Así se vive en la vereda ‘El Manzano’ de Soacha

El Manzano es un recóndito sector en donde viven cerca de 300 personas que día a día luchan contra las adversidades propias de éste abandonado sector del Municipio, en el cual se juntan en un solo lugar varias de las más apremiantes necesidades del ser humano.


reunión-Betty-zorro-soacha
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Entre las montañas de Soacha se esconde ésta tierra cercada de viviendas y gentes humildes que día a día emprenden una batalla por vencer cada una de esas adversidades a las que se han enfrentado a lo largo de su vida, en la búsqueda de superar poco a poco lo que pareciera ser una ‘misión’ asignada por la vida en aras de no sucumbir ante las carencias que azotan a la zona y sus habitantes.

Es poca o quizá ninguna la atención y la presencia que hacen allí las autoridades, que al parecer han sido reemplazadas por varias ONG’s que han asumido el reto de brindar una verdadera calidad de vida a quienes por esas cosas del destino, permanecen acentuados en éste territorio.

“Aquí se vive ‘delicioso’, a pesar del frío y algunas dificultades más, se goza de una gran tranquilidad porque no tenemos que preocuparnos por problemas de inseguridad, cuando por ejemplo llegamos tarde en la noche. No hay delincuencia como en otros sectores. El apoyo y la solidaridad son las características principales que nos distinguen y la unidad es el común denominador en nuestro día a día”, habló con notorio sentimiento Luz Amanda Sierra, ama de casa que durante 10 años ha sido testigo de las historias de vida que se cocinan en éste lugar.

El Día a Día

Una jornada ordinaria para los habitantes de la vereda empieza hacia las 3:30 o 4:00 am, cuando con el canto del gallo los señores se levantan para cumplir con su travesía diaria hasta Bogotá en medio del afán de desplazarse como sea para llegar a su sitio de trabajo y ganarse el sustento que les permite velar por sus familias. Nada diferente es el trabajo de las amas de casa que desde esa misma hora permanecen atentas a los quehaceres del hogar y las labores propias de la ruralidad, el cuidado de los niños y la responsabilidad de llevarlos hasta la cabecera municipal para disfrutar del derecho a la educación.

“No tenemos la posibilidad de disfrutar de un servicio de transporte constante para los niños que estudian en el casco urbano donde está el colegio Las Villas, pero sin importar que haya lluvia o trueno, debemos trasladarnos hasta allá para llevar a los niños a estudiar, porque sin educación no se pueden quedar. Claro está que hay un colegio más cercano en la vereda Hungría, pero la calidad de la educación en éste no es muy buena que digamos y por eso es mejor hacer un esfuerzo para ir a la comuna seis, pues aunque varias veces se ha gestionado con la Alcaldía y la Secretaría de Educación el servicio de rutas escolares, eso no se ha hecho realidad. Muchos de los vecinos trabajan como independientes vendiendo dulces, o para el caso de diciembre, elementos alusivos a la época. Otros tienen la ‘suerte’ de estar vinculados a diferentes empresas que hacen presencia por aquí cerca como por ejemplo la Ladrillera Santafé y las carboneras”, explicó Sierra.

La salud

Acceder al servicio básico es toda una odisea para quienes habitan en El Manzano, los centros asistenciales más cercanos al lugar son el Hospital Mario Gaitán Yanguas y el Cardiovascular de San Mateo. En caso de una emergencia no hay más alternativa que descender el cerro a pie para poder ser atendidos, eso contando con la suerte de estar vinculado al nefasto sistema de salud por medio el régimen subsidiado, que en casos como éste se convierte en un juego de ruleta rusa.

“Se debe estar afiliado al Sisbén necesariamente, en el momento de asistir a una consulta médica se requiere acudir al Hospital Mario Gaitán Yanguas o en su defecto al Cardiovascular de San Mateo, pues acá no es fácil encontrar un médico o un centro de salud, a no ser que nos traigan una brigada de servicios como la que hace poco trajo el Programa ‘Salud en su Barrio’ ”, aseguró Luz Amanda

Problemática ambiental y explotación minera

La Ladrillera Santafé, las minas explotadoras de carbón además de las industrias procesadoras de hueso y cobre son el lunar que empaña el espectacular paisaje que se aprecia en El Manzano y el responsable del daño ambiental que está acabando con la pureza de los bosques en ésta vereda.

“Algunos expertos nos han advertido de los riesgos que trae para la salud la quema de cobre y la erosión producida por esas empresas. Están acabando con la naturaleza de nuestro sector y eso nos está perjudicando seriamente. En las labores de explotación minera se suele usar dinamita, una práctica que deteriora nuestras casas. Pero de nada sirve denunciar porque las autoridades nunca nos dan la razón aún viendo lo que sucede con las casas. En un tiempo cerraron algunas de esas empresas, pero pocos días después estaban abiertas de nuevo. Esa misma explotación minera se está ‘comiendo’ las montañas, eso nos duele porque ellas han evitado que nos inundemos y nos han protegido de calamidades contrario a lo que dicen algunos que nos ponen en riesgo, eso es falso. Son una bendición y hacen de parte de nosotros”, agregó la señora Sierra.

Un rayo de esperanza

Pero a pesar de las dificultades y las evidentes necesidades por las que pasan los habitantes de El Manzano, más allá de la ausencia de la Administración Municipal y el acecho de la minería indiscriminada existe una motivación especial para estas personas, un valor agregado que impulsa a las madres y en especial a los niños a continuar batallando para superar esas dificultades y soñar con un futuro feliz y próspero.

Desde hace tres años se cuenta con el patrocinio de Visión Mundial, institución que por medio de benefactores norteamericanos se encarga de apadrinar a los niños entre 1 y 9 años que residen en la vereda.

“Gracias a ese apoyo hemos logrado que a los pequeños se les dé regalos y recursos económicos para educación, vestido y alimento. Todo se logró gracias a una visita hecha por la organización a Altos de la Florida, donde el líder de éste sector nos contactó con los representantes de la entidad quienes al ver las condiciones de vida de nuestros niños decidieron acogernos y darnos esa mano amiga”, puntualizó Luz Amanda, enlace de Visión Mundial en El Manzano.
Vivir en El Manzano se convierte en todo un reto, un reto que pocos han decidido asumir y el cual han logrado superar por encima de los obstáculos que se les han puesto por el camino. Sin embargo se sigue a la espera de que el Gobierno Local ponga sus ojos en ellos no sólo para llevar una brigada de servicios algunas veces al año sino para hacer una gestión real que reivindique el accionar del mismo para con éste humilde pero pujante sector

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