“»No hay peor cuña que aprete que la del mismo palo”

Este popular adagio cae como anillo al dedo y como un baldado de agua fría a la obstinada aspiración del candidato de Cambio Radical a la alcaldía de Soacha Héctor Fernando Ramírez Vásquez.


Lo que jamás esperó Ramírez es que fueran los propios dirigentes de su partido los que pusieran freno a su ímpetu político. Pero Fernando, como todo un gladiador, y en eso se parece cada vez más al ex presidente Uribe, a quien dicho sea de paso profesa un odio casi atávico, se defiende como gato en machacadero de carne. Al menos eso se infiere de la actitud camorrista que protagonizó con el candidato del ex presidente Uribe a la gobernación de Cundinamarca, Everth Bustamante.

Entre más odia Héctor Fernando Ramírez Vásquez a Álvaro Uribe Vélez, más se parece a él; más mesiánico, más autócrata, más proclive, es a aferrarse al poder.

Según él, el complot de Galán a su aspiración es un “atentado contra la libre democracia” aunque no sabemos a ciencia cierta a cuál democracia se refiere Fernando, porque hasta donde se sabe, su aspiración y particularmente el aval que le otorgó el partido, no fue precisamente producto de una decisión democrática de los militantes del partido, mucho menos de un acuerdo o de un consenso. Según lo expresó a este mismo medio “se quieren fabricar candidaturas desde Bogotá sin consultar con los ciudadanos” como si la suya hubiese sido importada de la democracia de la Grecia clásica. “El complot de Galán -prosiguió Ramírez Vásquez- tiene como propósito hacerle daño a la política local” como si esta no hubiera estado pervertida desde siempre.

Dicho aval a su reiterada aspiración política fue una imposición vertical, arbitraria, autoritaria y hegemónica. No puede caber la menor duda que esa decisión asumió ese carácter al desconocer Fernando y algunas directivas del partido, la aspiración también legítima de Betty Zorro.

Era apenas lógico esperar que esa fuera la retribución resultante de la influencia ejercida por Álvaro Cruz como pago a la importante votación recibida durante la pasada y frustrada campaña a la gobernación de Cundinamarca. Veinte mil votos no es una suma nada despreciable que algún valor debe tener.

Dicho de otro modo, Fernando asume la creencia que él es el dueño de los votos y de la voluntad de los electores y él decide por ellos. Aún cree Fernando que los electores son su servidumbre y Soacha su feudo.

A lo largo de los últimos años la mayoría de los ciudadanos del municipio han llegado a una conclusión elemental: si no fueron suficientes 20 años en el control del poder junto con su hermano Jorge para conducir a Soacha al desarrollo y a sus habitantes al bienestar general, menos lo serán cuatro años si volviera a ganar, u ocho en el hipotético caso que su hermano lo sucediera en el poder.

Ahora bien, para nadie es un secreto que el ministro del interior Germán Vargas Lleras se ha venido convirtiendo en el escudero del presidente Santos en su lucha contra la corrupción en todo el país y Soacha no podría ser la excepción. Parece ser que desde ahora Vargas Lleras se propone, a través la nueva dirigencia del partido, a ir depurándolo de todos los “indeseables” para hacer su camino franco y expedito a sus aspiraciones presidenciales dentro de tres años.

¿Si para el país no era políticamente conveniente en su momento y posteriormente la reelección de Uribe Vélez, por qué no lo podría ser para Soacha la aspiración de Fernando Ramírez Vásquez?

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