical, un partido de la coalición de gobierno que sigue sin cumplir sus acuerdos con las comunidades indígenas del norte del Cauca? y en el ámbito territorial, ¿cómo se articula un proyecto regional alternativo si en Bogotá estas fuerzas son cercanas a la alcaldía de Progresistas mientras en Suacha se articulan en torno a la Unidad Nacional?, un fenómeno que alienta la frustración política de la sociedad, particularmente de los jóvenes, pues parece ser que la consigna sigue siendo articularse al ruedo local para evadir los costos políticos y la escasez, de puestos y presupuesto, que implica una oposición seria y bien estructurada.
En este contexto la decisión más consecuente parece haber sido tomada por la Unión Patriótica, que sigue posicionando su proyecto político a través de las jornadas electorales y decidió promover el voto en blanco para la alcaldía luego de que el Frente Amplio por la Paz no lograra ponerse de acuerdo sobre un candidato común para Suacha, una salida que apunta al fortalecimiento político del movimiento social y no solamente al control político en el Consejo municipal, que ha sido el derrotero político de un sector progresista del Partido Verde pero que, a la larga, afianza la creencia de que la sociedad solo debe prepararse para limitar, vigilar y controlar a sus jefes políticos, no para organizarse y ser gobierno.
No obstante esta tendencia, el momento político arroja saldos aun negativos para la construcción de una alternativa para el municipio, con un escenario local en el que las fuerzas progresistas y la izquierda social no han logrado articular un bloque electoral capaz de enfrentar y contrarrestar las aspiraciones uribistas sobre el municipio, un vacío que está siendo llenado por Cambio Radical y que podría situarnos en un escenario parecido al de la segunda vuelta presidencial por la posibilidad efectiva de que el Centro Democrático llegue a la alcaldía municipal. Por ahora parece inevitable que las nuevas articulaciones de las jefaturas locales sigan controlando políticamente al municipio, allí un proyecto alternativo solo puede coagular en perspectiva de largo plazo sobre la base de una comprensión cabal de las formas de inserción local-territorial en la dinámica estratégico-nacional, dimensionando la importancia geopolítica de Suacha, cuyo corredor industrial ha sido definitivamente desplazado a Mosquera y Funza. El modelo económico dominante ha sentenciado a Suacha a ser un corredor minero de proyección urbanística especulativa, escenario en el cual es poco probable que los jefes políticos locales tengan un proyecto político para el municipio distinto a instrumentar el lugar que le corresponde a Suacha en el rompecabezas nacional del modelo de acumulación emergente: desindustrializador, minero y agroindustrial.
En este camino resulta fundamental no hipotecar electoralmente las perspectivas de unidad del movimiento social y popular en los reflujos que produce la falta de acuerdos electorales entre las fuerzas progresistas y de izquierda, lo que sin duda exigirá impulsar nuevas matrices de opinión a través de ejercicios de comunicación alternativa y centros de investigación con rigor académico, que detengan la estigmatización contra el municipio y que, al mismo tiempo, desmientan los intentos de mostrar a Suacha como un caso exitoso de reconversión económica y crecimiento urbano, como trató de hacerlo la Revista Semana hace algunos días.
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