Presentismo, el síndrome de vivir en la oficina
La crisis ha provocado que empleados pasen más horas en el trabajo con el fin de hacerse notar; el presentismo no necesariamente implica mayor trabajo ni rentabilidad para la empresa.
La crisis financiera y la contracción del mercado laboral, han propiciado un nuevo fenómeno llamado «presentismo», que significa trabajar más allá del horario normal de oficina, con el único propósito de hacer notar la presencia del empleado en la oficina y en sus funciones.
Un estudio de la consultora de Recursos Humanos, Randstad, elaborado entre profesionales en varias ciudades de Europa, refiere que casi cinco de cada 10 empleados reconocen que sus compañeros se quedan más tiempo por miedo a perder su puesto, y sin que -necesariamente- eso se traduzca en mejores resultados.
Años atrás, este problema se asociaba a los colaboradores que iban a la oficina a pesar de estar enfermos, situación que provoca una disminución en su desempeño, según define la empresa PPC WorldWide, dedicada a diseñar programas de asesoría psicológica para empleados.
Ahora, este concepto abarca, también, a profesionales que cumplen con sus actividades pero, por situaciones de tipo emocional no alcanzan su máximo en productividad ni se sienten 100% comprometidos. «Puede estar en la oficina hasta que el jefe se va, pero no es sinónimo de ser más trabajador o rentable, sino de que intenta cumplir con la imagen de que está laborando», explica la psicóloga de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, de la UNAM, Maricela Franco.
Quienes sufren este problema, dice, muchas veces pasan más tiempo concentrados en otras actividades que en prestar atención a sus objetivos de trabajo. «Si hay problemas con la pareja, la llaman buena parte del día o hacen contacto por Internet. Pasan varias horas (aunque no sean seguidas) en la red, en páginas nada vinculadas a su profesión. U ocupan cualquier oportunidad para moverse de su lugar: ir por café, tardarse en el horario de comida, etcétera».
El tiempo extra es muy común en la oficina, pero la gente con presentismo no se queda, únicamente, por tener trabajo extra, sino para dar la imagen de eficiente y de seguir sacando pendientes, aclara Franco.
Esta tendencia no necesariamente va de la mano con una mayor productividad, porque no apunta a ejecutar más y rendir mejor, sino a que el puesto de trabajo se vea ocupado, y por ende, no prescindan de sus servicios, señala un estudio de la bolsa del empleo, Trabajando.com
«El crecimiento de una compañía no guarda relación con la cantidad de horas que las personas están en la oficina, o sentadas frente a la computadora, sino con la productividad de las mismas. Así, es importante tener recursos para motivar a los colaboradores», agrega la directora general de ese portal, Margarita Chico.
-¿Miedo desmedido?
Incrementar el horario por voluntad propia tiene sus ¿por qué? En la cultura corporativa mexicana se valora el tiempo. La consigna pareciera ser, mientras más tarde salgas, demuestras lo válido que eres y lo valioso de tenerte contratado.
La psicóloga de la UNAM explica varios niveles de este fenómeno. El primero es el mencionado, quedarse más de lo habitual.
El segundo es enfatizar las funciones que se realizan, invirtiendo más tiempo en hacerlas o se les agrega un grado de dificultad innecesario. En tercer sitio, aparece el presentismo que implica quejarse, continuamente, del volumen de trabajo, sin que ello signifique entregar resultados espectaculares.
Otro ejemplo, es presentarse a la oficina cuando enfermo, para demostrar que «nada impide a esa persona el cumplimiento de sus obligaciones. O lo hace por miedo a que esa ‘falta’ le signifique la pérdida de su puesto»,
«En tiempos de crisis todo puede ser usado en tu contra, por ende, los trabajadores piensan dos veces antes de presentar un justificante por enfermedad y no asistir a trabajar», refiere Trabajando.com
Los jefes, en algunas ocasiones, influyen en este comportamiento. Hay quienes evalúan a sus empleados por las horas en oficina, sin hablarle de la calidad de sus resultados. Ésa condena a la persona a un estado de aburrimiento y desinterés, que aparecerá tarde o temprano. «Si las organizaciones buscan empleados alineados a las metas de la compañía y con buenos rendimientos, hay que hacerles notar la importancia de trabajar con eficiencia, y no tenerlos horas muertas en sus asientos», puntualiza Franco.
Fuente: Ivonne Vargas Hernández, cnnexpansion.com
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