Ciudadanos ocultos que sufren la falta de alimentadores en Soacha

En medio de una multitud y sumado a los miles de soachunos que día a día se trasladan hacia Bogotá en el cuestionado servicio de Transmilenio, hay habitantes que enfrentan diariamente el drama de la falta de buses alimentadores del sistema, puesto al servicio el pasado 27 de diciembre.


No resulta igual de complicado para quienes viven cerca a las estaciones San Mateo, Terreros, León XIII y Despensa, que para las personas que residen en sectores aislados como Ciudad Latina, Altos de la Florida o Ciudadela Sucre, sólo por mencionar algunos sectores.

Rosa María Aristizábal es una humilde residente del barrio Ciudad de Quito, sector perteneciente a la comuna uno de Soacha. Ella, al igual que su hija Andrea, deben salir todos los días a las 4: 00 a.m. de su vivienda para llegar a la Estación San Mateo y dirigirse hacia Corferias. Es una odisea la que tienen que enfrentar básicamente por dos motivos: Por un lado deben cancelar cuatro mil pesos diarios simplemente por trasladarse entre su casa y la Estación de Transmilenio, y viceversa; por el otro, tienen que sortear las inmensas colas, apretones, empujones, abusos y hasta robos que se han vuelto frecuentes dentro del sistema.

“A esa hora salen carritos que nos traen hasta la estación, pero el problema es que entre las dos gastamos cuatro mil pesos diarios en colectivos y $6.800 en el Transmilenio, es decir, en los 25 días hábiles del mes se nos va 270 mil pesos, un costo demasiado elevado para lo que las dos nos ganamos”, explicó doña Rosa María.

Para este par de habitantes de Soacha, el problema radica en la falta de buses alimentadores, porque contrario a lo que sucede en Bogotá, en este municipio cundinamarqués hay que pagar aparte el pasaje entre la casa y la estación, y viceversa.

Cuando se puso al servicio de la ciudad el Sistema, fue fácil para las autoridades anunciar con bombos y platillos la entrada de los articulados. Y muchos tal vez tienen razón: “Nadie discute que miles de personas nos servimos del Transmilenio, es cierto que nos lleva rápido y evitamos ese trancón hasta Bosa. Creo que esta es la principal bondad, pero las autoridades se quedaron ahí y no han hecho nada para mejorar el servicio”, añadió José Antonio Castro, residente en la comuna seis.

Y seguramente José tiene razón. Los reclamos de los usuarios de Soacha comenzaron desde el primer día por factores como la falta del servicio de alimentadores, el poco espacio en las estaciones, la inmensa y marcada ‘incultura ciudadana’, las largas filas para abordar los articulados, los apretones, la falta de frecuencia de los buses, los empujones y hasta los robos constantes dentro del sistema, entre otros.

“El martes de la semana pasada a mí me robaron en la estación San Mateo. Iba a coger el G44 y la verdad estaba imposible esa estación, demasiado llena, entonces cuando llegó el bus comenzó todo el mundo a empujar y por fuerza que hice me tumbaron y quedé prácticamente en la puerta; sentí que me pisaron, que se me fueron encima y no tardé cinco segundos en pararme, pero al hacerlo no tenía la billetera ni el celular”, contó Ricardo Pinilla, usuario del sistema.

“A mí me rompieron el bolso y me sacaron todo lo que llevaba, eso sucedió entre Soacha y Madelena, porque la verdad en medio de esa apretura tan terrible no me di cuenta exactamente dónde fue”, explicó Ana María Valencia.

No en vano en los cuatro meses y medio que lleva funcionando el sistema en Soacha se han producido varios bloqueos, protestas y reclamos justos por parte de los usuarios. La falta de frecuencia en los buses es otro de los factores que molesta a los ciudadanos del municipio, especialmente en las horas pico. “Yo salgo a las 6:00 a.m. todos los días y muchas veces entre el momento en que comienzo a hacer la fila hasta que cojo el bus, se me van 45 minutos; entonces uno se pregunta, ¿cuál es el ahorro de tiempo si los minutos que uno se economiza en el recorrido los pierde en las estaciones?, recaló Miguel Ángel Osuna.

Pero todos ellos, además de enfrentarse a las filas, los apretones, los robos y la falta de cultura ciudadana, deben sumar, o mejor, recortar del presupuesto lo que tienen que pagar diariamente por el traslado entre su lugar de residencia y la estación del sistema. Y lo peor de todo es que, ni Transmilenio ni el municipio de Soacha, se atreven a dar una fecha exacta sobre la entrada y puesta en marcha del servicio de alimentadores en el municipio.

Transmilenio aseguró que fue el municipio el que le solicitó aplazar la licitación sobre la alimentación en Soacha, y las autoridades locales dicen que el problema es la integración del SITP para que la ciudad se convierta en la zona 14 del Distrito. Lo cierto es que la pelota rueda de un lado para otro, mientras que usuarios como doña Rosa María sufren en carne propia la mala planeación de la entrada en funcionamiento de un sistema que duró más de diez años en construcción.

No es cierto, como lo aseguran algunos, que el sistema sea tan bueno que todos lo quieren usar. “Si el sistema fuera tan bueno hubieran hecho unas estaciones amplias y propicias para Soacha, si fuera tan bueno la frecuencia de los buses sería más corta, si fuera tan bueno habrían hecho el puente peatonal de San Mateo antes de habilitar el servicio, si fuera tan bueno no robarían tanto porque no hay policía dentro de las estaciones, si fuera tan bueno no se robarían un carril los festivos para el tráfico mixto, si fuera tan bueno habían colocado los alimentadores desde el primer día, si fuera tan bueno la velocidad en Soacha no sería tan lenta, y si fuera tan bueno, aquí también estaría subsidiada la tarifa como en Bogotá”, recalcó Inés María Cantor, usuaria del sistema y residente en la comuna dos.

Lo cierto es que son miles de usuarios los que diariamente se enfrentan a las fallas del sistema y son quienes directamente deben pagar los platos rotos de la falta de planeación, voluntad y compromiso, tanto de las autoridades locales como de Transmilenio. Ciudadanos que se ocultan entre la multitud y que la vida los trajo a una ciudad inmersa en una cantidad de problemas, entre ellos, la falta de buses alimentadores para el denominado ‘único sistema de transporte masivo’ que existe en Bogotá y Soacha.

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